lunes, 14 de noviembre de 2022

DETERIORO DE LA CALIDAD DE VIDA EN UN BARRIO URBANO

DETERIORO DE LA CALIDAD DE VIDA

EN AL ÁMBITO DE LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

¡ESTÁN CONVIRTIENDO NUESTRO BARRIO EN UN ANTRO!

 


Leonardo Miño Garcés[1]

 

Desde hace un par de años se ha venido produciendo un alto deterioro de la calidad de vida de los residentes en el ámbito de influencia de tres universidades y un colegio de la ciudad de Quito. Concretamente entre las avenidas 12 de Octubre, Ignacio de Veintemilla[2]y las calles Jerónimo Carrión, José Luis Tamayo, Leonidas Plaza y Vicente Ramón Roca.

            El fenómeno que se analiza es que en el espacio urbano mencionado, desde la mañana del lunes hasta la medianoche del viernes se congregan hordas de sujetos con el objetivo de libar alcohol, armar algazaras, escándalos e incluso -una vez embrutecidos por el alcohol- dar rienda suelta a sus bajos instintos agrediéndose mutuamente, hasta convertirse en verdaderos gamberros y delincuentes.

            Ante el llamado de los residentes al teléfono 911, la policía acude a desalojarlos de calles y veredas, pero no cumple con la sanción reglamentada de multarlos por beber alcohol en los espacios públicos, sino que simplemente los desaloja. Obviamente, apenas desaparece la policía los gamberros vuelven, en un juego ridículo del gato y el ratón. Los policías o los empleados municipales se han limitado a colocar letreros advirtiendo de la sanción con multa por beber en la calle, pero los gamberros y gamberras ya los han destruido, o sea que incluso son vándalos. Consumir licor en los espacios públicos es un delito flagrante, de manera que los policías deberían llevarse a los fulanos y fulanas y encerrarlos en una celda hasta que concurran sus padres a pagar la multa; con lo cual, además, ese delito quedaría registrado en su récord policial, el cual estaría en internet y sería fácilmente accesible por las empresas en las cuales busquen trabajo en el futuro e, incluso, por los padres de sus pretendidas esposas; a ver si se presentan a “solicitar la mano de la novia o del novio” con semejante “certificado”. Con lo cual queda demostrado que el simple “espantar” a los gamberros no es la solución. Hay que buscar la causa del fenómeno.

             Desde finales del siglo pasado en la ciudad de Loja no solamente está prohibido beber alcohol en los espacios públicos, sino que la costumbre ha hecho que sus ciudadanos no puedan ni siquiera concebir que eso se haga en alguna parte del mundo. Pero en la ciudad llamada “Luz de América” es más bien un signo de identidad de la misma.

            Cuando, reprimiendo mi repugnancia, he tenido que salir a esperar a alguien en la vereda y he tenido que colocarme cerca de algún grupo de esos he visto conductas truculentas, he oído conversaciones obscenas y de bajísima estopa, enlas que -con mucha frecuencia- son las mujeres las que incitan a los varones, les orientan a los sitios de venta de alcohol barato y francachela libre y, ligeras de ropa y moral, les incitan a cometer otras cosas más repugnantes. Incluso en tiempos de pandemia he visto desde la ventana grupos -y les he tomado fotos que tengo como evidencia- cometiendo actos que de solo mencionarlos se clasificarían en la sección de prohibidos hasta en los más bajos estratos de la sociedad.

            Hace menos de un mes a media mañana un sujeto ya voluntariamente descerebrado por la bebida desocupó la vejiga al pie de un árbol y se subió al vehículo de un visitante del edificio en el que vivo creyendo que era el suyo, por lo que tuve que sacarle como a un pelele y botarle en media calle como a la basura en que se había convertido.

            Vamos a ver. ¿Quiénes son los sujetos que componen las hordas mencionadas? Son sujetos (me niego a reconocerles el calificativo de jóvenes, porque evidentemente sus cerebros están deteriorados, y tampoco el de ciudadanos porque solamente tienen dicha calidad -según Aristóteles- los que actúan en la solución de los problemas de la ciudad) de entre quince y unos veinte y cuatro años; todos con mochilas (supongo que con libros nunca abiertos y cuadernos mugrosos en su interior); algunos con un saco celeste (del uniforme de uno de los colegios); de clase media baja a baja; hombres y mujeres. Se presentan de lunes a viernes, muy raramente los sábados por la mañana, nunca los días feriados; o sea, en días y horario de clases, aunque permanecen hasta altas horas de la noche. Todos los datos corresponden a personas que no residen en el barrio, sino que concurren a las instituciones educativas del sector; obviamente no son estudiantes, sino solamente matriculados en ellas. Así que su procedencia y origen de su presencia en el barrio son aquellas instituciones.

            Una vez identificados los sujetos toca buscar las causas de su reprobable y repugnante conducta.

            Surgen tres causas. Una: La sociedad a la que pertenecen tiene un bajísimo nivel cultural, científico y tecnológico; no ofrece a sus jóvenes oportunidades de realización ni empleos bien remunerados que requieran competencia estricta para obtenerlos, lo que lleva a los sujetos del comentario al convencimiento en que no se necesita saber mucho para conseguir trabajo, lo cual está reforzado porque la ineficiencia de sus empleados y gobernantes es endémica; el sistema judicial de la sociedad es altamente deficiente y no contempla penalidades rigurosas por el irrespeto a los demás ni por el mal uso del espacio público; no demanda calidad ni en sus ciudadanos ni en sus espacios. En suma, una sociedad deplorable, un país fallido.

