miércoles, 15 de julio de 2020

EL VIRUS CHINO NO MATA

EL VIRUS CHINO NO MATA
Leonardo Miño Garcés
¡EL VIRUS CHINO NO MATA!
RED DE CAUSALIDAD DE LA PANDEMIA: (Desde las fronteras chinas hacia afuera)
¡EL VIRUS CHINO (CORONAVIRUS) NO MATA!
¡Esa es la PURA VERDAD!
El virus chino enferma, no mata.
Si los enfermos son atendidos oportuna y adecuadamente, se recuperan.
Lo que demuestra que el virus chino no mata, sino los gobernantes del mundo que han descuidado el sistema de salud de sus países, que lo han dejado ineficiente y sin insumos.
Pero, ¿Quién los puso de gobernantes?
Los que votaron por ellos.
Pero, ¿Por qué votaron por ellos?
Porque padecen un sistema educativo deficiente, un sistema ideológico vergonzoso y un sistema político tramposo y perverso.
Pero, ¿Y los que no votaron por ellos?
No fuimos capaces de convencer a los idiotas que votaron por los gobernantes incompetentes.
Entonces, ¿Quién mató a los muertos?
“Fuenteovejuna, señor, todos a una”
LMG 2020-07-13

LAS CRISIS, NUESTRAS INSEPARABLES COMPAÑERAS

LAS CRISIS, INSEPARABLES COMPAÑERAS DE LA VIDA DE LOS SERES HUMANOS

Leonardo Miño Garcés

“Ocurre a veces que hasta examinándolo con el frío escalpelo de la razón, puede parecer un infierno el mundo de nuestra triste humanidad...” (Edgar Allan Poe). ¡Qué frase más hermosa y estimulante: “el frío escalpelo de la razón”!
     Se atribuye a distintos personajes la frase “la vida es una maldita cosa después de otra”; se dice que Jorge Luis Borges la citó en una entrevista en Oxford en 1971 y la atribuyó a Lord Chesterfield. Pero luego la poeta estadounidense Edna St. Vicent Millay (1892-1950) la corrigió: “No es cierto que la vida sea una maldita cosa después de otra, … Es la misma maldita cosa una y otra vez”
      Estos días -y nadie sabe cuánto durará- todo el planeta está viviendo en pánico por la pandemia del coronavirus (virus: SARS-CoV-2, enfermedad: COVID-19); nombre real: VIRUS CHINO, porque se originó en las miserables condiciones de vida en que el perverso Partido (mal llamado) Comunista Chino tiene sometida a su población. Hasta ahora (febrero 2020) se cuentan alrededor de 170.000 enfermos y cerca de 10.000 fallecidos. China debe pagar a todo el mundo por la irresponsabilidad del gobierno despótico y farsante del Partido  mal llamado Comunista, que acumula la mayor fortuna del planeta en las arcas de los jerarcas del Partido y mantiene en la miseria a la mayoría de su población, obligándola a comer porquerías para mal vivir. Para impulsar su brutal industrialización destruyó irreversiblemente el ambiente del país: suelos, aguas subterráneas y superficiales, atmósfera. Ocultó la enfermedad, encarceló a los médicos y periodistas que lo advirtieron. Y, para colmo, cuando se vieron desbordados por la enfermedad y pusieron en cuarentena a Wuhan, ya habían escapado CINCO MILLONES de habitantes, que se regaron por toda China y por todo el mundo difundiendo el virus. China debe pagar al mundo hasta el último centavo, y en su historia quedará la vergüenza de haber provocado esta espeluznante mortandad. ¡El que la hace la paga!
     Hace pocos años, entre el 2008 y el 2015, el planeta vivió otra crisis, no solamente con cientos de miles de afectados y decenas de miles de muertos, sino con todos sus habitantes afectados, millones enviados a la miseria, muchos que prefirieron el suicidio, etc. Fue una crisis económica originada por los sacerdotes de una religión: el libre mercado sin restricciones ni trabas. Su “sumo pontífice” fue un economista norteamericano Milton Friedman (1912-2006), su jefe del “colegio de cardenales”, Friedrich von Hayek (1899-1992); los gobernantes que la aplicaron fueron Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en los Estados Unidos, y sus ejecutores directos fueron especuladores financieros, corredores de bolsa, banqueros, directores de las instituciones financieras nacionales, especialmente la de los Estados Unidos, e internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, empresas constructoras de vivienda y otros agentes económicos similares.
      Como siempre ocurre una vez que se despejan las cenizas de un incendio, de manera farisea intervinieron los sistemas judiciales, encarcelaron a unos pocos renacuajos menores, ni siquiera mencionaron los nombres de los padres del engendro, como yo sí lo hago en el párrafo anterior; y sanseacabó; los grandes culpables se lavaron las manos y siguieron robando, engañando y burlándose del planeta entero.
      Un escritor investigó los entretelones de esta crisis y escribió la historia en forma de novela, en la cual uno de los renacuajos menores pudo escapar y esconderse moviéndose por todo el mundo y escribió un libro, en el que narra detalladamente los mecanismos y pillerías que utilizaron para acumular inmensas y obscenas fortunas, sumir en la miseria a todo el mundo y dejarlo con un palmo de narices. En la novela, desde la clandestinidad escribe el libro MEMORIAL DEL ENGAÑO (J. Volpi, Editorial ALFAGUARA, Santillana, 2014, Madrid). En su libro menciona los nombres de los principales autores del fraude (páginas 24 y 25). En el siguiente párrafo se lee un pequeño resumen de su alegato:

          “Sí, yo defraudé a un centenar de inversionistas. Sí, entre ellos había fondos de pensiones, universidades, hospitales, fundaciones artísticas y humanitarias. Sí, engañé a mis amigos y a los amigos de mis amigos. Sí, puse en riesgo a mis socios y a mi familia. Sí, soy un canalla y un ladrón… Sí, soy un monstruo, un demonio, un peligro para la sociedad. Pero quienes me señalan con sus índices flamígeros mientras contemplan el skyline de Manhattan degustando un coñac o mordisqueando un habano no son mucho mejores…”

     Para mayor ilustración del contenido del libro y, más que nada, para esclarecer lo que genera las recurrentes crisis que han acompañado al ser humano a lo largo de la historia, -ya que ésta no es más que una y todas se producen de igual manera y con el mismo tipo de actores, cómplices, encubridores y víctimas- creo pertinente incluir a continuación dos páginas de la novela:

