lunes, 28 de agosto de 2017

POLÍTICA URBANA SUICIDA

QUITO TIENE UNA POLÍTICA URBANA SUICIDA
Leonardo Miño Garcés

Les invito a analizar el orden del día de la sesión del Consejo Municipal del Distrito Metropolitano de Quito convocada para el jueves 24 de este mes de agosto del 2017:


  

Ampliando las imágenes, ustedes podrán ver que, de 9 ordenanzas a aprobar, 8 tienen este objetivo: “Ordenanza que reconoce y aprueba el fraccionamiento del predio No... sobre el que se encuentra el asentamiento humano de hecho y consolidado de interés social denominado (tal) a favor de sus copropietarios”.
ANÁLISIS:
1.    El Municipio se limita a ejercer lo que se denomina en al ámbito mundial como “política notarial”, esto es, simplemente se reconoce, legaliza y notariza las escrituras de los asentamientos “de hecho”. Con lo cual reconoce que no tiene una planificación integral ni un control efectivo sobre el territorio urbano, ni sobre su uso ni sobre su ocupación; no dirige el proceso urbano, sino que simplemente mira para otro lado y, de repente, se encuentra con los hechos consumados y los legaliza.

Un “asentamiento” en las laderas del Volcán Pichincha

2.    La frase “consolidado”, significa que existe ya una ocupación del suelo de más del 75% del mismo y, fundamentalmente, que el asentamiento cuenta con todas las redes de infraestructura y todos los equipamientos urbanos necesarios para sus pobladores, de manera que estos no requieran movilizarse fuera de sus “asentamientos” para satisfacer sus necesidades urbanas básicas. Esto, evidentemente no es cierto, puesto que es público y notorio que ningún barrio ni sector de Quito cuenta con esas condiciones; así que, o en el Municipio se ignora el significado del término o los asentamientos no están consolidados y el Municipio, al legalizarlos, asume la responsabilidad de dotarlos de todo lo indicado. Con lo que cabe la pregunta obvia: ¿Previo a la aprobación de cada ordenanza, el Municipio se ha asegurado de que dispone  en su presupuesto de los recursos necesarios para realizar aquello? Si no es así, el Municipio está condenando a sus pobladores a un nivel de vida precario, incluida la salud de niños, mujeres embarazadas y ancianos, o sea que está precarizando la ciudad por ordenanza municipal.

Van formándose “asentamientos” desbrozando el bosque de la montaña.

3.    El Municipio, ¿por qué llama “de interés social” a estos “asentamientos”? ¿Es que, acaso y por desventura, existen unos asentamientos que “interesan a la sociedad” y otros que no? El Municipio de Quito está aplicando una terminología perversa que se ha aceptado internacionalmente para designar a los barrios pobres, generalmente ubicados en el extra radio de las ciudades, en los que viven personas sumidas en la pobreza o bajo la línea de la misma, y denominados (según el país) chabolas, favelas, villas miseria, callampas, cantegriles, barrios jóvenes, barrios bajos, barrios marginales, etc., y que también se aplica a “conjuntos residenciales” promovidos por el Estado o los municipios en las cuales –al aplicarse dimensionamientos inferiores a los mínimos antropométricos y ergonómicos en el diseño de los espacios arquitectónicos, así como al no dotarlos de los servicios y equipamientos urbanos mínimos- se hacinan en departamentos con bajísimos índices de vivienda, altísima densidad y hasta promiscuidad, los ciudadanos más pobres de las ciudades, lo que los convierte en pasto de las campañas electorales clientelares de los candidatos corruptos y aventureros. A nadie le importa que esas condiciones de vida provoquen la destrucción del núcleo familiar (por el hacinamiento y la promiscuidad en las viviendas), la insalubridad, la conflictividad social entre los vecinos, la violencia y la delincuencia. Al legalizar y aplicar esta terminología se ha sumido en la precariedad y la desesperación a miles de millones de pobladores en todo el mundo, pero se ha posibilitado la formación de fortunas fabulosas a políticos y constructores.

En el área de estos “asentamientos” había bosque.