            Dos: Las familias de las que proceden estos sujetos son de constitución precaria, con frecuencia viven con un solo padre que a duras penas puede pagarles una pésima educación y no tiene tiempo ni cultura ni ganas de educarlos; viven en refugios más que viviendas u hogares, con incomodidad, hacinamiento, promiscuidad o incluso violencia familiar, en suma lugares a los que más vale retrasar el regreso lo máximo posible.

            Tres: Las instituciones en las que están matriculados tienen un pésimo nivel educativo, cultural, científico y tecnológico, de manera que con asistir un par de horas a clase por semana o, máximo, por día, tienen más que suficiente para aprobar los cursos, y son estafados por aquellas porque les dan un título mal llamado “profesional” con el que medrar en un sub-mercado de trabajo menos que mediocre, con bajos salarios y ninguna exigencia de eficiencia ni de calidad.

            Ante esas causas del fenómeno, ¿qué podemos hacer los residentes del barrio? Son causas estructurales, no coyunturales ni transitorias. Se requiere un cambio estructural de la sociedad en su conjunto para eliminarlas. Pero, veamos qué podemos hacer. Primero, ataquemos a los causantes del problema en nuestro ámbito de residencia.

            Es altamente lamentable y fuertemente criticable y reprochable que sean las instituciones cuya función es elevar el nivel cultural de los ciudadanos las que provocan el deterioro del nivel de vida justamente en su ámbito de influencia.

            Las instituciones de las que -al parecer- salen esos sujetos son tres  “universidades”: Salesiana, Católica y Escuela Politécnica Nacional, y un colegio: Manuela Cañizares.

            Los directivos de aquellas seguramente eludirán su responsabilidad con el argumento que aquella se reduce a la conducta de sus matriculados en el interior de los predios de las mismas, pretendiendo olvidar que su responsabilidad -pagada por todos los ciudadanos- es educar a sus alumnos para desempeñarse en la sociedad,  no en el interior de los predios.

            En los años sesenta del siglo pasado, un muy prestigioso Inspector, profesor de Educación Física y entrenador de atletismo del Colegio Nacional Mejía salía a los alrededores del plantel a controlar a los alumnos que se fugaban de clase, ingresaba al Cine América, hacía encender las luces y -correa en mano- sacaba a los estudiantes y les obligaba a regresar a clase, en donde el profesor respectivo ya se encargaría de ajustarles las cuentas. Ese sí que era un educador, ya que además de ser excelente profesor se preocupaba de sus alumnos en sus actividades externas. ¡Qué tiempos aquellos! ¡Qué lástima los actuales!

            Esos ignorantes matriculados no saben que las veredas son diseñadas y construidas para facilitar y proteger la actividad peatonal dinámica, fluida; para desplazarse, movilizarse, no para permanecer, no para “estar”, apoltronarse y estancarse impidiendo la circulación. Se sientan en círculos en la vereda a beber y escandalizar obligando a los peatones decentes a bajarse a la calzada poniendo en peligro sus vidas y las de los motoristas. ¡Ignorancia y delito simultáneamente! O sea que se comportan exactamente igual que vulgares perros callejeros, que se sientan, revuelcan, saltan moviendo el rabo, duermen en la vereda y desocupan bajo un árbol. ¡Que vergüenza!

            Si aquellos matriculados fuesen realmente estudiantes y tuviesen una educación y entrenamiento intensivos no tendrían tiempo para pasarlo en las calles. Es inconcebible que estudiantes universitarios pasen desde las diez de la mañana hasta las mismas de la noche, de lunes a viernes en la calle, alcoholizándose y peleando. Los estudiantes de verdaderas universidades pasan estudiando, investigando, leyendo y escribiendo no menos de doce horas diarias, y los de colegios serios igual.

            Así que primero debemos demandar a los directivos de dichas instituciones por estafar a sus matriculados y agredirnos a los que residimos en su ámbito de influencia.

            Ya en octubre del 2019 y en junio de este año, dos “universidades” -la Salesiana y la Católica- nos agredieron al albergar hordas de terroristas y vándalos en los predios -que todos los ciudadanos financiamos con nuestros impuestos- para que, desde ellos, nos aterrorizaran con sus desmanes; encubiertos con el membrete de campesinos e indígenas -que no lo son, porque ni los campesinos ni los indígenas destruyen árboles ni los incendian, porque para ellos son sagrados, así como para nosotros y para todos los habitantes decentes de este planeta-. Si existiese un sistema judicial justo y eficiente en este desventurado país podríamos ejercer nuestro derecho de demandar a esas dos instituciones por daños, perjuicios y atentado a nuestra salud física y emocional. ¡Que espantosos, mediocres e hipócritas demuestran ser sus dirigentes y comunidades “religiosas”! Tampoco tienen la menor idea de lo que significa la Simbología del Espacio, que implica que los espacios transmiten símbolos, ideas, emociones e imágenes a los ciudadanos, y en el caso que se analiza, en lugar de que el ámbito de tres universidades transmita y signifique una idea de dignidad, cultura, ciencia y tecnología, forma en la mente de los ciudadanos la idea de un antro de perdición.