      
      Como se lee en el título de este artículo, esta es sólo una de las cientos o miles de crisis que han acompañado al ser humano en toda la historia. A esta la precedió la de 1998, a esa la de 1970, a esa la Segunda Guerra Mundial, a esa la Gran Recesión, a esa la Primera Guerra Mundial… ¿Desean que siga hacia atrás hasta el momento en que una pareja de monos turulatos se cayó de su árbol, los muy brutos no pudieron volver a subirse y empezó la tragedia?
      Por ejemplo, ¿Sabían que el “gran” Pericles construyó la Acrópolis de Atenas, “cuna de la civilización occidental”, mediante una malversación de los fondos públicos de la Liga de Delos, que estaban destinados a preparar la defensa de los griegos frente a los persas, y que cuando los espartanos descubrieron el robo se armó la guerra?
     También podríamos recordar las crisis de salud: la Peste de Atenas (430-429 a.C. y 426-425 a.C.), la Peste Antonina (166); la Peste de Cipriano (251); la Peste Justiniana (152); el Sarampión (735-737); la Peste Bubónica o Peste Negra (1346-1353, recurrente en otros años y países y también originada en la China); el Sudor Inglés (1485, 1528-1529, 1551-1552); la Epidemia del Baile (1518); la Viruela (1545, 1870-1875); Peste de San Cristóbal de La Laguna (1582); el Cólera (1817-1824, 1827-1835, 1852, 1856, 1881, 1991-1993, 2010), la Gripe Rusa (1889-1890); la Gripe Española (1918-1919); la Gripe de Hong Kong (1968-1969); el Ébola (1976, 1994-1996, 2014); el Escorbuto, la Fiebre Amarilla, la Sífilis, la Polio (2002); la Malaria, el SIDA (1981-...); el SARS (2003, 2012-2015); la Gripe Aviaria (2005); la Gripe H1N1 (2009-2010); el Virus del Zika (2014) que provocó microcefalia en bebés; y el actual virus chino COVID-19 (2019-...), entre otras.
     Edgar Allan Poe nos recuerda otras “hecatombes que la historia consigna”: el cruce del río Berézina por las tropas de Napoleón en su retirada de Rusia, entre el 26 y el 29 de noviembre de 1812, en el que murieron unos 30.000 soldados; la epidemia de Londres, nuevo rebrote de la peste bubónica en esa ciudad, de 1665 a 1666, epidemia intermitente originada también en China en 1330 y que duró hasta 1750. Esta vez mató aproximadamente a 100.000 personas, casi una cuarta parte de la población de Londres en 18 meses. Fue una pandemia de 400 años, recién en 1894 Alexandre Yersin identificó su agente, una bacteria que recibió su nombre yersinia pestis. Luego hubo otro brote entre 1855 y 1950. El Degüello de San Bartolomé, matanza en masa de hugonotes (protestantes franceses de doctrina calvinista) en la noche del 23 al 24 de agosto de 1572 y que continuó por toda Francia en los meses siguientes. Y, recuerda Poe, el terremoto de Lisboa, del 1 de noviembre de 1755, de una duración de entre 3.5 y 6 minutos, una intensidad de entre 8.2 y 9.0 en potencia de magnitud de momento (cantidad de energía liberada); murieron 90.000 personas en Lisboa (de 275.000) y más de 100.000 en total en tres continentes. Al sismo le siguió el incendio de toda la ciudad, que duró seis días y un tsunami que cubrió todo el Océano Atlántico, con olas de cerca de 6 metros en Lisboa y 20 metros de altura en Cádiz; incluyendo todas las costas de Europa, América y África. Las olas viajaron hacia el oeste hasta el Mar Caribe y las Martinicas, una distancia de 6.100 kms., en 10 horas. “Una superficie del fondo marino equivalente a un círculo de 300 km de radio bajó unos 30 metros durante el terremoto a causa de la subsidencia de la parte inferior del escalón”. Fue tan impactante que lo denominaron “un evento seminal de la historia europea”; e impresionó de tal manera que -además de dar inicio a la investigación científica de los sismos- estimuló un cambio profundo en la concepción del universo y de la vida por parte de filósofos y pensadores con Voltaire y Kant.
     No quiero aquí hacer un listado de los desastres naturales, como terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, tifones, etc. Pero sí cabe mencionar aquellas mal llamadas tragedias naturales que realmente son provocadas por los seres humanos, tales como incendios forestales, sequías, inundaciones, explosiones de centrales nucleares, deslaves provocados por modificaciones mal realizadas al perfil natural, derrames petroleros, desplome de edificios mal construidos, insalubridad en otros peor diseñados; explosiones de fábricas químicas como la de la Union Carbide en Bhopal (India) en la noche del 2 al 3 de diciembre de 1984; vertidos tóxicos, contaminación de las aguas por desechos orgánicos (como en Ibarra hace unos años y en Quito hace menos); las ruinas económicas, miserias y hambrunas ocasionadas por los empresarios y sus asalariados los gobernantes (jamás por los trabajadores), de las cuales no ha escapado ningún país del planeta, etc., etc., etc….
      Las crisis, nuestras inseparables compañeras.
    Si los causantes no son los seres humanos con sus genes egoístas, son ellos mismos que desatan los gérmenes patógenos. Así como solemos elegir como gobernantes a nuestros verdugos para que nos roben y hundan en la miseria, así mismo nos creemos inmunes a las leyes y fuerzas de la naturaleza, las violamos, las ponemos de manifiesto y luego ponemos el grito en el cielo.
     Pero, ¿Son realmente crisis? Parece que, vista la altísima frecuencia de ocurrencia de aquellas, su nombre más bien debe ser, no crisis, sino condiciones de existencia; ya que “Las CRISIS son quiebres agudos en situaciones generalmente estables”, mientras que “Las CONDICIONES son anomalías permanentes”. Mientras “la solución de una crisis puede ser rápida, puntual y definitiva, la solución de una condición es relativa y lenta…” lo que implica un cambio radical en el Norte Estratégico de la sociedad en su conjunto, en todos los objetivos, tanto económicos, como políticos e incluso ideológicos; implica un liderazgo mundial, que logre aglutinar a su alrededor las voluntades de todos los habitantes, y mantener el cambio de rumbo en el largo plazo.  Para hacerlo más factible, en otro artículo (UN PAÍS MODELO, SIN ENFERMOS, SIN MUERTOS Y CON UNA ECONOMÍA FUERTE, 2020-05-18) demostré que esto se puede hacer en un país. ¿Será posible? Ustedes, seres humanos tienen la palabra, pero más vale que se apuren, porque la naturaleza parece tener otros planes.
“Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo”
Julio Cortázar
      LMG. 2020-02-19, terminado en 2020-07-05.