4.    Se está continuando e institucionalizando la expansión urbana incontrolada del área urbana. Lo cual acarrea los siguientes efectos, entre otros:
4.1.         Se extiende la longitud y cobertura de todas las redes de infraestructura, así como aumenta la necesidad de dotación de un mayor número de equipamientos urbanos de salud, educación, recreación abierta y cerrada y atención a los grupos poblacionales en situación de riesgo; así como la ampliación de la cobertura de los equipamientos urbanos mayores existentes; haciendo imposible que los recursos económicos municipales sean suficientes para atender estas necesidades; y dificultando o imposibilitando un funcionamiento eficiente de cada uno de aquellos servicios y equipamientos. Se amplía,  de esta manera, la precarización de la ciudad.
4.2.         Se amplía y alarga la movilidad de los pobladores de esos barrios, haciendo imposible que alguna vez el transporte público sea eficiente, obligando a un uso del suelo mayoritariamente dedicado al vehículo, restándolo de las áreas necesarias para el peatón y para la recreación deportiva y física de los ciudadanos.
4.3.         El área que se toma o invade para el uso urbano se resta de aquella necesaria para la producción y purificación del aire, para la biodiversidad y para la producción de alimentos para sus ciudadanos.
4.4.         Todo lo anterior implica afectaciones e impactos sociales; económicos familiares e institucionales; además de deficiencias urbanas funcionales y técnicas, destrucción ambiental, eliminación de la identidad de la ciudad y anomia o hasta misantropía de sus ciudadanos.
4.5.         Al institucionalizar y legalizar este tipo de “asentamientos”, se estimula tres tipos de especulación del suelo: se eleva el precio del suelo del área de borde de la ciudad, convirtiéndola en susceptible de su urbanización inmediata (continuando hasta la demencia la expansión urbana); se baja el precio del suelo de los barrios adyacentes a los nuevos legalizados, y se eleva el precio del suelo de las áreas alejadas de aquellos “asentamientos”. Un caos completo en el cual el Municipio seguirá comportándose como un convidado de piedra.

Así va naciendo un “asentamiento” desbrozando el bosque.

         El numeral IV del Orden del Día se refiere al debate de la “Ordenanza que establece la política tarifaria aplicable en el Sistema Metropolitano de Transporte Público de Pasajeros del Distrito Metropolitano de Quito”.
ANÁLISIS: Como se ha explicado en el análisis del punto anterior, 8 de las 9 ordenanzas que se aprobarán estimulan la movilidad de los pobladores, imposibilitando que alguna vez el transporte público sea eficiente; de manera que las 8 ordenanzas anteriores imposibilitan el éxito de la ordenanza contenida en este numeral. Así que el Consejo Municipal en una sola sesión escribe y borra lo mismo que escribió.

Ladera del volcán Pichincha hacia el nor-oriente. Sigue la tala del bosque.

          El numeral V del orden del día se refiere a 3 proyectos de “declaratoria de utilidad pública con fines de expropiación especial de los siguientes asentamientos humanos de hecho y consolidados...”.
ANÁLISIS: Primero, ¿Estos asentamientos no son “de interés social”? Según el texto del Orden del Día eso es lo único que los diferencia de los anteriores. ¿Qué explica que 8 ordenanzas legalicen “asentamientos humanos de hecho y consolidados” y otras 3 expropien “asentamientos” exactamente del mismo tipo? Aventuremos explicaciones:
A.- Los 8 primeros son “convenientes” para la ciudad y los 3 últimos son “perjudiciales”. Imposible, ¿verdad?
B.- Los 8 primeros significan clientela política para el Alcalde y/o los concejales y los 3 últimos no. Posible, ¿verdad? Tan posible que es la práctica común en todo el Planeta, desde la formación histórica de las ciudades y la constitución de sus órganos administrativos.
¿Qué otra explicación puede haber?, ya que es imposible que todo un “asentamiento” se encuentre, infortunadamente, ubicado en donde se va a construir una mega infraestructura, de esas que les encanta (y les llena los bolsillos) a los alcaldes.
Además, ¿cómo se va a producir la expropiación de aquellos “asentamientos”? Mediante la utilización de la policía para moler a palos a los residentes y derrocar sus viviendas precarias, porque, obviamente, aquellos no se van a marchar  sonriendo y agradeciendo muertos del gusto, bailando sanjuanitos y con voladores y panderetas, ¿verdad?