            Ya estoy imaginándome un diálogo entre dos amigos que viven en otro barrio de la ciudad, o en otra ciudad:

- “Chuta, hermano, tengo que irme a la Católica…

- ¡Estás loco! ¿No puedes hacer la gestión por Internet? Allá hay que ir con mascarilla, bien acompañado, con las manos en los bolsillos y caminar con cuidado porque no se puede transitar por las veredas. Espera un poco, voy a buscar otros dos amigos para acompañarte. Si hasta los muertos se agarran duro a la cama para que no les lleven a

velar a ese sector y dicen “allá no voy ni muerto”. Y hay que ir con las narices full tapadas”.

            A esa situación estamos llegando.

 

            Tal vez una carta firmada por los presidentes de las asambleas de copropietarios, o por todos los residentes, dirigida a los medios de comunicación, a los dirigentes de aquellas instituciones, a la ciudadanía del país y del mundo para denunciar el pésimo nivel educativo de las mismas podría tener algún efecto positivo. A ver si escarmientan.

            Luego, podríamos actuar directamente. Por ejemplo, es claro que las hordas de beodos en las horas de la noche se ocultan al amparo de la oscuridad, bajo un árbol o una marquesina. Ante lo cual, al detectar su presencia podríamos encender desde los pisos altos potentes reflectores que deslumbren a los borrachos y los alejen. Claro que no vamos a proceder como los “indígenas” a cortar los árboles bajo los que se ocultan. Durante el día podríamos arrojarles agua o salir a “regar la vereda”. En suma, tenemos que hacer acto de presencia y apoderarnos de nuestros espacios públicos, para cuya construcción y mantenimiento pagamos nuestros Impuestos, o sea que nos pertenecen y están siendo invadidos, emporcados y destruidos por los borrachos. Podríamos incluir en los reglamentos de los edificios la función de los conserjes y guardias -previo entrenamiento y provisión de equipamiento- para que alejen a los indeseables.

            He escuchado que en una tienda cercana venden un litro de licor a 75 centavos. Es obligación de los inspectores municipales de Sanidad recorrer periódicamente los locales para controlar la limpieza, calidad y precio de los productos; pero si son sobornados a cambio de dos frascos de licor no podemos hacer nada. Al fin y al cabo, los vendedores cumplen dos objetivos al hacer aquello: obtienen dinero para alimentar a sus hijos y, de paso, reducen la competencia que ellos tendrán a la hora de buscar trabajo, embruteciendo a sus clientes.

            No debe pasar inadvertido para los residentes que no solamente peligra su salud física y emocional, sino que también se deteriora su economía, puesto que la situación descrita desvaloriza día a día el precio de los departamentos, a pesar de que simultáneamente suben los impuestos a pagar a un Municipio voraz e inútil[3]. ¿Quién va a comprar un departamento en un barrio deteriorado y con imagen de antro de perdición? A menos que se lo venda a precio de gallina con pepa.



[1]Arquitecto. Magíster en Historia. PhD en Urbanismo Ecológico

[2]No debería llevar ese nombre: Juan Montalvo relata la historia espantosa de ese “General”. El

nombre debería ser Avenida Juan Montalvo.

 

[3]Este año he pagado el doble por impuestos municipales. ¿Hemos recibido el doble de servicios?NO. Entonces el Municipio nos está robando.

sábado, 19 de marzo de 2022

PARECE QUE YA SÉ LEER



PARECE QUE YA SÉ LEER,

¡a los setenta y cuatro años!

¿SERÁ?

Leonardo Miño Garcés

 

“Las buenas gentes creen que leer es fácil, yo llevo toda la vida aprendiendo y todavía no sé”

 

Hace ya casi medio siglo leí esa frase en un artículo de la Revista de Ciencias Sociales de la Escuela correspondiente de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central. Recuerdo todo el contenido del artículo pero no el nombre del autor del mismo (tal vez Agustín Cueva o Alejandro Moreano, no sé) ni el del autor de la frase (espero que me perdonen).

            En todo este tiempo he practicado los consejos del autor del artículo y he elaborado mi propio método de lectura que es, en resumen, el contenido de este artículo.

            Antes de describir aquel creo que es pertinente comentar mi método de selección de libros. Si voy a una librería sin el nombre del libro al que estoy persiguiendo (lo cual es raro) reviso las secciones que me interesan; primordialmente historia, ciencia, economía política, novela histórica, novela de misterio. Si me atrae el diseño de la portada, empiezo por leer la reseña en contratapa, luego la de la solapa, la reseña del autor y luego el índice. En la contratapa, si aparece que el libro “ha sido traducido a 76 idiomas y que se han vendido 37 millones de ejemplares” me da muchas ganas de dejarlo, porque si decenas de millones lo han preferido debe ser porque el libro es muy malo; además, el objetivo de la redacción de la contratapa es engañar a los incautos para que compren el libro. La Editorial Planeta me envía una relación de los libros del mes y en la primera frase pone el número de millones de ejemplares vendidos, con lo cual deja de interesarme.

            Generalmente me detiene solamente el nombre del autor; por ejemplo, si veo Umberto Eco, Jostein Gaarder, Edward O. Wilson, Dominique Lapierre, Bill Bryson, Isaac Asimov, Carlos Ruiz Zafón, Julia Navarro, Carl Sagan, Stephen Hawking, Agatha Christie, Edgar Allan Poe, Albert Camus,  Hannah Arendt, Naomí Klein, José Rodrigues Dos Santos, Gissel Escudero, y similares, solamente tengo que acordarme de si ya tengo el libro, y si no, lo agarro de inmediato.