LA ESENCIA DE LA CORRUPCIÓN Y SU ELIMINACIÓN

LA ESENCIA DE LA CORRUPCIÓN Y SU ELIMINACIÓN
Leonardo Miño Garcés
ANTECEDENTES
En estos días (febrero-junio 2020) los habitantes honrados y decentes del Ecuador (que no son muchos) se encuentran escandalizados, con justa razón porque como hongos después de la lluvia han ido apareciendo a la luz pública (gracias a unos pocos periodistas de investigación y a la acción incansable de la señora Fiscal General, Abogada Diana Salazar) noticias de inauditos robos multimillonarios de los dineros públicos, aprovechando la urgencia de adquirir insumos médicos para combatir el genocidio que está ocasionando el virus chino (eufemística y cobardemente llamado Covid19).
     Para ser objetivo y justo, debo aclarar que este no es un fenómeno ni reciente ni localizado en el tiempo ni en el espacio. Es un rasgo de identidad del ser humano desde que en un momento malhadado decidió bajarse de los árboles y comenzar sus desafueros por el mundo.
     En efecto, los primeros robos se produjeron cuando, hace unos diez mil años, la Revolución Neolítica transformó a las tribus de cazadores-recolectores en agricultores y pastores. Al poco tiempo, dichas tribus consiguieron un excedente productivo que les dio unos pocos meses de garantía de supervivencia, pero de inmediato aquel fue apropiado por un pequeño grupo que -aprovechando que el excedente permitía a la tribu eximir a unos pocos de sus miembros del trabajo manual- tuvieron tiempo para adquirir conocimientos sobre las leyes de la naturaleza y los utilizaron para engañar a sus congéneres, apropiarse de los excedentes y explotar a sus hermanos. En ese momento la sociedad se escindió en dos grupos, que después se transformaron en clases: los trabajadores y los religiosos. Poco después, cuando un par de miembros de la tribu elevó su protesta por el robo, el segundo grupo se escindió en dos y se formaron los militares, para acallar a los descontentos y dar impunidad a los ladrones. Bueno, para acortar la relación, baste recordar que la construcción de la Acrópolis de Atenas, santuario de la cultura occidental, se la hizo mediante lo que hoy llamamos “depredación de los fondos públicos”, la cual, una vez advertida, provocó la guerra entre Atenas y Esparta.
     Todas las tragedias colectivas han sido aprovechadas por canallas para amasar fortunas. De cada peste y guerra han surgido grandes fortunas. Armadores griegos luego admirados por toda la sociedad, comerciantes y mercaderes que aprovechan la demanda cautiva para vender a precios estratosféricos, incluso naciones enteras siempre “neutrales” para amparar y aprovechar los dineros y tesoros robados por los beligerantes. Y todos estos bellacos, a los pocos años son los financistas de la recuperación, con lo que doblan sus fortunas.
     Puesto que esa aberración es, como queda históricamente demostrado, un rasgo de identidad de los monos lampiños, paso a analizarla genéticamente.

LA ESENCIA GENÉTICA DE LA CORRUPCIÓN
      Según explica científica y detalladamente el biólogo y naturalista Edward O. Wilson en su libro LA CONQUISTA SOCIAL DE LA TIERRA (Editorial DEBOLSILLO, Barcelona, 2015), los seres humanos acarrean -al respecto del tema- dos tipos de genes, el gen egoísta y el gen altruista. El primero (esencia de la corrupción) predomina en las relaciones entre individuos, mientras que el segundo predomina en las relaciones entre grupos.
    Unos pocos ejemplos: en la relación de los hijos con sus padres, aquellos compiten por la aceptación, el cariño (o un pedazo más grande de pastel) de sus progenitores, circunstancia en la que predominan los genes egoístas entre hermanos; pero si la familia se ve en apuros ante la familia vecina o ante el Estado, son los genes altruistas los que unen a la familia para enfrentar “como un solo puño” al enemigo. En el aula de clase de una escuela o colegio, en la relación entre los “compañeritos” se cometen acosos y maldades; pero si hay una disputa con los del aula vecina, acosados y acosadores se unen para ganar la “guerra”. En los gremios, por ejemplo de arquitectos e ingenieros, en el interior de cada gremio se disputan contratitos a dentelladas, pero si los ingenieros se burlan de los arquitectos, se olvidan las diferencias en el interior de cada gremio, se enfrentan dos ejércitos irreconciliables y se arma la “de Troya”. Cuando dos países se declaran la guerra (siempre para satisfacer el afán de poder o riqueza de sus gobernantes), toda la población de cada país “se une como un puño” aglutinada por los genes altruistas de grupo, decididos a arriesgar la vida y matar a todo el que se ponga por delante con un uniforme diferente o portando un trozo de tela con colores diferentes; pero en las relaciones diarias y cotidianas, mientras sus hijos se juegan la vida codo con codo en la guerra o en los hospitales cuidando a los enfermos, sus padres demencialmente se lanzan a los supermercados a acaparar papel higiénico o, entre esos mismos ciudadanos que en la guerra se cuidaban y defendían mutuamente, son los genes egoístas los que determinan el comportamiento, y se lían a puñetazos o carterazos para disputarse una lechuga en el supermercado o unas tangas “a precio rebajado” en una liquidación de saldos de un gran almacén.
LA ESENCIA SOCIAL Y ECONÓMICA DE LA CORRUPCIÓN
     Como quedó indicado en la brevísima relación histórica, en el período de la Revolución Neolítica quedaron formados cuatro grupos sociales: ganaderos, agricultores, religiosos y militares. Al formarse la ciudad, la sociedad se hizo más compleja, se formó otro grupo de trabajadores con los artesanos, obreros industriales, empleados de los servicios urbanos, etc.; y otro grupo de dominadores con los comerciantes, industriales, empleados del Estado, etc. Hasta que, en la actualidad, la sociedad es muy compleja y existe un número mucho más grande de grupos sociales. De lo concreto de esos múltiples grupos (la apariencia) debemos elaborar un pensamiento abstracto (la esencia) y formar dos grupos: los trabajadores manuales e intelectuales y los explotadores de los anteriores, también manuales e intelectuales. Uso esos términos para no provocar erisipela en algunos lectores con la denominación apropiada de clases dominantes y clases dominadas.
     La obvia imperfección del Capitalismo determina que para que se pueda acumular la riqueza, es determinante que exista la pobreza. Prueba de ello es que incluso en una época de gran crecimiento económico, como lo fueron los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, tanto los grandes gurús del Capitalismo como los grandes empresarios y sus obsecuentes servidores, los gobernantes, tuvieron como política estratégica mantener una tasa de desempleo, o sea una masa de miserables hambrientos; esa fue su fórmula para producir y acumular riqueza, como confiesa uno de aquellos gurús:

“...la política monetaria implica compromisos entre la inflación y el desempleo… Una tasa de desempleo demasiado baja da lugar a una inflación cada vez mayor… Y hay incertidumbre acerca de la tasa de desempleo exacta por debajo de la cual se desata la inflación (técnicamente denominada la tasa de desempleo no aceleradora de la inflación)...” (CAÍDA LIBRE, El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial; Joseph E. Stiglitz; Editorial DEBOLSILLO, Barcelona, 2015, Pág. 261).