        Todo lo anterior demuestra que el Municipio no tiene una política de población, ni de territorio, ni de vivienda, ni de equipamiento, ni de dotación de infraestructura, ni de movilidad, en fin, de nada; vegeta en el más absoluto caos y abulia.

      Alguien ha descrito la expansión urbana de Quito como una metástasis, comparándola con la extensión de los tumores cancerosos por todo el organismo humano. De ser válida la comparación, al continuar con esa política que se inició con la expedición de la Ley de Distrito Metropolitano de Quito, se estaría aplicando involuntaria y bobaliconamente una política suicida.

EXPLICACIÓN DEL PUNTO 4.5.
Veamos varios momentos en el tiempo:
1    Un barrio X ubicado en el borde de la ciudad y, este sí, consolidado; al frente puede tener dos tipos de vecindades, una hacienda productiva o unas tierras abandonadas, baldías. Con la primera vecindad su precio es alto, mientras con la segunda lo es menos ya que esas tierras son susceptibles de invasión, además de que pueden estar llenas de basura y nidos de ratas.
2   Las tierras baldías son invadidas y se forma un “asentamiento humano de hecho”; apenas se sortean los lotes la gente toma posesión de los mismos, delimita su propiedad con 4 palos y alambre de púas, o cartones y latas o, en el mejor de los casos construye 3 paredes de bloque en los límites con sus vecinos, deja libre el lindero con la calle y, construye una cuarta pared cerca del fondo del lote para cerrar su vivienda. Este asentamiento no tiene alcantarillado ni agua potable, sus calles son apenas senderos de tierra, no tiene transporte, no tiene nada. Los del barrio X ven a sus nuevos vecinos atravesar cada día por sus calles en busca del transporte público, los ven acarrear agua sacada de alguno de sus hidrantes, los ven trepándose a sus postes para conectar largos cables hasta sus viviendas y tener luz eléctrica (con lo cual se producen cortos circuitos o caídas de tensión), los ven botar su basura en cualquier esquina y, en el peor de los casos los ven las noches de los viernes y sábados atravesar en estado etílico haciendo ruido, tal vez armando bronca o, en el peor de los casos, como son pobres o viven bajo la línea de pobreza, algunos tienen las uñas largas y si encuentran alguna bicicleta descuidada se la llevan, así como espejos, plumas y otros adminículos de los vehículos. Ante este panorama cae el precio del suelo del barrio X, porque nadie está contento ni desea seguir viviendo en él, y los que pueden tratan de vender sus casas, con lo que, al aumentar la oferta, baja el precio de lotes y casas.
3  El Municipio legaliza el “asentamiento humano de hecho”, con lo cual, como se ha indicado, se legaliza la precariedad, motivo para una nueva caída del precio del suelo del barrio X, como se ha indicado.
4  Al cabo de algunos años, y por medio de la movilización, lucha o sobornos por parte de los pobladores, el Municipio construye aceras, bordillos y calzadas, y la infraestructura necesaria para el agua potable y el alcantarillado en el “asentamiento de hecho” legalizado. Entonces el precio del suelo del barrio X subirá un poco, porque las condiciones de vecindad han mejorado.
5    Al legalizar el “asentamiento humano de hecho”, ahora las tierras baldías o productivas junto a él ven subir los precios del suelo, porque sus propietarios se dan cuenta de que ahora son susceptibles de ser incorporadas al área urbana. Claro que, como la realidad es muy compleja, también puede ser que más bien caiga el precio del suelo, porque ahora sus propietarios temen una invasión similar a la que produjo “el asentamiento humano de hecho” legalizado. Todo depende de las circunstancias específicas de cada caso. Por ejemplo, en las tierras baldías de Lumbisí, junto a las cuales se están construyendo conjuntos residenciales de clase alta, el precio del suelo sube, porque esos conjuntos disponen de toda la infraestructura y sus propietarios tienen “amigos” en el Municipio y la Policía y es impensable una invasión o lotización irregular.
6   Ante esa situación de precariedad institucionalizada, amén del sufrimiento de los barrios vecinos al legalizado, en las áreas del interior, más alejadas del problema descrito suben los precios del suelo por múltiples circunstancias, como estar más cerca de los equipamientos medianamente útiles, así como del transporte público, disponer (relativamente) de mejor infraestructura, etc.
            