            El caso de un escritor poco conocido, José Rodrigues Dos Santos (ejemplo de que los millones de ejemplares vendidos no es referencia útil) es impresionante. Es portugués, profesor universitario y tan enterado en historia, lenguas antiguas y ciencia, que escribe novelas en las cuales los protagonistas son los hechos históricos y los descubrimientos científicos. El me inició en el conocimiento de los telómeros de los cromosomas y por qué ellos son un indicador de la duración de la vida de cada individuo; que el autismo y el Síndrome de Down son causados por la trisomía 21 (los embriones tienen tres cromosomas 21 en lugar de dos); el hasta ahora no comprendido fenómeno de la doble rendija (el que demuestra que los fotones, o los electrones o los protones u otras partículas subatómicas pasan simultáneamente por dos sitios a la vez y causan ondas electromagnéticas incomprendidas, y que es la base de los complicadísimos aparatos de diagnóstico médico y otros más); la manera cómo el azar marca el universo en el que “todo está determinado pero es indeterminable”, y muchísimos otros conocimientos históricos y científicos. Ese autor empuja o incita a profundizar en los conocimientos que expone; tal es así que luego de estudiar en tres libros escritos por científicos el experimento de la doble rendija resultó que la explicación de José Rodrigues Dos Santos era la más clara. Así que apenas veo su nombre me lanzo sobre el libro a la velocidad de la luz. José Rodrigues dice: “Dan Brown utiliza la ficción para alterar la verdad, yo utilizo la ficción para transmitir la verdad”. Es muy difícil conseguir los libros de este autor, los he encontrado en otros idiomas, así que uno de ellos (EL ÚLTIMO SECRETO) tuve que bajármelo en portugués y traducirlo página a página con ayuda del traductor de Google.

            Pero la mejor referencia para conocer a un autor y sus libros la encuentro en otros libros. En efecto, cuando no se trata de una novela, todo escritor serio cuando hace una afirmación o relata un hecho, inmediatamente pone en nota de pie de página o notas al final del libro la referencia bibliográfica en la cual se puede buscar la fuente de la información. Entonces si en un libro encuentro una información importante, busco la referencia bibliográfica, conozco el nombre del autor y su obra y me lanzo a la caza de esa obra en internet en formato PDF, puesto que en este infortunado país de ágrafos y analfabetos funcionales es imposible conseguir un libro valioso. Por ejemplo, Joseph E. Stiglitz, en su libro CAÍDA LIBRE, El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial, tiene al final del libro -de 600 páginas- 111 páginas de referencias bibliográficas y páginas web de donde obtuvo la información. Si el lector quiere comprobar o profundizar en la información sólo tiene que digitar esas direcciones web. O sea que el autor, además de sus cálculos matemáticos propios, leyó y estudió a miles de autores y artículos para dar base a su libro. Este es un autor serio.[1]

            Dos ejemplos de autores a los que he conocido en las referencias bibliográficas contenidas en las notas de libros son: en el libro EL CUERPO HUMANO, Guía para ocupantes, de Bill Bryson, el libro CÓMO MORIMOS, de Sherwin B. Nuland; y en el libro DE ARQUÍMEDES A EINSTEIN, Los diez experimentos más bellos de la Física, de Manuel Lozano Leyva, el libro ¿QUÉ ES LA VIDA? del físico que descubrió la fórmula de la función de onda en la que uno de sus factores es la raíz cuadrada de menos uno (¡¿Cómo se puede ser tan inteligente?!), Erwin Schrödinger. Nada más leer las referencias bibliográficas inicié la caza de los libros en internet en formato PDF y, afortunadamente, los encontré y los descargué.

            Un caso lamentable es cuando encuentro que un autor “famoso” y con millones de ejemplares vendidos escribe mentiras desvergonzadamente, con lo que pasa a mi lista negra. Este es el caso de Yuval Noah Harari, vedette de moda actual.

            Otro caso espantoso es cuando un autor igualmente “famoso” tiene un pasado personal repelente, así que sus libros me causan igual repugnancia, veo su nombre y aparto la mirada. Mario Vargas Llosa es un ejemplo de estos sujetos.

            La última vez que visité una librería en Quito (en la Av. Seis de Diciembre a poca distancia de la Av. Colón), en enero pasado, solamente encontré una pugna entre el polvo y el desorden, que se disputaban la ocupación del edificio de dos pisos.

            Bueno, está bueno ya, pasemos a lo prometido, mi método de lectura.

            Primero tengo que aprovisionarme de mis lentes de lectura y un esferográfico con minas de tres colores; un buen asiento, y una posición con luz por la izquierda.

            Voy avanzando en la lectura y, si me topo con una frase trascendente la subrayo con rojo; si es de importancia coyuntural, con azul, y si es casual con negro.

            Si me provoca un comentario lo escribo con azul al margen del párrafo correspondiente. Cuando mis nietas me ven hacer todo eso me jalan de las orejas y me dicen: “¡Abuelito, no hay que rayar los libros!”.

            En la primera página del libro anoto el número de la página en la que subrayé los párrafos o frases con rojo y azul, junto con la razón de haberlo hecho.