    Esto queda demostrado en la práctica con las cifras del país que más riqueza ha acumulado en los últimos cuarenta años, la China: el número de desempleados es de 36.231.042 y si el promedio de composición familiar en la China es de 3 personas por familia, entonces 108.693.126 personas no tienen ingresos para sobrevivir. China NECESITA el desempleo de más de treinta y seis millones de personas para acumular su riqueza actual. Así de simple.
     Queda claro, con una diafanidad absoluta, ¿verdad? El desempleo es NECESARIO Y DETERMINANTE para que exista crecimiento económico, y acumulación de riqueza; en palabras más crudas: la miseria es NECESARIA Y DETERMINANTE para que exista crecimiento económico y acumulación de la riqueza. NO HAY FORTUNA SIN EXPOLIO.
      Ese es el primer motor o causa última de la corrupción, la pobreza y la miseria. Pero ese motor necesita un combustible para funcionar. Así que es necesario identificar y analizar ese combustible.
LA ESENCIA IDEOLÓGICA DE LA CORRUPCIÓN
       La coherencia del relato necesariamente debería conducir a la explicación de que aquellas clases sociales indicadas anteriormente son antagónicas y, en la relación entre ellas, a la hora del enfrentamiento deberían predominar los genes altruistas que hacen que cada clase sea homogénea y se enfrente a la otra; pero en el interior de cada clase sus miembros se comportarían entre ellos, como individuos, de manera egoísta. Pero aquello no ocurre. ¿Por qué? Porque el desarrollo del Capitalismo necesitó destruir los grupos y las clases y proclamar la existencia de individuos iguales y homogéneos, los cuales sólo necesitan ser “ingeniosos, emprendedores, pro activos” (y otras zarandajas repetidas por la publicidad) para ser “exitosos” y ricos. Y, en la apariencia, lo logró. Pongo “en la apariencia” porque, como quedó explicado en los tres últimos párrafos del subtítulo anterior, en la esencia eso es falso.
     Una de las tragedias provocadas por la destrucción ideológica de los grupos, y, como consecuencia, el predominio de los genes egoístas sobre los altruistas es el genocidio actual: al día de hoy (2020-06-20) hay 8.805.585 portadores del virus chino y 463.532 fallecidos en el mundo; y 49.731 portadores del virus chino y 4.156 fallecidos en el Ecuador. Si, a diferencia de la peste negra, que era contagiada por una pulga, y evitar ser picado por una pulga es prácticamente imposible; para no contagiar el virus de la pandemia actual basta con taparse las narices y la boca y lavarse las manos. Pero no, el egoísmo criminal del mono lampiño actual le impide tener esas mínimas precauciones, cuando es tan fácil evitar ser un criminal. Cada cual solamente alcanza a ver su propio ombligo, y no le importa lo que pase con los demás.
     Para lograr desarticular a los grupos y clases y “convertir” a todos en individuos “libres e iguales en obligaciones, derechos y oportunidades” (declaración retórica para engañar a los incautos) el Capitalismo utilizó dos instrumentos: la degradación del sistema educativo y la publicidad, es decir el manejo de las mentes. Dicho con otras palabras, puesto que la realidad demuestra que aquella igualdad no existe, pero la mayoría está convencida de que sí, el sistema ha logrado apoderarse de las mentes de las personas. “El triunfo absoluto de una idea consiste en que no podamos siquiera pensar en su inexistencia” (Martín Caparrós, El País Semanal, 2019-08-04). Y la palabra mágica, la nueva fe, el nuevo vellocino de oro al cual adorar, tomada del Rey Midas fue: RIQUEZA. Todos pueden alcanzar “el éxito”, cuya única manifestación objetiva es la riqueza y para ello, como quedó escrito arriba, solamente tienen que ser “ingeniosos, emprendedores, y pro activos”.
     De esta manera, desarticulados o desalojados de la mente los grupos y las clases, los individuos rigen su comportamiento por los genes egoístas, puesto que los genes altruistas sólo actúan a la hora de la competencia entre grupos. Y ya está: puesto que “cada cual va a lo suyo” y la riqueza es la expresión concreta del “éxito”, pues hay que alcanzarla a como de lugar. Si sus semejantes caen como moscos muertos en las calles, a los descerebrados por sus genes egoístas no les inmuta y solamente ven en esa tragedia una posibilidad de entrar en el reducidísimo círculo de los “exitosos”; así que la manifestación práctica de los genes egoístas es LA CORRUPCIÓN. Ergo, el Capitalismo NECESITA de la corrupción para sobrevivir, es su hija predilecta. Tanto es así que, de manera similar a la Edad Media en que existían las islas de piratas para que estos acumulen y escondan sus tesoros rapiñados, el Capitalismo cuenta con los “paraísos fiscales” (con Suiza a la cabeza) para cumplir el mismo fin.
      A partir de ahí, ya a nadie le interesa SER, sino TENER. La producción de mercancías destinadas a satisfacer caprichos y no necesidades objetivas de supervivencia y bienestar; la obsolescencia de los productos programada desde la fábrica; la obsolescencia asumida en la mente de los consumidores esclavos de la publicidad; la moda y la ambición de tener cosas, todo aquello es producto y culto a la nueva fe: acumular riqueza. Los nuevos templos del mono lampiño de los siglos XX y XXI son los centros comerciales y los grandes almacenes. Incluso a esos templos no solamente se concurre a comprar sino a “pasear”, a ver lo que próximamente se va a desear tener; o sea, se va a adquirir deseos.
     Y, si la cosa se pone difícil, y la riqueza no se consigue en el corto plazo, pues cualquier procedimiento vale, ninguno es penado ni castigado si el resultado final es la riqueza; simplemente porque la sociedad castiga la pobreza y premia la riqueza. Las leyes son vericuetos para aparentar todavía lo contrario, en el mejor de los casos son reliquias caducadas, de manera que todo tiene su precio y todo se compra: leyes, jueces, abogados, periodistas, incluso la aceptación pública. ¿No lo creen? Y, entonces, ¿por qué los ladrones se pasean orgullosos con sus autos último modelo de marcas impronunciables, presumen de sus viajes por todo el mundo y miran por encima del hombro a los que tienen menos? ¿Se han preguntado, por qué existen decenas de “paraísos fiscales”, empezando por la históricamente corrupta Suiza? Pues porque el mundo actual funciona para posibilitar y proteger la riqueza, sin preguntar su procedencia o corrección. Por favor. El primer paso para resolver un problema es reconocerlo, así hacerlo implique aceptar que todo en lo que habíamos creído se ha derrumbado o nunca ha existido.
     “Hay hombres que parecen tener una sola idea, y es una lástima que esa idea sea equivocada” (Charles Dickens). “No hay recurso al que una persona normal no echará mano para evitarse el trabajo de pensar” (Thomas Alva Edison). “Todos nos sentimos inclinados a la negación cuando la verdad nos resulta demasiado costosa” (Naomí Klein). “¡Que difícil es conseguir que un hombre comprenda algo cuando su sueldo depende de que no lo comprenda!” (Upton Sinclair). “Los seres humanos tienen un talento manifiesto para a engañarse a sí mismos cuando se ven afectadas sus emociones” (Carl Sagan).
      El aparato educativo: con toda la tecnología actual, que posibilita acceder a la información en cuestión de segundos, ¿acaso los niños y jóvenes han aprendido a pensar? He presenciado a miles de niños y jóvenes con descomunales cantidades de información a su disposición, pero incapaces de formular un pensamiento propio, ni tan siquiera de percibir que lo que les dicen sus profesores es una burrada del tamaño de la galaxia. Hay jóvenes que realizan presentaciones y disertaciones sobre, digamos, la Segunda Guerra Mundial, pero son absolutamente incapaces de pasar de los hechos ni siquiera a sus causas inmediatas, no se diga a la esencia última de aquellas; y no tiene sentido esperar que enuncien siquiera alguna de sus consecuencias más visibles. Exponen la morfología de un animal o de una flor, pero están imposibilitados de ubicarlos en el entorno y pensar que son parte simbiótica del mismo. Dibujan o, en su mayoría copian de la base de información de Google la imagen de una abeja en una flor, y la pegan en su “trabajo”; pero nadie les ha explicado y ninguno se para a pensar que ese acto sencillo es responsable de la supervivencia de toda la especie humana.
    ¿Alguien ha leído siquiera, peor entendido, interiorizado y practicado el procedimiento de pensar, rigurosamente explicado por Sócrates, Aristóteles, Leonardo da Vinci, Descartes, Heidegger o Carl Sagan, entre otros? En estos mismos aciagos días que el perverso destino (si el destino existiera y tuviese conciencia propia) nos está obligando a vivir, miles de millones de personas leen, creen y comparten información y noticias más evidentemente falsas que sostener que el triángulo tiene cuatro lados. Todavía leen las noticias de los periódicos y las creen a pies juntillas. ¡Y muchas de esas personas exhiben diplomas de cursos de cuarto nivel sobre sus chimeneas!
          ¡Cuánto mejoraría el mundo si los seres humanos aprendieran, interiorizaran y practicasen como acto reflejo el acto de pensar!
        El proceso de PENSAR (re-elaborado a partir de los escritos de Martín Heidegger y Hanna Arendt) es, mínimamente el siguiente:
  1. PERCIBIR: Es el acto primero o primitivo, un acto sensorial. Es lo primero que hace cualquier animal, para lo cual utiliza solamente los sentidos (vista, oído, olfato, tacto), y con ellos “percibe” las apariencias, o sea las características externas de los objetos: forma, tamaño, colores, olores, texturas. Es simplemente “darse cuenta” del fenómeno que se presenta.
  2. CONSIDERAR: Poner atención en lo percibido; retenerlo, analizarlo a partir de sus apariencias, en su forma y contenido y buscar su esencia para  ubicarlo en el sistema al que pertenece y desentrañar toda la complejidad del mismo. O sea “tomar en consideración” lo percibido.
  3. PREOCUPARSE: INVOLUCRARSE. INTERESARSE, que “significa: estar en medio y entre las cosas; estar en medio de una cosa y permanecer en ella”. Es la condición previa para actuar. Comenzar a imaginar cómo debería ser aquello que se ha percibido. “Lo preocupante es lo que da que pensar”. Es aceptar el reto que nos plantean los objetos que hemos percibido, que nos interpelan para que nos dirijamos a ellos y desentrañemos lo que ha producido sus apariencias. No hacerlo sería una negligencia. Hay que aceptar el reto y dar el salto desde la indiferencia, la abulia o el miedo al fenómeno, a su conocimiento objetivo. Se necesita valentía para aceptar el reto.
  4. ANALIZAR: A partir de las apariencias del fenómeno, separar todos sus rasgos y clasificarlos como externos e internos. Buscar su esencia: armar la red de causalidad de todos los aspectos y contenidos, externos e internos; con lo cual se tendrá el subsistema del fenómeno. Entonces ubicarlo en el sistema al que pertenece. Este último paso es de extremada importancia, porque sólo entonces nos daremos cuenta de que no hay nada aislado en el universo, todos los fenómenos forman parte de un solo sistema, y cualquier modificación en uno solo de sus componentes afectará a todo el sistema. Es lo que los científicos llaman ”el Efecto Mariposa”: el batir de las alas de una mariposa en un extremo del mundo alterará en una porción millonésima la presión del aire a su alrededor. Esa pequeñísima alteración producirá un efecto dominó en las moléculas del aire, hasta el extremo de provocar, dentro de un tiempo, una tormenta colosal en otro lado del mundo. (LA FÓRMULA DE DIOS, José Rodrigues Dos Santos, Pág. 261) 
  5.  SINTETIZAR: Reconstruir todo el complejo sistema real en nuestra mente; de manera que la objetualidad del fenómeno externo corresponda exactamente con el modelo que hemos construido en nuestra mente.
  6. PROYECTAR: Deducir las CONSECUENCIAS inmediatas y mediatas del fenómeno. Esto es lo que diferencia a un ser humano responsable de otro que no lo es. Para ponerlo en forma cruda: la palabra “idiota” en griego calificaba a aquel individuo que se excluía o marginaba de la sociedad, creyendo que, tanto lo que ocurre en ella no es de su competencia, como que lo que él haga no tiene consecuencias. Es el síndrome de Poncio Pilatos: “me lavo las manos”; “sus razones tendrán”; “allá ellos”, etc. De manera que “idiota” es, en cierto sentido, sinónimo de abúlico; y los corruptos, para prosperar necesitan abúlicos.
     ¿Les parece muy complicado este proceso? Pues le pongamos más fácil, tres pasos:  percibir un fenómeno, identificar sus causas y medir sus consecuencias. La primera acción la realiza de manera refleja todo ser orgánico, la segunda sí requiere “preocuparse” y preguntarse ¿por qué?, y la tercera la tiene que efectuar todo ser RESPONSABLE. Examinar los fenómenos “con el frío escalpelo de la razón” (Edgar Allan Poe), esa es la obligación del ser humano.

