CONTENIDO[3]
1. La
vivienda como parte de las necesidades básicas del ser humano.
2. La
vivienda como parte de los asentamientos humanos.
3. La
vivienda como objeto arquitectónico.
4. Las
“soluciones” tradicionales o históricas que ha implementado el Estado.
5. Las
solución que se propone.
1. La vivienda como parte de las necesidades
básicas del ser humano
El ser humano
tiene necesidades básicas que atañen a su supervivencia y necesidades
complementarias que atañen a su desarrollo pleno como ser pensante, creativo y
participante en el progreso espiritual y material de su especie. En la Economía
Política a las primeras se las denomina necesidades para la reproducción simple
de la fuerza de trabajo, es decir, lo mínimo que necesita el trabajador para
presentarse al otro día a laborar. Entre ellas están, fundamentalmente, la
alimentación, agua potable, alcantarillado, energía eléctrica, salud, y
vivienda. A las segundas se las denomina necesidades para la reproducción
ampliada de la fuerza de trabajo, y entre ellas están, fundamentalmente, la
educación, mantenimiento y recuperación de su salud, recreación deportiva y
socio-cultural, y participación política libre.
De
manera que, al ser la vivienda una de las necesidades básicas de supervivencia,
su satisfacción, esto es, la obtención de la misma, todos y cada uno de los
trabajadores del Planeta deben poder financiarla mediante una parte de su
salario y, mundialmente se considera que máximo el 25% del salario debe
dedicarse a financiar la vivienda. O sea que la vivienda que debe lanzarse al
mercado, tanto por parte de la iniciativa privada como de la pública, debe ser
posible adquirirla, máximo, con ese porcentaje del salario; obviamente que esto
no obsta para que las clases más favorecidas por el sistema puedan adquirir sus
viviendas a mayor costo. Aquel monto de salario que permite satisfacer las
necesidades básicas de la supervivencia es lo que se denomina “renta mínima
garantizada”.
Lo
anterior permite decir o demostrar que cuando se habla o escribe del “problema
de la vivienda” se está reconociendo y, lo que es peor, aceptando como
inalterable y buena una deficiencia del sistema, esto es, que el salario del
trabajador no alcanza para satisfacer una de sus necesidades básicas de
supervivencia. Por ello es que se puede afirmar, sin ningún género de duda, que
realmente no existe un problema de la vivienda, sino un PROBLEMA DEL SALARIO o
de la FALTA DE EMPLEO. Y aceptar aquello como normal es ya, definitivamente,
conformarse con que ese “problema” no se va a resolver jamás. En consecuencia,
cualquier cosa que se haga o diga, cualquier “programa de vivienda”, llámese de
“interés social” o similar, es una gran mentira que apenas servirá para paliar
en algo la carencia de una de las necesidades básicas del ser humano, o sea que
se reproducirá por los siglos de los siglos.
Con
lo cual se demuestra que el “problema de la vivienda” se resuelve
definitivamente con el pleno empleo, dotado además, de un salario mínimo
garantizado.
De
manera que aquí podría terminar el artículo pero, como el enfrentamiento
tradicional a este “problema” más bien ha producido otros, voy a continuar con
el análisis de estos.
2.
La
vivienda como parte de los asentamientos humanos
Es importante
notar que el contenido de este subtítulo no se limita a las ciudades o entornos
urbanos, sino a todo tipo de asentamiento humano.
La vivienda es
uno de los componentes de dichos asentamientos, junto con los equipamientos
sociales de educación, salud, recreación deportiva y socio-cultural; atención a
los grupos menos favorecidos como mujeres, mujeres embarazadas, niños en
situación de riesgo, ancianos, discapacitados; equipamientos comerciales de
bienes, servicios e información, establecimientos productivos, y de gestión
pública y privada.
Ahora bien, el
haber incluido este apartado en el artículo se justifica porque la vivienda, o
mejor dicho los conjuntos de vivienda, si no cuentan en su interior, como parte
de ellos, con los equipamientos básicos mencionados, y ubicados a una distancia
de caminata peatonal de máximo quince minutos a pie, producirán o reproducirán
los problemas actuales de dichos asentamientos, además de aumentar la penuria
de los seres humanos al castigarles con un gasto adicional a su salario, ya de
por sí magro: el costo de la movilización.