            Si se trata de un libro electrónico hago igual, claro que no con un esferográfico, los libros electrónicos tienen opciones de subrayado y resaltado. Estos libros tienen la enorme ventaja de que si deseo la definición de una palabra, pongo el dedo en ella y al instante me aparecen tres opciones: diccionario, Wikipedia y traducción. Así que si me encuentro con palabras cuyo significado desconozco, al instante tengo su definición, una explicación suscita de Wikipedia o su traducción. Además, si busco una palabra o frase simplemente la escribo junto a la lupa y en un segundo aparecen todas las páginas en que está la palabra. Por ejemplo, me cuesta mucho comprender lo que son las reglas epigenéticas, así que pongo esas dos palabras junto a la lupa y aparecen todos los párrafos que las contienen y yo puedo repasar y releer. En un libro en papel eso sería un trabajo bárbaro, tendría que buscar hoja por hoja, imposible. ¡Formidable! ¡Gracias señores técnicos informáticos que nos ahorran tiempo y posibilitan que en segundos ampliemos nuestro conocimiento. Siempre y al instante agradezco a los inteligentes y/o esforzados trabajadores que produce de vez en cuando la humanidad y que la mejoran. (Al respecto recuerdo un artículo que escribí hace años con el título: ¿A cuántas personas debemos agradecer por la cucharada de sopa que nos llevamos a la boca?).

            Si considero que el párrafo o la página que acabo de leer puede tener interés para otras personas o es coyunturalmente importante y esclarecedor de alguna situación nacional o mundial del momento, al instante le tomo una foto y la pongo en Facebook, o Twitter o WhatsApp junto con mi comentario. Generalmente a nadie le interesa o hasta les molesta; otros se preguntarán: “¿y este loco en qué anda?”. Pero lo seguiré haciendo.

            No es raro que en un libro lea algo que ya he leído en otro, lo que me obliga a buscarlo para enfrentar en un pugilato dialéctico a los dos autores y sacar mis propias conclusiones. Así que salgo ganando doble.

            En resumen, me divierto a lo grande. Lo paso bomba, como dicen los españoles.

            Terminada la lectura del libro, no termina la diversión, faltan dos tareas. Leer todas los llamados que escribí en la primera página, o sea volver a leer todas las frases o párrafos subrayados con rojo y azul. Y, la última tarea -por el momento- es coger un cuaderno, poner de título el nombre del libro, del autor y el año de edición y transcribir a mano las frases o párrafos subrayados en rojo, adjuntándolas mis propios comentarios, observaciones o críticas, que van señaladas con un asterisco. Esa transcripción -si es pertinente- va acompañada de un esquema dibujado por mi mismo de la secuencia causal o lógica de argumentaciones de alguna parte del libro. Un ejemplo de este tipo de diagramas incluyo abajo.

            Ustedes dirán, bueno, pero una novela no requiere todo eso. No se crean, por ejemplo, las novelas de Carlos Ruiz Zafón sí lo requieren. Ese novelista es (fue, m... murió el año pasado) un extraordinario observador y crítico de la ciudad de Barcelona, de la sicología de las gentes, de los acontecimientos cotidianos y extraños, de los valores trascendentes y, en general, de la vida. La misma Agatha Christie tiene frases de gran ingenio y no se diga Edgar Allan Poe. Albert Camus escribió las novelas más profundas que he leído.

            El esquema que pongo como ejemplo al final de este artículo lo dibujé a partir del contenido de las páginas 157 y 158 del libro EL RELOJERO CIEGO, Por qué la evolución de la vida no necesita de ningún creador, del biólogo Richard Dawkins [2]. En el texto, Dawkins relata los efectos en el comportamiento de un organismo causados por la mutación de un gen a lo largo de muchísimas generaciones. En síntesis, la primera causa es la mutación de un gen y las últimas consecuencias son el cambio en la manera de comportarse frente al ambiente y,  la mayor prosperidad de una población. En capítulos previos el autor relata con gran detalle cómo funciona el sistema de eco-localización de los murciélagos, la electro-localización de otros animales, el funcionamiento del ojo humano, el proceso evolutivo que se produjo hasta la formación del ojo humano, y otras maravillas. ¡Un libro cautivador! ¿Se pueden imaginar que este biólogo escribe un programa de ordenador para ejemplificar la evolución acumulativa de los seres vivos a lo largo de 3.500 millones de años en la Tierra, y pone en su libro los dibujos que ejemplifican para profanos las fases de esa evolución? Leyendo cada página uno se avergüenza de ser tan bobo habiendo semejantes súper inteligentes.

 

Favor ver esquema en la última página.

 

A continuación pongo algunas poquísimas frases subrayadas en rojo y azul en algunos de mis libros y luego transcritas en el cuaderno, espero que sean para ustedes tan sugerentes como lo fueron -y lo son todavía- para mí. (Las frases que van precedidas de asteriscos son mis comentarios.)

 

“Parece llegado el momento en que el verdadero progreso sería parar esa locomotora llamada progreso, y frenar la apisonadora  del crecimiento insostenible...”

 

“El ser humano es rico en razón de las cosas de las que pueda prescindir”. 

 

“Se es mejor persona amando la verdad antes que las leyes y respetando el propio juicio antes que el de cualquier autoridad”.

