viernes, 28 de enero de 2022

DE MALANDRINES, “ELEVADOS”, POLICÍAS, ABOGADOS, JUECES, PERIODISTAS Y “AUTORIDADES”

¡REALIDAD ESPANTOSA!

 

 

En la semana del 17 al 23 de enero se ha producido un aluvión de mensajes por las redes sociales, los periódicos, radio, televisión, comentarios de gente espantada y furiosa, manifestaciones, etc. Realmente se han transmitido más comentarios furiosos que virus chinos.

            La causa de tanto pánico y furia es que unos abogados y jueces han condenado a un policía a tres años y cuatro meses de prisión, a pagar diez mil dólares a cada malandrín “ejecutado extra judicialmente” y dos salarios mínimos vitales (850 dólares. No deberían llamarse salarios mínimos vitales sino salarios de hambre) de multa. ¡Que lindura de jueces! Un cabo de la policía con -según dicen- ocho cientos dólares de sueldo mensual, ¿cómo va a pagar ese dineral?

            En los mensajes se comenta que el policía salvó la vida de un adolescente, para lo cual tuvo que matar a dos malandrines que estaban asaltando a aquel, y que la condena es una ignominia, “una mierda” dijo un comentarista de radio, un injusticia intolerable, y que el Presidente de la República había prometido indultar al policía una vez que la sentencia sea “ejecutoriada”, en lenguaje abogadil.

            Me enviaron un video, en el que se ve y oye a un comentarista de radio todo despeinado, sudoroso, y extremadamente furioso, convertido (¿o será así siempre?) en un energúmeno lanzando rayos y centellas contra todo el mundo: abogados, jueces, fiscales, delincuentes, ministra de Gobierno, y a alguna otra “autoridad” a las que demanda a gritos “hacer base en Guayaquil”. 

            Tanto escándalo ameritaba una investigación antes de sumarse a las voces encolerizadas, así que procedí a hacerla.

            Mediante Google pude leer la noticia en los dos mayores diarios del país, El Comercio y El Universo (EFE. 19 de enero del 2022. 14h25). El primero es bastante escueto y no pone nada más de lo que se lee en WhatsApp, lo cual revela (para mí, confirma) la precariedad de la información de ese periódico. Pero el segundo es más específico, pone un resumen del veredicto, los principales argumentos del fiscal y del juez, un audio con las declaraciones del policía y un video del asalto. Así que me voy a referir y limitar a la noticia del último periódico nombrado.

            El hecho se ha producido el 11 de junio del año pasado en la ciudad de Riobamba.

            Los argumentos de la acusación sobre los que se basa el veredicto son que el asaltante había huído ya varias cuadras del sitio del asalto, que luego se le sumaron dos en una motocicleta; que el policía había disparado por la espalda a los asaltantes en su huida “más de una decena de disparos” desde una distancia de doscientos metros.

            El policía dice que los asaltantes no estaban huyendo sino que le “emboscaron”, que uno de ellos “se llevó la mano a la cintura”, él supone que para sacar un arma de fuego, y que es absurdo que pueda acertar a un blanco a doscientos metros. También dice que está tranquilo porque salvó la vida del joven.

            En el video se ve a un hombre gordo asaltando a un joven (no parece adolescente sino ya mayorcito), luego aparecen tres hombres de civil que asustan al asaltante, uno de ellos con un ama de fuego en posición de disparar (este es el policía juzgado); el asaltante huye y los tres lo persiguen; el joven recupera la calma y lo que parece ser su celular, se va caminando sin apuro; y no se ve más.

            En la notica se lee: “El agente mató a los dos involucrados, por lo que fue acusado de extralimitación en el uso de la fuerza”.

            El periódico cita el artículo 293 del Código Orgánico Integral Penal: “el delito de extralimitación en la ejecución de un acto de servicio se constituye cuando el servidor... se extralimite en la ejecución de un acto del servicio, sin observar el uso progresivo o racional de la fuerza...”. Vamos a ver.

            Primero, la deficiente redacción: “el delito de extralimitación... se constituye cuando el servidor... se extralimite”. ¡Obvio! A un alumno de escuela que redacte así habría que ponerle un cero y exigirle que “mañana se presente con su representante”, ¿no es verdad?