Esa
deficiencia en la conceptualización, diseño y construcción de los conjuntos de
vivienda, en consecuencia, produce los siguientes problemas, entre otros: alta
movilidad, baja accesibilidad, consumo excesivo de energía, contaminación
ambiental, insalubridad, alta morbilidad y mortalidad, baja productividad del
trabajo, alta accidentalidad, conflictividad y violencia entre los pobladores,
grandes volúmenes de capital exportado a los países productores de los
instrumentos de la movilidad; alto uso del espacio de los asentamientos para
destinarlo a la infraestructura necesaria para la movilidad y el vehículo en
desmedro de los espacios públicos para la socialización, la recreación y la
cultura; bajos índices de espacio verde por habitante, destrucción de la biodiversidad,
isla de calor urbano; calentamiento global con sus efectos en la mayor
frecuencia y violencia de los fenómenos meteorológicos, en la creciente escasez
y empobrecimiento del suelo para la producción de alimentos, etc. Así de grave
es el problema ocasionado por los conjuntos de vivienda construidos por los
Estados o los municipios.
Como demanda
la situación actual de emergencia global, los asentamientos humanos y sus
conjuntos de vivienda deben ser autosuficientes en todos sus componentes, tales
como: empleo, energía, agua potable, procesamiento de desechos (convertir los
desechos en recursos, lo que se denomina “desechos cero”), autonomía
alimentaria, purificación del aire, biodiversidad, etc. Deben tener altas
densidades urbanas pero bajas densidades arquitectónicas (espacios de áreas
mínimas óptimas). De manera que, a estas alturas de la emergencia planetaria
limitarse a construir casas es una gravísima irresponsabilidad.
3.
La
vivienda como objeto arquitectónico
Los Estados
que aceptan la existencia de un “problema de la vivienda”, para sus
intervenciones suelen diseñar y construir viviendas precarias, pésima y
eufemísticamente llamadas “de interés social”, en las cuales lo que interesa es
bajar los costos, para lo cual el primer recurso es diseñar espacios con áreas
inferiores a las mínimas necesarias para una real vivienda. Aquí el primer
problema es que no se reconoce la diferencia entre refugio, casa, vivienda y
hogar. Un refugio debe tener áreas mínimas para refugiarse de la intemperie, de
las condiciones meteorológicas extremas, de los depredadores de dos y cuatro
patas, etc. Una casa es un objeto construido (no un objeto arquitectónico) sin
consideración de las necesidades de sus ocupantes específicos y concretos. Una
vivienda ya es un objeto arquitectónico que contempla aquellas necesidades y,
finalmente, un hogar es el anterior pero en el que, además, sus ocupantes lo
utilizan desplegando comportamientos de solidaridad, fraternidad, caridad,
ternura, etc., en suma: familiaridad humana.
De manera que
no se trata de construir refugios ni casas, sino viviendas; las cuales deben
tener condiciones mínimas para convertirse en hogares. Y el punto de partida
para el diseño es conocer la especificidad de la familia para la cual se va a
diseñar. Con ese conocimiento muy complejo se puede ya cumplir con las
condiciones o características que debe reunir una vivienda, entre las cuales
están las sigientes: espacios con áreas mínimas óptimas, lo que implica que
para su dimensionamiento no solamente debe considerarse el costo final, sino y
fundamentalmente los siguientes indicadores y sus correspondientes índices: análisis
secuencial de las actividades que se van a desarrollar en en el espacio y en el
tiempo, número y tipo de participantes en las actividades, tiempo de
permanencia en el espacio, cada uno de los equipos con sus áreas de equipo,
uso, circulación y relación. Una vez calculados matemáticamente los
requerimientos cuantitativos de cada componente indicado, hay que DISEÑAR EL ESPACIO
ÓPTIMO específico. Con todas esas áreas resultantes deben modularse las
dimensiones útiles de cada espacio para lograr una construcción eficiente en
costo. Pero el proceso de diseño no termina ahí, falta considerar y calcular el
área de las envolventes de cada espacio y el área de relación entre todos los
espacios. Y luego viene la consideración, cálculo y diseño de las condiciones
ambientales que debe reunir cada espacio según su tipo: es decir las
necesidades de asoleamiento, ventilación, iluminación, acústica, temperatura y
humedad, por lo menos. Con todo ello, se puede ya diseñar cada uno de los
espacios mínimos óptimos NECESARIOS. Y con ellos, diseñar la vivienda en su
conjunto integral e integrado.