 

“Cada año visitan menos pensamientos a los hombres en edad de crecer, pues la arboleda de nuestras mentes ha sido devastada, vendida para alimentar innecesarias hogueras de ambición, o enviada a la serrería, y apenas queda una ramita en la que posarse...”

 

Las frases anteriores son de Henry David Thoreau, del libro DESOBEDIENCIA CIVIL Y OTROS RELATOS.

* Thoreau fue el apóstol de la desobediencia civil y del ecologismo, que anticipó la alternativa de la redistribución de la riqueza ya producida.

 

“Que difícil es conseguir que un hombre comprenda algo cuando su sueldo depende de que no lo comprenda” Upton Sinclair, citado por Naomí Klein, en el libro ESTO LO CAMBIA TODO, Pág. 67.

 

“¿Quién es sabio entre los hombres? Aquel que aprende de cuanto le rodea.

¿Quién es el héroe de cada día? El que vence sus instintos, el hombre magnánimo, generoso.

¿Quién es rico en este mundo material? El que se contenta con su trabajo.

¿Quién debe recibir honores de sus semejantes? El que honra a los demás.

Del libro EL SELLO DEL ALGEBRISTA. Jesús Maeso de la Torre. Pág. 272.

 

“No hay recurso al que una persona normal no echará mano par evitarse el trabajo de pensar”. Thomas Alva Edison.

 

Miren esta maravilla de descripción de la relación entre las funciones de las distintas partes del cerebro y el comportamiento de las personas:

El Neocórtex: la iniciativa y cautela están localizadas en el neocórtex, región donde se ubican muchas de las funciones cognitivas que mejor definen al hombre como tal. El neocórtex tiene cuatro regiones o lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital. Existen gran número de conexiones neurales en el cerebro subcortical. Cada una de las regiones del neocórtex regula multiplicidad de funciones, muy distintas unas de otras, pero es probable que algunas sean ejercidas por más de un lóbulo a la vez.

Lóbulos frontales: reflexión y regulación de la acción. Anticiparnos y planear el futuro. Anticipación motora y cognitiva. Evaluar las posibles consecuencias de los movimientos voluntarios. Nexo entre visión y postura erecta y bípeda. Así que, regulan el sentido de anticipación al futuro. Deben ser el emplazamiento obligado de los sentimientos de inquietud, ansia, desazón. El precio que pagamos por la previsión del futuro es la desazón que ello engendra. Pero necesitamos de los componentes fatalistas para sobrevivir. Han sido el origen y la motivación para la ética, la magia, la ciencia y los códigos legales, la futurología.

            La ventaja que procura el pronóstico de las catástrofes radica en la posibilidad de adoptar medidas para impedir que se reproduzcan, sacrificando las ganancias inmediatas a favor de unos beneficios a largo plazo. Una sociedad que, como resultado de esta capacidad de anticipación, alcanza un alto nivel de seguridad material, genera el tiempo libre necesario  para impulsar el progreso social y tecnológico.

            La civilización tal vez sea producto de la actividad de los lóbulos frontales.

Lóbulos parietales: percepción espacial e intercambio de información entre el cerebro y el resto del cuerpo.

Lóbulos temporales: tareas perceptuales.

Lóbulos occipitales: vista.

Transcrito de: LOS DRAGONES DEL EDÉN. Carl Sagan. Páginas 75 y ss.

 

            Miren la confirmación de que la “democracia” se compra, a tanto por voto. Los congresistas cambian su voto en cuatro días a cambio de dinero:

En la votación inicial, el 29 de septiembre de 2008, el decreto TARP (Programa de Alivio de Activos Depreciados) fue derrotado por veintitrés votos en la Cámara de Representantes. Tras la derrota, la administración Busch montó una subasta. La administración preguntó, en la práctica, a cada uno de los congresistas que se habían opuesto,cuánto dinero necesitabanen donaciones a sus distritos y a sus representantes para que cambiaran su voto. Treinta y dos demócratas y veintiséis republicanos que votaron “no” al decreto original cambiaron de bando para apoyar el TARP en el decreto revisado, aprobado el 3 de octubre de 2008... El decreto revisado contenía una partida de 150.000 millones de dólares en condiciones fiscales especiales para sus representados. Nadie dijo que se podía comprar por poco dinero a los miembros del Congreso...”Del libro CAÍDA LIBRE, El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial. Joseph E. Stiglitz. Premio Nobel de Economía. Páginas 229-230.

 

            La tremenda “honestidad” de los banqueros:

“Para mí, el tema de la transparencia tiene que ver realmente con el engaño. Los bancos estadounidenses estaban activamente dedicados a engañar: quitaban el riesgo de las cuentas de resultados para que nadie pudiera valorarlo. La magnitud del engaño que se consiguió es alucinante: Lehman Brothers pudo declarar que tenía una red que valía 26.000 millones de dólares poco antes de desaparecer, cuando tenía un agujero en su cuenta de resultados de casi doscientos mil millones...” Stiglitz, Op.cit. Pág. 281-282

 

            No hay fortuna sin expolio, no hay riqueza sin pobreza: esta realidad de la sociedad la he visto demostrada a lo largo de la historia hasta la saciedad y la repugnancia. Veamos tres realidades económicas recientes que lo demuestran:

“Las injusticias que se han hecho evidentes con la caída de los sueldos y el aumento del desempleo al tiempo que los bonos de los banqueros se incrementaban y se reforzaba la riqueza de las empresas extendiendo la red de seguridad para las compañías y reduciendo la de los ciudadanos corrientes ha generado amargura e indignación...” Stiglitz, Op.cit. Pág. 359.