              Estos no son más que unos pocos ejemplos de los procesos anárquicos de variación de la renta del suelo de toda ciudad capitalista, en la cual es el libertinaje del mercado y no la planificación racional los que dominan la ciudad. Incluso adquiere valor monetario el “simbolismo” del suelo; por ejemplo, si mi departamento tiene un valor alto, pero al frente se ubica un puesto de policía o una unidad gubernamental o, peor, una discoteca, cae violentamente el precio del suelo y de mi departamento, porque esas vecindades no son “agradables” real o ideológicamente. ¿Quién quiere vivir al frente de los policías, con sus ruidos y sus luces insoportables? ¿Quién quiere vivir al frente de los burócratas y sus demandantes de servicio, que van y vienen sin parar, se parquean donde quiera, meten bulla, botan la basura en la vereda, atraen a los vendedores ambulantes y destruyen la tranquilidad? ¿Quién quiere vivir al frente de una discoteca?
           Respecto de esa sesión del Concejo Municipal dedicada a la legalización de “asentamientos humanos de hecho” me asalta una duda, sembrada por la historia de las ciudades: ¿no será que los traficantes de tierras que formaron esos “asentamientos” “calentaron las manos” del alcalde y de los concejales para lograr la legalización? Unos ejemplos: una humilde campesina, inicialmente vendía leche en las laderas del Pichincha pero, en la década de los años 70 del siglo pasado se dio cuenta de la alta demanda de vivienda de los pobres migrantes y originarios de la ciudad, así que se dedicó a promover invasiones y lotizaciones irregulares en dichas laderas (Como consecuencia de la tala de árboles y falta de obras de conducción de las aguas lluvias, del barrio la Victoria, sobre San Carlos, bajó un aluvión que inundó los barrios consolidados de la parte del valle bajo). A dicha señora le fue tan bien e hizo una fortuna tan importante que uno de sus hijos llegó a ser propietario de una empresa petrolera que hacía perforaciones en Rusia, y de un banco privado. Fue uno de los dos únicos banqueros que, supuestamente, dieron con sus huesos en la cárcel por el atraco bancario de 1999. Actualmente todas esas invasiones están legalizadas y el Municipio, con el dinero de todos nosotros, ha construido la infraestructura necesaria.
             Otro ejemplo, esta vez en la India: la noche en que, debido a que la empresa norteamericana Union Carbide para reducir costos eliminó todos los sistemas y controles de seguridad y alarma y dejó podrir las tuberías de la fábrica de pesticidas en la ciudad de Bhopal, se escaparon 42 toneladas de isocianato de metilo, el cual al reaccionar con el agua y el aire se transformó en ácido cianhídrico (cianuro) el mismo que, como es 2,5 veces más pesado que el aire fue empujado por el viento a ras del suelo y en apenas unas pocas horas de la medianoche mató a 16.000 pobladores de las chabolas de la ciudad y provocó enfermedades a 550.000 personas, las que se transmitieron por dos generaciones (a saber). Pues bien, el equivalente del alcalde de la ciudad ordenó a la policía que impidiera la fuga de los pobladores de sus barrios, porque unos meses antes había legalizado los barrios de chabolas, se iban a efectuar elecciones en poco tiempo, y no quería perder a sus votantes. Felizmente el Jefe de la Policía no le obedeció y dejó que los pobladores que no caían muertos como moscas en la calles pudieran huir.
              Esos son apenas dos de los miles de ejemplos de la perversa relación clientelar que existe entre los pobladores pobres y los alcaldes de las ciudades; podría relatar otros más con nombres y apellidos que conozco, de personas “de no creer” que andan por las calles muy ufanos suponiendo que nadie conoce sus fechorías; y cuando mueren les rinden homenajes, cubren sus ataúdes con la bandera de la ciudad, ponen sus nombres en calles y escuelas, les erigen monumentos y mucha gente les llora.

2017-08-24