     Una vez ejercido ese derecho y obligación de pensar, va quedando claro que, en relación al tema de este artículo, las causas de la corrupción, una vez eliminados ideológicamente los grupos y las clases sociales, destruido el sistema educativo, y entronizada la riqueza como nuevo dios y objeto de adoración, no es extraño sino una consecuencia, y no debe asombrar que los canallas y los ladrones se paseen por las calles provocando envidia por sus posesiones. Ya nadie trata de “alcanzar el cielo” sino el millón de dólares o poseer el jet privado.
     Lo que provoca un pensamiento espantoso contra el cual estoy combatiendo: ¿Acaso el Ecuador es un paraíso de la corrupción y de los ladrones por una causa muy simple: la mitad de sus ciudadanos son ladrones y la otra mitad son idiotas? ¿Sabe alguien en el Ecuador el significado de la palabra “escrache”? Creo que proviene de la palabra inglesa “scracht”: raspar, borrar. Significa que los ciudadanos honrados y decentes borran de su sociedad a los ladrones, los repudian, les hacen la vida imposible; si aparecen por las calles les arrojan cualquier material repugnante, les revientan los neumáticos y destrozan sus vehículos de lujo, depositan las basuras en las puertas de sus casas, les incomodan en restaurantes y tiendas, etc., etc. Pero aquí… ¡Les rinden pleitesía, les aplauden, les piden autógrafos y les ceden el paso y el turno! La mitad ladrones y la mitad idiotas. ¿Será?
     ¿Por qué en el Ecuador -a saber- nunca ha existido solidaridad, es decir, nunca han predominado en el comportamiento de sus ciudadanos los genes altruistas? ¿No será porque el Ecuador nunca ha sido una nación? Entonces solamente pueden manifestarse los genes egoístas, porque no existe identidad de grupo, satisfacción u orgullo de pertenecer a un grupo cuyo bienestar hay que construir, desarrollar y defender. ¿Se puede esperar que alguien se enorgullezca de su historia? Si, empezando por el nombre, ¡se refiere a una línea imaginaria! Antes de la invasión española (que en todos los libros de historia se la denomina “conquista”, revelando desde ya una sumisión e ignorancia lamentable) la región geográfica que se extendía desde -más o menos- Cajamarca hasta la actual Cali, se llamaba LA REGIÓN DE QUITO. De manera que la república que se formó luego de las divisiones provocadas por las ambiciones de los terratenientes, debió llamarse REPÚBLICA DE QUITO. Pero no, el complejo de inferioridad y la estupidez de los “notables” de la época decidió ponerle el nombre de una línea imaginaria. Claro, porque los pobres diablos no tenían la más mínima idea de dignidad ni el menor conocimiento de la enorme cultura, ciencia y tecnología, no superadas hasta este momento, de los pueblos aborígenes, de los cuales sí cabe enorgullecerse. En cambio la historia de este país es una relación ininterrumpida de derrotas, fracasos y ridículos en los ámbitos mundial, nacional, regional y local, como “un cuento de nunca acabar”, como decían nuestras abuelas. En esas condiciones, es lógico explicarse que no exista una identidad de grupo, un sentimiento de pertenencia a una patria, y predomine el comportamiento del idiota: cada cual a lo suyo.
     Con todas esas condiciones históricas (genéticas, sociales, ideológicas, intelectuales, económicas) no es sorprendente que este país fallido haya sido siempre gobernado por personajillos mediocres o de bajísima ralea:   “...su cerebro infantil...que sólo hace trabajos egoístas y, por tanto, mediocres…” (DRÁCULA, Bram Stoker, Pág. 400).
     Pero, también, ¿cuál es la calidad genética, ideológica, cultural y social de aquellos que escogen en “elecciones democráticas” a todos esos mediocres (los mejores) y canallas (los peores)? ¿Cuál es la calidad mental de aquellos que son capaces de seguir, participar en concentraciones y vitorear a un pillastre, a unas personas que la mejor parte de su vida la han dedicado a patear una pelota o ser arqueros de fútbol, aventureros de ocasión incondicionales esclavos de monstruosos ladrones,   traficantes de prebendas con frecuencias radiales, y otros del mismo pelambre, para escogerlos como presidentes, alcaldes, prefectos provinciales, etc.? Actualmente el político con más opciones de ser nombrado próximamente Presidente del Ecuador fue el ideólogo de la ley que desató  la ruina del país en 1999, pero con su carita de cómico mexicano de mediados del siglo pasado, ya nadie se acuerda de su trágica actuación, ni de las decenas de miles de desempleados, y muertos que su “idea” provocó.
    ¡Por favor! ¡Que para ser Alcalde o “prefecto provincial”, los conocimientos mínimos que hay que reunir son los de un genio! Hay que conocer y dominar ciencias tan complejas como la Ecología, Biología, Química y Física; así como técnicas como las Matemáticas, Arquitectura, Urbanismo, ingenierías, Planificación Regional, Economía, Sociología, etc., como MÍNIMO. No cualquier palurdo o cenutrio puede -si tiene un átomo de vergüenza- siquiera soñar con desarrollar con un mínimo de decencia la actividad de Alcalde o Gobernador de una Región.
     Pero, claro, ese es el DEBE SER. Muchos lectores estarán conteniéndose de la risa pensando en sujetos tan espantosos como Theodore Roosevelt, Neville Chamberlain, Adolf Hitler, Harry S. Truman, José Stalin, Mao TseTung, todos y cada uno de los presidentes de México a excepción de Benito Juárez, John F. Kennedy, Nixon, Bush (padre e hijo), Clinton, Reagan, Gorbachov, Berlusconi, Pinochet, Galtieri, Perón, Sarkosy, Jordi Pujol, Aznar, Zapatero, Rajoy, Trump, Yeltsin, Putin, Bashar-al-Ásad, Bolsonaro, Maduro, Ortega, Correa, los dos Kirchner, Moreno, Erdogan, Boris Johnson, Sánchez e Iglesias; especialmente los genocidas de estos días: Xi Jinping y Li Keqiang; etc., etc., etc., y podría seguir nombrando gobernantes hasta los del siglo V a.C., y diciendo: “pero si la mayoría de los gobernantes del mundo han sido unos cretinos químicamente puros”, ¿de qué nos está hablando este paisano? Y este paisano responde: todos esos nombres demuestran la Tesis sustentada en este artículo: la supresión de los grupos y clases sociales para consagrar a los individuos, que nació con el Humanismo en el siglo XV y consagró el Capitalismo, hace que cada individuo “vaya a lo suyo”, elija al suyo, el cual roba lo suyo y es protegido por los suyos. Y eso se llama: CORRUPCIÓN. La mente limitada, que solamente alcanza a ver y le importa lo aparente, es el terreno abonado en el que prosperan los corruptos (o podridos, ese es el significado etimológico de “corrupto”) y sólo puede producir situaciones repugnantes.
    El mecanismo que utilizan los canallas para embaucar mentes limitadas de votantes y apoderarse de los bienes públicos son las elecciones perversamente llamadas “democráticas”. Pero en ello también debemos asombrarnos de la demencia de las gentes: “no hay mayor signo de demencia que hacer las mismas cosas de la misma manera y esperar resultados diferentes” (Albert Einstein). Si el resultado de la primera votación democrática de la historia que se conoce condujo a la muerte de Sócrates, y fue realizada por el pueblo considerado el más culto de la civilización occidental, ¡ya pues! hace rato que debimos arrojar a la basura ese procedimiento equivocado y tramposo.
Y, ENTONCES, ¿QUÉ HACEMOS?
     Sacudir nuestras cabezas y deshacernos de toda la basura que nos han inoculado desde hace siglos, concretamente de estas tres basuras:
1. Solamente ver los fenómenos y no buscar sus causas ni, especialmente, sus consecuencias,
2. Los seres humanos no somos individuos autárquicos “libres e iguales en deberes y derechos”, sino y fundamentalmente miembros de grupos y clases sociales. A ellos pertenecemos y dentro de ellos debemos ejercer nuestros comportamientos determinados por nuestros genes altruistas.
3. Que la riqueza es la máxima aspiración de la vida, que el éxito se cuantifica en riqueza; y a la cual todos podemos acceder, nada más siendo “emprendedores”.
Así que la eliminación de esa basura implica desvelar que la riqueza es SIEMPRE producto de la pobreza; así como reconocemos y nos maravillamos de la luz porque odiamos la oscuridad, debemos odiar a la riqueza porque su existencia depende de la pobreza y de la miseria. Si un plátano se pudre en mi compotera, me siento un miserable, porque miles de seres humanos pudieron salvar su vida si hubiesen tenido ese plátano que a mí me sobró; veinte y cuatro mil personas mueren cada día de hambre en el mundo, el 75% de ellos (18.750) son niños menores de cinco años; CADA DÍA. A mí me da vergüenza. En cambio, si bien  es espantoso y terrorífico, el virus chino ha matado aproximadamente 2.615 personas al día en todo el mundo. Pero ninguna noticia aparece en periódicos ni redes sociales, ni a nadie preocupa la muerte diaria de NUEVE VECES más personas. Claro, obvio: en la segunda cifra puedo estar yo, en la primera sólo “ellos”.
Ya hace QUINIENTOS CUATRO AÑOS Tomás Moro encontró claro que había que destronar a la riqueza y repudiarla:

“Pues mientras ellos (los habitantes de la isla Utopía) comen y beben en vajillas de arcilla y de vidrio que en verdad están cuidadosa y correctamente construidas y sin embargo son de poco valor, con el oro y la plata construyen normalmente los orinales y otros recipientes que sirven para las más viles funciones…  Además, con los mismo metales hacen grandes cadenas, grilletes y esposas con las cuales atan a sus esclavos. Finamente, a cualquiera que sea infamado por algún delito le cuelgan aros de oro en las orejas, en sus dedos llevan anillos de oro y alrededor de sus cuellos cadenas de oro y al final sus cabezas son ceñidas con oro. Así procuran por todos los medios posibles que el oro y la plata sean considerados entre ellos como reproche e infamia… No concedían ningún honor a las suntuosas vestiduras, que las sedas eran despreciadas y el oro era infamado y escarnecido… Entraron tres embajadores con cien servidores…  adornados y peripuestos con todas las cosas que entre  los utopienses significaban o el castigo de los esclavos o la censura para las personas infamadas o las bagatelas con las que jugaban los niños pequeños…  Pues a los ojos de todos los utopienses …  Toda aquella suntuosidad de atuendo parecía vergonzosa y reprochable… Sí, deberíais de haber visto también a los niños que habían arrinconado sus perlas y piedras preciosas, cuando vieron unas parecidas prendidas en los gorros de los embajadores, como daban y empujaban con el codo a sus madres diciéndoles: Mira, madre, que zopenco tan grandullón; usa todavía perlas y piedras preciosas como si aún fuera un niño pequeño… (Y los tres embajadores) vieron más oro en las cadenas y grilletes de un esclavo fugitivo que todo lo que valían los costosos adornos de ellos tres…” (UTOPÍA, Tomás Moro. Colección Historia del Pensamiento. Ediciones Orbis S.A. Barcelona 1984, Págs. 143-145.)