            Esta es una de las perlas brillantes de los abogados y legisladores: “Uso progresivo”. Veamos la definición de “progresivo”: “Que avanza o progresa. Que progresa o aumenta en cantidad o en perfección. Que avanza o aumenta gradualmente”.  O sea que, según nuestros brillantes abogados y legisladores y según consta en la genial ley ecuatoriana, la fuerza debe aplicarse poco a poco: primero un fuerte apretón de manos, luego un tremendo abrazo, luego una bofetada, luego un puñetazo, luego una patada en salva sea la parte, luego un golpe con un palo (cuidado, que el primero no sea de eucalipto), luego con un cable de acero, luego usar un puñal, luego una pistola, una ametralladora, una granada de mano, un cañón, una bomba atómica. Progresivamente, hasta alcanzar la perfección,no de una sola,; si lo hace de una sola es delito. ¡Genial!

            Pero la brillantez no acaba ahí, por favor fíjense en la letra “o”: “uso progresivo Oracional”. O sea que el uso progresivo no es racional y, en su defecto, vale un “uso racional de la fuerza”. ¿Cómo se va a aplicar objetivamente una ley subjetiva? ¿Cómo calificar objetivamente si la fuerza fue aplicada utilizando la razón o fue irracional? Por ejemplo, un certero disparo en medio de los ojos es perfectamente racional, más aún, si no interviene la razón es imposible acertar el disparo. Un karateca o judoca hace picadillo a cualquier ciudadano porque aplica magistralmente la razón en sus golpes o llaves de lucha, el oponente apenas se defiende con el instinto, no con la razón. Y, en términos filosóficos, LA FUERZA NUNCA ES NECESARIA SI INTERVIENE LA RAZÓN: si  a una persona racional le exigen por la fuerza que entregue el celular o la cartera o los zapatos, los entrega de inmediato, pero si es irracional emplea el instinto y se opone con la fuerza; solamente los irracionales (políticos, cancilleres, generales, empresarios y similares) hacen la guerra, los racionales llegan a acuerdos y terminan los conflictos de manera solidaria, con beneficio para todas las partes.

            ¡Y así quieren que los ciudadanos cumplamos las leyes, esos monumentales adefesios de leyes!

            El periódico complementa la noticia indicando que el policía no estaba de servicio, sino que pasaba por Riobamba en viaje a otra ciudad de destino en compañía de varios compañeros; que por ello estaban vestidos de civil; y que al ver el asalto decidieron intervenir.

            El Presidente de la República y la Ministra de Gobierno se manifiestan indignados y prometen al policía que “le daremos todo el apoyo necesario para que recupere su libertad”.

            Hasta ahí lo que se puede saber por el contenido de la noticia del diario El Universo.

            Luego pude ver dos videos más, en el uno el juez que condena dice que el policía disparó por la espalda, y que es imposible que alguien ataque de espaldas a otra persona. En el otro, el abogado defensor dice que según el informe forense las balas tienen una trayectoria “de izquierda a derecha”.

            Única y exclusivamente basado en esas noticias, me permito comentarlas.

1.    La autopsia debe revelar si los disparos fueron recibidos por los asaltantes en su espalda, de frente, o de costado como dice el abogado defensor. No puede ser que el juez tenga un informe forense y el abogado tenga otro. Si fue por la espalda no hay nada más que investigar, fue un asesinato. Si fue de costado o de frente hay que seguir investigando. Además, la misma autopsia debe revelar a qué distancia fueron efectuados los disparos, y si los blancos estaban en movimiento o no. Con esos informes técnicos se podría saber si los asaltantes estaban huyendo o emboscando al policía. Y los periodistas -incluido el gritoncito- debieron recabar el informe de la autopsia; sin él no hay manera de pronunciarse ni tomar partido, peor con tanta furia. 

2.    En un dictamen judicial no puede constar la frase “más de diez disparos”, ni “menos” ni “más o menos”, el fiscal debe presentar los casquillos como prueba, y decir exactamente cuántos fueron.