Pero el diseño
de los conjuntos de vivienda no termina ahí, ahora hay que considerar y
calcular los espacios adyacentes a la vivienda, aquellos que permitan las
condiciones ambientales anteriormente mencionadas, la privacidad elemental que
debe preservarse entre familias y las actividades de encuentro, diálogo y
participación social. Y luego hay que calcular y diseñar los equipamientos
colectivos anteriormente mencionados.
Lo anterior
demuestra, como no puede pasar desapercibido para un profesional bien
preparado, que no se pude “estandarizar” al ser humano ni a la familia. No se puede,
o mejor dicho NO SE DEBE diseñar viviendas para seres humanos estandarizados,
puesto que ellos NO EXISTEN. No se debe diseñar viviendas estandarizadas para
todos los habitantes de un país, puesto que al hacerlo no se considera la
diversidad de sus características específicas sociales, étnicas y culturales,
ni la de sus regiones geográficas.
4.
Las
“soluciones” tradicionales o históricas que ha implementado el Estado
Los Estados,
en general, al creer que existe un “problema de la vivienda” y no un PROBLEMA
DE EMPLEO Y DE SALARIO, lo hacen porque este segundo es un problema estructural
que cuestiona la validez del sistema capitalista y acepta su injusticia
inherente. Y, en consecuencia, actúan sobre el fenómeno, sobre las apariencias,
y no sobre la esencia de la realidad. Tienen la actitud del gato[4]:
quieren enfrentarse al fenómeno; lo que significa construir casas. Entonces
comienzan por calcular (generalmente de manera anticientífica) el “déficit” de
casas; e incluyen lo que se les ocurre en aquel: que si es un déficit
cuantitativo, que si es cualitativo, que si no hay diferencia entre ellos y se
suman los dos, etc. Al hacerlo, cometen varios errores, por ejemplo, sostienen
la barbaridad de que si una casa no es de hormigón, con pisos de porcelanato,
con ventanas de aluminio que se extienden de pared a pared y de piso a techo;
que si no cuentan con vestíbulo, medio baño social, sala, comedor, cocina,
cuarto de máquinas, tres dormitorios y un baño, pues que no es una casa y se
suma al déficit.
Estos técnicos
sostienen que la vivienda del montubio, del indígena de la montaña o de la
selva o del páramo, con sus viviendas de piso de tierra o de caña o madera, con
sus paredes de caña o de barro, con un solo ambiente multifuncional y un baño
fuera de la vivienda, con ventanas de palo muy pequeñas, etc., no cuentan como
viviendas y se suman al déficit. Es decir “estandarizan” al ser humano y lo
asimilan a un mueble producido en serie. No se dan cuenta de que no hay
familias estandarizadas y, por lo tanto, es un grave error realizar diseños
estandarizados de casas; no son capaces de reconocer que deben realizarse
diseños específicos según las características geográficas, ambientales y
sociales de cada región, lo que implica diseñar espacios que cumplan con
condiciones ambientales diferentes; que se construyan con materiales propios
del lugar e incluso, dentro de cada región los espacios deben diseñarse según
las características específicas de cada etnia y cultura. Al no existir seres humanos
estandarizables es un error diseñar ambientes estandarizados. De manera que la
intervención Estatal nace del error, o sea nace muerta, y muerta terminará.
Para bajar los costos, como se ha dicho, los
programas oficiales comprimen los espacios y la casa final a dimensiones
inferiores a las mínimas necesarias para un ser humano[5];
pero luego, contradictoriamente, adoptan sistemas constructivos ineficientes y
caros; con materiales que ni siquiera se producen en el país, peor en cada zona
en la que se van a construir esas casas, como debería ser, ya que lo obvio es
que se debería construir con materiales propios de cada lugar. No consideran en
sus presupuestos que aquellos materiales deben ser importados y luego
transportados a cada lugar en el que se va a construir; ni que esos costos son
altísimos y suponen, además, impactos ambientales serios. Con lo cual no solo
la construcción sino la misma utilización y el mantenimiento de la casa implica
altos costos que el trabajador no puede solventar.