Ahí está la solución, propuesta hace quinientos cuatro años: denigrar la riqueza y todos sus símbolos. Identificarla como la expresión y producto del robo y del expolio.
Mirar con indiferencia a aquellos que han amasado fortunas puesto que ellos también son víctimas del sistema. Si bien para amasarlas “legalmente” pusieron a los legisladores y jueces en su rol de pagos. Compadecerse de ellos puesto que sus mentes simples y limitadas les impidieron poner en práctica el consejo más sabio:

“No queráis amontonar tesoros para vosotros en la Tierra, donde el orín y la polilla los consumen, y donde los ladrones los desentierran y roban. Atesorad más bien para vosotros tesoros en el cielo [en el bienestar de todos los seres], donde no hay orín ni polilla que los consuman; ni tampoco ladrones que los desentierren y roben. Porque donde está tu tesoro, allí también está tu corazón… Ninguno puede servir a dos señores [a la riqueza y a la justicia], porque o tendrá aversión al uno y amor al otro, o si se sujeta al primero, mirará con desdén al segundo. No podéis servir a Dios y a las riquezas… Así que buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas se os darán por añadidura… (Mateo, 6:20-35)

Realmente debemos compadecernos de aquellos que desoyeron el consejo.
Despreciar y hacer la vida imposible a los que han robado los dineros públicos puestos a su custodia para usarlos en el bienestar colectivo. Y no confiar en una “justicia” que no existe ni en los jueces cómplices de los robos.
Compadecerse de unos y despreciar a los otros, que pudrieron de tal manera sus mentes que no pudieron ni siquiera sospechar que lo más útil a la humanidad y lo que más trasciende en el tiempo son la ideas que se enfrentan al azar, la incertidumbre, el caos y la imprevisible complejidad de la realidad; y los descubrimientos que arrancan a la naturaleza sus secretos. Ambos, luminosos e imperecederos tesoros se registran en libros que se asemejan a la luz de las estrellas, que se ve aún miles de años después de que su origen haya muerto.
Leonardo Miño Garcés. 2020-06-21


     