3.    Creo que únicamente Clint Eastwood en el cine con un rifle dotado con mira telescópica puede acertar a dos blancos en movimiento a doscientos metros y, si estaban escapando en una motocicleta, las balas debieron primero atravesar al pasajero de atrás y luego seguir viaje para acertar al conductor de la moto, a los dos por la espalda. Imposible lo que dice el juez, ni en dibujos animados.

4.    Ni en el video ni en ninguna parte se ve ni menciona que los asaltantes estaban armados.

5.    En el video no se ve que el asaltante golpee al joven, ni que lo amenace con ningún arma, solamente se los ve forcejeando, ni siquiera lo golpea. De lo que se ve, la vida del joven no corría peligro.

6.    Si los policías armados y vestidos de civil no aparecían podía haberse dado uno de dos hechos: o el malandrían se robaba el celular y los dos quedaban vivos, o el joven escapaba con su celular. En todo caso, nadie salía lastimado.

7.    Parece claro que el asaltante fue perseguido por dos o tres hombres armados vestidos de civil. Esa imagen sugiere a un asaltante desarmado perseguido por dos civiles armados. Incluso si le “dieron el alto” diciendo que eran policías, no había manera de saber que estaban diciendo la verdad.

Parece quedar claro lo siguiente:

-       El sistema judicial ecuatoriano es un adefesio, altamente precario, nada profesional ni en la técnica ni en los procedimientos necesarios ni en el texto de la leyes, un completo adefesio;

-       La policía ecuatoriana no está debidamente entrenada ni para enfrentar estos “complicadísimos” acontecimientos: el asalto de un robacelulares a un jovenzuelo “elevado”.

-       Los periodistas ecuatorianos son altamente deficientes, además de viscerales y gritones.

-       El Presidente de la República toma sus decisiones apresuradamente, también de manera visceral.

-       La población ecuatoriana se enfurece y toma partido también visceralmente.

-       Los habitates de este país (y del mundo) andan “elevados” como mudos por las calles con las narices pegadas al celular y no se percatan de los peligros que corren.

      

      El penúltimo comportamiento indicado se pone en evidencia, además de por los mensajes vitriólicos por todas las redes sociales, por reproducir las declaraciones del Presidente de la República de El Salvador, Nayib Bukele (que ya me tiene acostumbrado a sus discursos y declaraciones equivocadas, atrabiliarias, insolentes y prepotentes)  que reprende a los presos de sus cárceles con argumentos sacados de la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. Lo peor es que una monjita católica, que se supone ha dedicado su vida a seguir a Jesús, también reproduce ese discurso, como si Jesús hubiese proclamado y enseñado que “si te dan una bofetada en una mejilla, pues sácale la madre al desgraciado que se atrevió a hacerlo”. ¡Una lindura de monjita, mamitica, tan tierna!

 

El acontecimiento tiene, en mi criterio, dos causas, que están en la esencia del mismo y son las que deben ser analizadas, comprendidas y erradicadas. El resto son fenómenos o efectos obvios que se desprenden de aquellas y que se resolverán una vez eliminadas las causas.

Primero voy a referirme a los asaltantes. Les llaman delincuentes, lo que realmente significa que no respetan las leyes. Hay que tener mucho cuidado antes de denigrar a los que no cumplen las leyes. Vamos a ver. Las leyes son ideadas, concebidas, redactadas, expedidas y aprobadas por abogados y legisladores apoyados por una legión de asesores, todos ellos actuando bajo las directrices y órdenes de los empresarios que ponen y quitan presidentes y dictadores, que hacen las guerras, se enriquecen con ellas, etc., etc. Así que las leyes son expedidas -y luego aplicadas y defendidas- por asalariados de los empresarios (además de bobos y con pésima redacción).

El sistema capitalista necesita para su existencia y funcionamiento de un basto “ejército industrial de reserva”, mejor llamado masas de desempleados. Existe un fórmula matemática que demuestra que el capitalismo NECESITA el desempleo, o sea la MISERIA, para acumular riqueza. La tasa de desempleo es el combustible que mueve la economía. Al capitalismo no le conviene el pleno empleo. NECESITA una tasa de desempleo. (Ver al respecto: CAÍDA LIBRE. El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial. Joseph E. Stiglitz. Premio Nobel de Economía. Página 261)

Bajo el amparo de esas leyes la sociedad fabrica, engendra, cría desempleados; son sus criaturas.