“Otra razón por la que el sistema actual contribuye a la inestabilidad es que si algunos países insisten en tener un superávit comercial (en exportar más de lo que importan) para acumular reservas, otros países tienen que tener déficit comercial; la suma de los superávits debe ser igual a la suma de los déficits...”(Págs. 392-393)

“La economía era eficiente, en el sentido de que nadie podía beneficiarse sin perjudicar a otros  a menos que se dieran unas condiciones muy concretas...”(las cuales nunca se dan) (Pág. 405)

“...las retribuciones de los ejecutivos se hayan disparado, cuando lo que cobraba un alto ejecutivo pasó de ser unas cuarenta veces lo que cobraba un obrero hace treinta años a cientos o miles de veces más. Los ejecutivos de alto nivel no se han vuelto más productivos ni más escasos de la noche a la mañana... los bonus de los ejecutivos financieros siguieron siendo altos cuando quedó probado que su contribución había sido negativa tanto para las empresas que los empleaban como para la sociedad en general... Pág. 414)... Los consejeros delegados del Índice Standard & Poor´s 500 cobraron de media 10,5 millones de dólares el año pasado, 344 veces el salario del trabajador estadounidense medio... El año pasado, los 50 gestores mejor pagados de los fondos de inversión libre y capital riesgo se embolsaron una media de 588 millones de dólares cada uno, más de 19.000 veces lo que cobra un trabajador estadounidense medio...(Nota 17 del Capítulo 9, Pág. 581). (A continuación el autor pone todas las fuentes de estos datos).

            Y, hay que recordar que estos “ejecutivos” causaronla crisis económica mundial que empezó el año 2008, o sea que su trabajo provocó el desempleo de miles de millones de trabajadores y la miseria global, pero nunca devolvieron un solo centavo de sus retribuciones y ni uno solo fue a la cárcel. ¡Que linda sociedad!

 

            El “señor” Roberto González, Presidente Ejecutivo del Banco del Pacífico declaró en entrevista al Diario El Universo el 26 de enero de este año, que hay que vender el Banco puesto que “el MIEDO que hay es que en cualquier momento el banco se convierta en partido políticoy se pierda la objetividad y prudencia bancaria”. Para ello el Presidente viajó a la China a vender dicho banco, la Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT), y los minerales del subsuelo. O sea que no son razones económicas, ni financieras las que impulsan a la venta del banco, sino un SENTIMIENTO DE MIEDO. Está claro que ese “Presidente Ejecutivo” jamás leyó la frase de Marie Curie:

 

 “No hay que temer a nada en la vida, sólo tratar de comprender, a mayor comprensión menos miedo”.

 

¿Está la economía del país en manos de quinceañeras bobaliconas miedosas? No. La razón verdadera de la venta del banco se encuentra en la realidad que se describe en el siguiente párrafo:

“La ideología del libre mercado resultó ser una excusa para nuevas formas de explotación: “Privatización” significó que los extranjeros (esta vez los chinos) pudieran comprar minasy campos petrolíferos en los países en desarrollo a bajo precio. También significó que pudieran embolsarse enormes beneficios de monopolios o casi monopolios, como ocurrió en las telecomunicaciones... Stiglitz, Op.cit. Pág. 376. Frase mía entre paréntesis.

 

            ¿Saben ustedes una de las razones por la cual los servicios de salud de los países pobres tienen tantas carencias, déficits y penurias? La encontré en la nota número 20 del capítulo ocho del libro citado de Joseph E. Stiglitz, en la página 574:

“El personal del British National Health Service (Servicio Nacional de Salud Británico) está formado hoy en día en gran parte por médicos y enfermeras formados en el extranjero. La llegada masiva de profesionales de la salud procedentes de países en desarrollo al Reino Undo, a Estados Unidos y otros países idustrializados avanzados contribuye a la calidad de la asistencia de esos países, pero priva al sistema de salud de los países en desarrollo de un personal esencial. Naturalmente hay otros factores (como la falta de financiación) que también agravan los problemas del sector sanitario en muchos de esos países en desarrollo. Ver Tikki Pang, Mary Ann Lansang y Andy Haines, “Brain Drain and Health Professionals”, British Medical Journal, vol 324 (2 de marzo del 2002), pp. 499-500, disponible en http://www.bmj.com/cgi/content/full/324/7336/499.”

¡Un lujo de referencia bibliográfica!

 

            Ahora veamos algunas frases geniales de las novelas de Carlos Ruiz Zafón:

(En el Cementerio de los libros olvidados) “Este lugar es un misterio, Daniel, un santuario. Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza su mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte...”

 

“Al poco me asaltó la idea de que tras la cubierta de cada uno de aquellos libros se abría un universo infinito por explorar y de que, más allá de aquellos muros, el mundo dejaba pasar la vida en tardes de fútbol y seriales de radio, satisfecho con ver hasta allí donde alcanza su obligo y poco más...”