Los Estados construyen
conjuntos de casas sin los equipamientos sociales necesarios que se ha indicado
arriba, provocando los problemas allí especificados.
Y el
resultado, en todo el Planeta, está a la vista: tugurios insalubres, caldo de
cultivo para la violencia y la delincuencia, expansión demencial de las
ciudades, y los problemas ambientales y sociales
indicados en el penúltimo párrafo del punto 2.
5.
Las
solución que se propone
Creo que ha
quedado clara la solución que se propone: no hay que construir casas, ni peor,
¡¡regalarlas!! Es una grave inmoralidad regalar casas. Primero porque al decir
que se las está regalando se está mintiendo de manera perversa. En efecto, si
algún ciudadano y su familia carece de vivienda, es debido a que carece de
empleo o a que su salario es insuficiente, o sea que el sistema le está robando
diariamente. Segundo porque si el ciudadano cree realmente que se le está
regalando la casa, obviamente luego considerará que también hay que regalarle
la alimentación, el vestido, y la satisfacción de todas sus demás necesidades,
no solamente las básicas de supervivencia sino también las complementarias y
hasta las superfluas. Si es válido el plan “casa para todos”, ¿por qué no se organiza
un plan “sopa para todos”, “zapatos para todos”, “papel higiénico para todos”,
“ollas para todos”, etc.?, habida cuenta de que todos esos pertenecen al mismo
grupo de bienes esenciales para la supervivencia, como se ha explicado en el
primer punto del artículo. Desde hace milenios se sabe que no hay que regalar peces
sino enseñar a pescar. Lo otro es inmoral.
Así que la
solución es la ya indicada: lograr el pleno empleo permanente con un salario
mínimo garantizado para que cada trabajador disponga del dinero necesario para
pagar el costo de la satisfacción de todas sus necesidades básicas de
supervivencia y las complementarias; y dejar que cada quien obtenga su vivienda
de acuerdo con sus específicas necesidades, ya sea por arrendamiento o en
propiedad.[6]
Ahora claro, la Planificación Regional y Urbana deberá indicar, normar y
controlar que esas viviendas se construyan en aquellas ubicaciones y con
aquellas características que garanticen que no se producirán los problemas
indicados en el punto dos del presente artículo.
Y, para
terminar, ya puestos en el asunto, si los miles de millones de dólares que se
GASTAN y se PIERDEN en mantener a las FFAA y a la Policía, se INVIERTIESEN en
lograr el pleno empleo, la plena educación y la plena salud, quedaría todo
solucionado. Una población bien empleada, con un salario de las características
anotadas y con su salud preservada, no tendrá necesidad de robar ni de matar; y
si tiene plena educación no tendrá deseos de hacerlo; así que no serán
necesarias ni las FFAA ni la Policía, el país será respetado en el mundo y no
tendrá necesidad de defender sus fronteras.
Leonardo
Miño Garcés. 2017-10-29
[1]
En el cuerpo del texto se comprenderá la razón
de haber puesto entre comillas la palabra “problema”.
[2] El contenido de este artículo se complementa con mi
análisis y crítica al programa del gobierno del Lic. Lenin Moreno, denominado
“Casa para Todos”, enviado por correo electrónico a los interesados.
[3] Este es un artículo muy resumido, porque fue redactado
a pedido de un distinguido amigo con el requerimiento de que sea lo más sucinto
posible.
[4] Cuando están en una habitación un gato y un ser
humano, y de improviso entra rodando una pelota, el gato se lanza sobre la
pelota, mientras que el ser humano regresa a ver para conocer la CAUSA QUE
ORIGINÓ ese fenómeno.
[5] En al artículo de análisis y crítica del programa
“Casa para Todos”, demostré que las casas de dicho Programa tenían áreas
inferiores a las normadas para celdas penitenciarias.
[6] Ejemplo de una buena política al respecto es la que
implementó el Ecuador en la última década del siglo pasado con el denominado
Sistema de Incentivos para la Vivienda (SIV); consistía en que cada trabajador
podía lograr un incentivo económico Estatal para financiar el mejoramiento de
su vivienda, pero solamente cuando depositaba una parte del costo del
mejoramiento en una libreta de ahorros, de esta manera se incentivaba el ahorro
(una de las principales virtudes del ser humano) y se mejoraban las viviendas.