Quien no cumple las leyes no necesariamente es un problema para la sociedad; históricamente los precursores del progreso han sido los que se han opuesto a las leyes. Henry David Thoreau prefirió ir a la cárcel que cumplir con una ley injusta. Claro que no es el caso de un robacelulares. Este simplemente es un malandrín.

Por supuesto que hay varias clases de delincuentes, unos roban setenta mil millones de dólares al país para el que fueron electos gobernantes “por decisión popular”; otros sacan sus capitales a los paraísos fiscales para eludir impuestos. Ese tipo de delincuentes contribuye a la producción de desempleados y de asaltantes. Ellos son los padres inmediatos de los asaltantes. Pero los contratos y cobro de comisiones mediante los cuales se llevaron esos dólares fueron hechos -al parecer, puesto que no hay juez que los acuse ni condene- estrictamente ceñidos a la ley; tan es así que, como declaró el gobernante pillado con “su” dinero en los paraísos fiscales: “yo he cumplido con las leyes ecuatorianas”. Así que ninguno de los dos es un delincuente, pero el arranchador de celulares a los incautos sí lo es y merece todas las penas de los hombres, el desprecio de toda la sociedad y la peor paila del infierno.  

 

“Gran parte del capital mundial circula por paraísos fiscales como las islas Caimán, que no se han convertido en un centro bancario de dos billones de dólares porque el clima allí sea particularmente propicio para la banca. Son “lagunas tributarias” creadas deliberadamente dentro del sistema regulatoriao global para facilitar el blanqueo de dinero, la evasión fiscal, la evasión regulatoria y otras actividades ilícitas... el gobierno (de los EEUU) ha hecho demasiado poco para restringir su uso para otros fines indeseables”. “Y mientras se insiste en la evasión fiscal, se hace poco para evitar otras prácticas nefastas del secreto bancario (como los paraísos para el dinero robado por los dictadores corruptos)...” (Joseph Stiglitz, Op.cit. págs. 287-288 y nota 29 del Capítulo 6. Subrayado mío).

 

Las leyes tienen nacionalidad, al pasar una línea imaginaria llamada frontera cambian; cambian en el espacio y cambian en el tiempo, con lo cual revelan que son artificiales, artificiosas y, como queda demostrado, tramposas e instrumentos de explotación y de expolio.

Con lo que también queda demostrado que lo importante no es cumplir las leyes, sino las normas de la moral, que son las que permiten la supervivencia de la sociedad, la preservación de la paz y el bienestar de los individuos, mediante -básicamente- el respeto a los demás y a la naturaleza. Y las normas de la moral no son redactadas ni expedidas por ningún tinterillo asalariado de ningún patrón, sino que vienen inscritas en los genes de los seres humanos bien nacidos; son, como decía Immanuel Kant, imperativos categóricos. Así que el gobernante mencionado antes “cumplió con las leyes ecuatorianas”, pero violó las normas de la moral.

El desempleado, cuando llega a la miseria sufre hambre, enfermedad, dolor; ve a sus hijos muriendo de hambre, enfermedad y dolor, termina perdiendo toda esperanza y echa mano de lo que les sobra a los que no padecen o no parecen padecer su misma situación. Y así surge el asaltante. Este es el delincuente que arrancha celulares a los “elevados” bobalicones. Por ello, no los llamaré delincuentes sino malandrines.

Y, las “técnicas” del asalto, ¿acaso las inventaron ellos mismos? No pues, las aprenden todos los días en los “bellísimos” canales de televisión, en los “streaming” famosos en el ámbito mundial. Hay una gigantesca industria multinacional perfectamente legal para producir toda esa basura que luego aprenden los arranchadores. ¿A quién hay que castigar y mandar a la cárcel, a los inventores de las “técnicas” o a sus alumnos?

Así que queda claro, los malandrines no se hacen a sí mismos, son criaturas de la misma sociedad que luego se rasga las vestiduras y dice detestarlos, los calumnia y pide para ellos todas las penas imaginables, incluso ponderadas por monjitas católicas. Cria a sus hijos, los empuja a actuar y luego, cuando sufre su actuación aplaude cuando los asesinan. Sociedad gazmoña, mojigata, escupe al cielo y luego maldice a su propia saliva que le cae en la cara.