UN PAÍS MODELO, SIN ENFERMOS, SIN MUERTOS Y CON UNA ECONOMÍA PRÓSPERA

UN PAÍS MODELO: SIN ENFERMOS, SIN MUERTOS Y CON ECONOMÍA SOLVENTE

Leonardo Miño Garcés 



Este libro fue escrito en el año 1979 como resultado del trabajo de un grupo de arquitectos, ingenieros y biólogos que vieron “el potencial de integrar los principios de la Biología, producción de comida, generación de energía y el diseño del espacio de vida y comunidad para crear lugares donde uno pueda funcionar con total independencia de una tecnología “artificial” y centralizada; al mismo tiempo, vimos la necesidad de un centro en el cual la gente pueda combinar el aprendizaje teórico y filosófico con la experiencia práctica en nuestra áreas de trabajo: agricultura, arquitectura, construcción, ingeniería, biología y sistemas naturales. Nuestro objetivo inmediato se convirtió en la combinación de todas nuestras habilidades para el diseño y la construcción de un lugar que probaría sistemas de vida experimentales, ecológicamente estables y que conserven recursos… El reto es hacer a las ciudades ecológicamente estables y lugares saludables para vivir..”
     En pocas palabras, este grupo de brillantes profesionales logró el diseño y construcción de una residencia urbana sostenible, autosuficiente, autárquica, que -dado el caso- podía sostener la vida de sus ocupantes separados del mundo que les rodea.
    El proyecto y construcción fue realizado en el Farallones Institute y el libro publicado por Sierra Club Books. El libro es todo un tratado teórico y un muy detallado manual técnico de construcción, que incluye los detalles constructivos y de fabricación de cada uno de los elementos, tanto de la edificación como del equipamiento de ella y de su entorno para sostener la vida de sus ocupantes.
    Han pasado cuarenta y un años desde que esa vivienda se construyó y funcionó perfectamente (casi medio siglo), de manera que con los conocimientos científicos y la tecnología actuales, ya se puede diseñar y construir (o renovar y transformar) toda una ciudad, región o país de manera similar. Para no ir muy lejos, yo mismo he escrito dos libros, el uno contiene la Teoría de las Ciudades Sostenibles y el otro el proyecto detallado de una de ellas.
     Estas ciudades son totalmente peatonales, de manera que no consumen combustibles para la movilización de sus habitantes; producen sus propios alimentos, generan su propia energía; captan y purifican el agua que consumen y purifican y reciclan las aguas grises y negras; convierten sus residuos en recursos; y tienen al alcance de un recorrido peatonal todos los equipamientos necesarios para la vida: trabajo, educación, salud, recreación deportiva y socio cultural, comercio, atención a los grupos vulnerables, gestión pública y comunitaria, y servicios de emergencia. Tienen el índice de área verde por habitante más alto que la “ciudad más verde el planeta: Singapur”. Es decir, y nuevamente: son ciudades sostenibles, autosuficientes, y autárquicas.
     Con todo lo expuesto queda demostrado que el conocimiento y la técnica para lograr que una ciudad, región o país sea autosuficiente, ya existe. Pero la oportunidad de aprovechar ese bagaje de conocimientos fue criminalmente desperdiciado en estos primeros meses del año 2020.
      En efecto, las siguientes cuatro realidades son por demás conocidas por todos los habitantes medianamente informados del mundo:
     Primero: la República China en los últimos cuarenta y dos años ha acumulado una fortuna impresionante nada más que inundando de males a todo el Planeta, desde productos de paupérrima calidad hasta préstamos leoninos tramposos.
     Segundo, toda la fortuna se ha acumulado en manos de los jerarcas del Partido (mal llamado) Comunista, sumiendo en la más espantosa miseria a la mayoría de su población, obligándola a consumir cualquier objeto o desperdicio animal, vegetal o mineral que puedan obtener con su magros ingresos o escuálidas fuerzas para alcanzar cada día a sobrevivir en la precariedad. Unas pocas pero decisivas cifras demostrarán estas afirmaciones:
  • La población de China es de 1.395.380.000 habitantes.
  • La Población Económicamente Activa (PEA) es el 57,7% de la total, lo que equivale a 805.134.260 trabajadores potenciales.
  • El gobierno chino se ha planteado como objetivo que el desempleo no pase del 4,5% de la PEA, lo que implica que, en el mejor de los casos, o sea si se cumple el objetivo (que no se lo ha cumplido, porque el desempleo ha llegado hasta el 5,2% de la PEA), el número de desempleados será de 36.231.042.
  • Si el promedio de composición familiar en la China es de 3 personas por familia, entonces 108.693.126 personas no tienen ingresos para sobrevivir. ¡MÁS DE CIENTO OCHO MILLONES DE PERSONAS TIENEN QUE BUSCAR COMIDA ENTRE LA BASURA! Por supuesto que, en esas condiciones, cualquier murciélago muerto vale. Y, del murciélago sale el coronavirus, muta para afectar al desempleado, este contagia a la primera persona con la que se topa en la calle, esta a toda su familia, amigos y compañeros, estos se riegan por el mundo y, listo: PANDEMIA.
     Tercero: El 1% de la población China posee un tercio de la riqueza del país. China tiene ya más multimillonarios que los EEUU. El 25% de la población con menores recursos sólo detenta el 1% de la riqueza del país.
      Cuarto: la China tiene un régimen autocrático que para mantenerse en el poder necesita ocultar las realidades a su propio pueblo y al mundo. Tan es así que apenas un odontólogo anunció el contagio por coronavirus en la ciudad de Wuhan, y un periodista lo publicó, fueron encarcelados y ahora están muertos; y cuando el Gobierno Chino informó al mundo de la epidemia y bloqueó la ciudad, ya se habían repartido por el mundo millones de chinos portando el virus en sus narices.
     A la vista de esas realidades, era por demás evidente y no requería mucha inteligencia saber que apenas perforó la bruma de desinformación el conocimiento de que existía una epidemia en aquella desventurada nación, había que cerrar apresuradamente las fronteras de cada país por tierra, mar y aire.
     El país que lo hubiese hecho, no habría sufrido un solo enfermo por el virus chino, no habría lamentado un solo fallecimiento y, por añadidura, su economía no se habría detenido, sino fortalecido. De manera que el mundo no habría tenido 4.798.957 contagiados, 316.514 muertos (hasta este día: 2020-05-18), y su economía habría seguido boyante, incluso fortalecida. Pero no, para no detener la economía se prefirió la enfermedad y la muerte de los seres humanos, y al final se tuvo enfermedad, muerte y economía paralizada.
     Como ha quedado demostrado en la primera parte de este artículo, el aislamiento total y absoluto de un país es perfectamente posible. De manera que su economía puede seguir funcionando. Y, como si eso fuese poco, el aislamiento habría dinamizado la economía ya que se hubiese visto obligada a sustituir las importaciones por producción propia. Por supuesto que esa nueva producción no rendiría sus frutos al siguiente día, pero mientras tanto habría habido que vivir y funcionar con lo que se tenía al momento del aislamiento, que es muchísimo más de lo que se tiene ahora, con dos meses de paralización, y los gastos que implica atender a los enfermos y a los muertos. O sea que se habrían multiplicado los renglones productivos y de servicios para reemplazar los que se importan con desangre del escaso capital existente generado por el ahorro interno.
      Cabe la pregunta obvia: ¿Por qué no se lo hizo? La historia del comportamiento del mal llamado homo sapiens está presta a responder:     
      Porque la lógica, la racionalidad, la decencia y el bienestar común jamás han gobernado el mundo. Siempre lo ha hecho el ansia de lucro y la codicia. En una ciudad como la proyectada, desaparece la posibilidad de la especulación del suelo, de  la necesidad de los autos, del consumo de combustible, etc., de manera que grandes empresas nacionales y mundiales se verán afectadas en sus ingresos. La lógica y la racionalidad no gobiernan el mundo, es el reino de la estupidez. Por eso desde hace siglos rezamos a Dios: "venga a nosotros TU REINO", y "líbranos del reino de los canallas, de los idiotas, de los estúpidos y de los perversos". Pero, claro, solamente rezando no se logra nada.
    El conocimiento y la tecnología existen, pero la codicia y la estupidez predominan. El resultado: 4.798.957 contagiados, 316.514 muertos (hasta este día: 2020-05-18), decenas de millones de honestos y eficientes empleados echados a la calle, al hambre y a la miseria; y la economía del mundo colapsada.
      Ahora bien, la tragedia ya está presente. En el caso del Ecuador y de los países endeudados del tercer mundo, ¿cuál puede ser un enfrentamiento de la situación actual? Propongo el siguiente:
     El Gobierno del Ecuador y la Asamblea están buscando la manera de sacar dinero de los bolsillos de los ciudadanos, mediante "contribuciones", impuestos o baja de salarios. El problema real es que si se saca dinero del bolsillo de los ciudadanos se reduce su nivel de gasto, es decir, de compra. Eso deprime a todo el sector productivo porque la gente compra menos o nada, lo que hace que aquel tenga que despedir trabajadores o reducir salarios, con lo que se constituye un círculo vicioso: menos compra-menos venta-más desempleo-menos compra-menos venta, etc. También hay gritos reclamando que se cierren instituciones públicas supuestamente inservibles, con lo cual ocurriría lo mismo: más desempleo-menos compra-menos venta, etc. El dinero no hay que obtenerlo del bolsillo de los ciudadanos ni despidiendo gente, sino del NO PAGO DE LA DEUDA EXTERNA. En estos meses el único que paga deuda externa en el mundo es el Ministro de Finanzas del Ecuador (y paga el 100% del valor de los bonos de deuda, cuando esos bonos de una economía en quiebra y paralizada deben estar a menos del 30% en el mercado de valores internacional), con lo que siembra la duda de si los tenedores de bonos no le estarán pagando una comisión por hacerlo. Con ese dinero se debe formar un fondo para rescatar a la pequeñísima, pequeña y mediana empresa. Hay que notar que no incluyo a la gran empresa, debido a que la historia de las recesiones económicas en el mundo demuestra que las grandes empresas y los bancos guardan el dinero que reciben de los rescates, no lo invierten, mientras que las pequeñas invierten en su recuperación, lo que crea empleo; y se trata de -al menos- recuperar  el nivel de empleo de diciembre del 2019. Así como Hurtado y Febres Cordero rescataron a los bancos con nuestro dinero, ahora hay que rescatar a los pequeños y medianos empresarios PARA MANTENER O AUMENTAR EL EMPLEO. Eso reactivará toda la economía. También hay que poner en marcha un programa técnico y jurídico de recuperación de lo que se robó Correa; y aunque el éxito de ese objetivo tomaría años, hay que empezarlo ya.
    Está demostrado que la inversión en empleo tiene un efecto multiplicador de 1,5 o más. O sea que si se invierten mil millones de dólares en empleo, al cabo de un año ese dinero ha producido mil quinientos millones. Esto se llama RE-ACTIVACIÓN, lo otro se llama RECESIÓN.
    No se trata simplonamente de proclamar ante el mundo la negativa a pagar la deuda externa, sino de presentar un programa de recuperación económica que asegure que producirá réditos para pagar el próximo año.
      Y, por último, si los países afectados por la pandemia tienen dignidad, deberán demandar de la China el pago de todos los costos, perjuicios y pérdidas por la paralización de su economía y, si la China tiene dignidad, deberá apresurarse en pagar; aunque nada borrará de su historia la vergüenza por la pandemia provocada; nada pagará por nuestros muertos. 

LMG. 2020-05-18