 

“La televisión, amigo Daniel, es el Anticristo y le digo yo que bastarán tres o cuatro generaciones para que la gente ya no sepa ni tirarse pedos por su cuenta y el ser humano vuelva a la caverna, a la barbarie medieval, y a estados de imbecilidad que ya superó la babosa allá por el pleistoceno. Este mundo no se morirá de una bomba atómica como dicen los diarios, se morirá de risa, de banalidad (*la banalidad del mal, que dijo Hannah Arendt), haciendo un chiste de todo, y además un chiste malo...”

 

A los ex alumnos del Colegio San Gabriel les vendría bien leer la página 236 de la novela LA SOMBRA DEL VIENTO, en la que el autor describe el Colegio de San Gabriel de Barcelona. Yo lo disfruté.

 

“...el dinero es como cualquier otro virus: una vez pudre el alma del que lo alberga, parte en busca de sangre fresca... El modo más eficaz de hacer inofensivos a los pobres es enseñarles a querer imitar a los ricos...”

 

“Es curioso cómo juzgamos a los demás y no nos damos cuenta de lo miserable de nuestro desdén hasta que nos faltan, hasta que nos los quitan. Nos los quitan porque nunca han sido nuestros...”

 

Todas esas pocas frases son de novela LA SOMBRA DEL VIENTO.

 

“Al fin y al cabo, ¿qué clase de ciencia es ésa, capaz de poner un hombre en la Luna pero incapaz de poner un pedazo de pan en la mesa de cada ser humano?

-       A lo mejor el problema no está en la ciencia, sino en quienes deciden cómo emplearla...”

 

En el cementerio de Sarriá:

“- Esto está un poco muerto...

- Te equivocas. Aquí están los recuerdos de cientos de personas, sus vidas, sus sentimientos, sus ilusiones, su ausencia, los sueños que nunca llegaron a realizar, las decepciones, los engaños y los amores no correspondidos que envenenaron su vidas... todo está aquí, atrapado para siempre...

- No se puede entender nada de la vida hasta que uno no entiende la muerte...

- La verdad es que yo no pienso mucho en eso...

- O sea, que eres uno de los pardillos desprevenidos...

- El caso es que, según dicen, la muerte tiene emisarios que vagan por las calles en busca de los ignorantes y los cabezas huecas que no piensan en ella...”

 

“El tiempo hace con el cuerpo lo que la estupidez hace con el alma... lo pudre...

- Si la gente pensara una cuarta parte de lo que habla, este mundo sería un paraíso...

- Sí, pero nosotros estamos interesados en la verdad...

- La verdad no se encuentra, hijo. Ella lo encuentra a uno...”

“ La verdad siempre está a salvo de la gente...”

 

Un médico que se convierte en científico para vencer a la muerte:

“Esto es lo que hace la naturaleza con sus hijos. No hay mal en el corazón de los hombres, sino una simple lucha por sobrevivir a lo inevitable. No hay más demonio que la madre naturaleza... Mi trabajo, todo mi esfuerzo, no es más que un intento por burlar el gran sacrilegio de la creación...”

 

“- Mijail, ¿te acuerdas de aquel día, cuando me preguntaste cuál era la diferencia entre un médico y un mago? Pues bien, Mijail, no hay magia. Nuestro cuerpo empieza a destruirse desde que nace. Somos frágiles. Criaturas pasajeras. Cuanto queda de nosotros son nuestras acciones, el bien o el mal que hacemos a nuestros semejantes...”

 

“Solía decir que nadie merece tener un céntimo más de lo que estaba dispuesto a ofrecer a quienes lo necesitan más que él...”

 

“- Un buen amigo me dijo una vez que los problemas son como las cucarachas... Si se sacan a la luz se asustan y se van.”

 

“...toda una vida le había enseñado que cuanto tenía por cierto era una simple ilusión y que había demasiadas lecciones que no valía la pena aprender...”

 

Estas son de la novela MARINA, de Carlos Ruiz Zafón.

            Y tengo otras muchísimas perlas de tres novelas suyas, y todavía no he leído otras tres.

            En mi estudio tengo como tres mil autores sabios y prudentes sentaditos esperando turno para ser leídos. ¡Imagínense los tesoros que tengo en mi estudio! Valen más que todo el oro y los diamantes del mundo.

 

            A continuación, el esquema prometido dibujado por mí a partir del contenido de las páginas 157 y 158 del libro EL RELOJERO CIEGO, deRichard Dawkins:

 



            

 

 Así que parece que ya sé leer, aunque cada lectura es un ejercicio más, tal vez algún día alcance la maestría en la técnica de la lectura. Pero claro, tengo una deuda con quienes me iniciaron en esta hermosísima actividad: muchísimas gracias Sra. Esther de Montesinos y Sra. Leonor de Nieto, profesoras de primer y segundo grado en la Escuela Municipal Eugenio Espejo de Quito en los años 1953 y 54; y gracias al autor del artículo señalado en las primeras líneas. Seguiré esforzándome.

 

LMG: 2020-02-14

            

            

 



[1]Es oportuno comparar esta conducta con los miles de millones de mensajes que ha provocado la pandemia del virus chino, en los que se lee, oye o ve videos de sujetos inescrupulosos que dicen que alguien “dice” o que “la OMS dice” cualquier estupidez, pero no presentan las fuentes de la información para poder verificarla. En estos dos malditos años la palabra “dicen” se ha convertido en la más odiosa.

[2]TusQuets Editores, Barcelona. Primera Edición, mayo 2015. Editorial Planeta Colombia S. A.