Ahora me referiré a las víctimas de los asaltos. “Mientras más inteligentes son los celulares más estúpidos son sus usuarios”, lo dijo algún inteligente. Todos, en todas partes y situaciones andan con las narices pegadas a los celulares: en las calles, en los buses, trenes, metros y tranvías, en los restaurantes, mientras manejan vehículos y maquinarias, en las salas de espera de todos los servicios públicos y privados, en las reuniones y cenas familiares; no sé si incluso en el ataúd, en fin. En cenas familiares de cinco personas, tres de ellas mientras con una mano se meten una cucharada de sopa en la boca con la otra aporrean teclas; igual cuatro o cinco amigos en mesas de restaurantes. Como que piensan de sus compañeros: “tu conversación es tan aburrida que mejor veo si me llega algún escándalo o mal chiste al celular”. ¡Excelso respeto por los demás! Los conductores de vehículos manejan con dos dedos y con los ocho restantes aporrean teclas. “Es que puedo recibir mensajes importantes y urgentes”. ¡Venga!, que ni siquiera la única partera de un barrio de conejos tiene llamadas urgentes cada minuto de las veinte y cuatro horas del día!

En la calle, los hombres miran el celular para hacerse los importantes, ocupados y buscados. Claro, tienen que monitorear las cotizaciones de la bolsa, si hay sospecha de caída hay que vender, si la hay de alza hay que comprar. Incluso una caminata a botar la basura en el contenedor es un “viaje de negocios”, en la una mano la bolsa de basura en la otra el celular. Y, si, para mala suerte se cruza una chica con unos tobillos de infarto, esa distracción puede costar una fortuna. ¡Graciositos los hombrecitos y mujercitas de negocios! Las mujeres que no cotizan en bolsa, en cambio se defienden de los hombres mirando el celular, como esos niños pequeños que al jugar a las escondidas se cubren la cabeza con una manta y se imaginan que como ellos no ven a nadie, nadie les ve. ¡Graciositas las mujercitas!

De esa manera crean las oportunidades para que les arranchen el celular, basta un manotazo para hacerlo, no se necesita arma blanca ni negra. Y si alguien con necesidad objetiva o subjetiva pasa a su lado, pues de un manotazo puede ganarse... no sé, varios cientos de dólares. A mi mismo, cuando salía a la calle (hace dos años) y me cruzaba con uno de estos informatizados me entraban ganas de darles un manotazo o hacerles cosquillas para que suelten el celular y espabilen.

Y conste que no defiendo a los malandrines, simplemente me explico la situación, la interpreto, busco sus causas y, por consiguiente, tácitamente expongo las soluciones; siguiendo los consejos de Juan Montalvo: “no se enoje, no grite, no llore, no maldiga, no excomulgue, COMPRENDA”. Yo mismo he sufrido los asaltos, me vaciaron mi casa y me obligaron a salir de ella como alma que lleva el diablo; y meses después, a la entrada del departamento que arrendaba me pusieron tremendo pistolón en la cabeza para arrancharme una maleta de computadora, pero sin  computadora. Me quedé más blanco que alma de santo y con el corazón más rápido y ruidoso que martillo eléctrico para pulverizar piedra.

En todo caso, si lo que ha causado tanto alboroto y furia haya sido o no un asesinato, el policía no debería ir a la cárcel. Ningún ser humano debería ir a la cárcel. Al igual que en la elección de gobernantes, en que siempre se elige a los peores, la humanidad ha reprobado en la asignatura del tratamiento a los díscolos. En efecto, a lo largo de los siglos en todo el planeta y en toda la historia la cárcel no ha servido más que para embrutecer a los presos. No sé si existirá alguna estadística para conocer cuántos díscolos de cada millón salen de la cárcel convertidos en un Domingo Savio. Sólo he conocido a un ser humano que sabía qué hacer con los presos, el Dr. Jorge Crespo Toral, y ya se murió.

LMG. 2022-01-24.