domingo, 4 de octubre de 2020

PRINCIPIOS QUE TRASCIENDEN EL TIEMPO

LOS PRINCIPIOS QUE TRASCIENDEN EL TIEMPO

Para enfrentar el azar y la casualidad

 

Leonardo Miño Garcés

 

En salvaguardia de todos los niñitos del mundo,

incluidos los 285.000 que nacen cada día.

Si se cumpliese uno solo de estos principios,

dejaríamos a las siguientes generaciones un mundo mejor que el que recibimos,

Y nuestra vida habría tenido sentido. 

 

Una de las realidades más complejas y angustiantes de los seres humanos es la incertidumbre, lo efímero, no solamente de la existencia sino absolutamente de todo: la alegría, la tranquilidad, la paz, el empleo, la salud, el dolor (afortunadamente), etc.; todo dura poco y cambia. Y todo está regido por el azar, por el caos; inclusive las leyes físicas están limitadas por el principio de incertidumbre de Heisemberg. “Todo está determinado pero permanece indeterminable”[1], lo que significa que en la naturaleza todo está determinado, pero los seres humanos no pueden (todavía) identificar ni cuantificar la red de causalidad de los fenómenos ni las relaciones ni impactos mutuos entre sus componentes, por lo que estos permanecenindeterminables; lo que nos restringe a afirmar que no hay ningún plan ni propósito que determine nada. No hay ninguna evidencia que sustente la afirmación idealista de que todo tiene un propósito, de que “la vida de cada uno está contenida en un plan sobrenatural” o de que “Dios tiene un plan para cada uno”. No hay “un gran plan cósmico”; “la vida no tiene guión, ni dramaturgo, ni director, ni productor… ni sentido”. Más bien la ciencia ha demostrado que “el universo es un proceso ciego y sin propósito, lleno de ruido y furia pero que no significa nada. Durante nuestra estancia infinitesimalmente breve en la diminuta mota que es nuestro planeta, nos preocupamos y nos pavoneamos de esto o de aquello, y después ya no se oye más de nosotros” (HOMO DEUS, Yuval Noah Harari, DEBATE, 2015.) [2]     

          Sin embargo y para paliar todo lo anterior, este ensayo pretende destacar algunos principios que trascienden el tiempo histórico, que son válidos para todas las épocas y todas las culturas, regiones geográficas, etnias, razas y religiones (trascienden el tiempo, el espacio y las ideologías); son objetivos universales y -de cumplirse- contribuirían a atenuar y hacer más llevadero el sufrimiento y la incertidumbre producidas por lo efímero y azaroso de la existencia humana; o sea que -en mi criterio- son válidos mientras exista la especie humana. Es más, son los que pueden hacer la vida más llevadera y soportable.

            Entre ellos están los siguientes:

           

            RESPECTO DEL TODO: EL COSMOS Y EL PLANETA TIERRA:

1.   El cosmos es un solo sistema, el planeta Tierra es un subsistema componente del mismo, y cada especie orgánica en el planeta tiene una función en el sostenimiento y la supervivencia de las demás. Cualquier pequeña variación de uno de los componentes influye en todos los demás y en todo el sistema. La especie humana, por tener un cerebro con capacidad de conocer y comprender el sistema -aunque sea en sus rasgos básicos- tiene la responsabilidad de preservar su sostenibilidad.

2.     La sostenibilidad de las condiciones de vida en el planeta Tierra. La producción y consumo de los bienes y servicios que requieren los seres humanos deben limitarse por el resultado de la fórmula matemática: capacidad de carga = huella ecológica (CC=HE). En palabras simples: el volumen de consumo de su población no debe exceder a la capacidad natural de su propio territorio para producir y reproducir los recursos del ecosistema y regenerar sus suelos, aguas y atmósfera; y ello debe ser lo justo y necesario para  posibilitar una vida decente a todos y cada unode los pobladores y, además, estos deben convertir el 100% de sus residuos en recursos.

 

RESPECTO DE LA SOCIEDAD HUMANA:

  1. La plena, total y absoluta igualdad de todas las razas, etnias y similares. El análisis genético ha demostrado que todos somos iguales. Y, si existe algún grupo social que vive en aislamiento en simbiosis con las selvas, que nadie le lleve cruces, ni medias lunas, ni hoces con martillos, ni teléfonos celulares, todo aderezado con virus y bacterias que diezmarán al grupo.
  2. La desaparición de la explotación de unos seres humanos por otros, o sea, la desaparición de las clases sociales; de la acumulación de la fortuna en unas pocas manos a costa de la pobreza y de la miseria de los demás. La distribución equitativa de la riqueza.
  3. La libertad de culto. Que cada uno adore o rinda culto al dios que le parezca o a ninguno.

“…vuestra fuerza es la Biblia, la nuestra el Corán.

-¿De verdad crees que Yahvé o Alá están preocupados porque dos jóvenes se enamoren? ¿No será al contrario? ¿Hasta cuándo vamos a permitir que la religión nos separe y provoque una mirada diferente de los unos hacia los otros?... Huimos de Rusia porque nos perseguían no sólo porque somos judíos, también porque queremos un mundo diferente, donde todos los hombres seamos iguales, tengamos los mismos derechos y los mismos deberes, donde no se persiga a nadie rece a quien rece, piense lo que piense....”[3].

 

4.  El pleno empleo, con garantía de permanencia y un salario justo, suficiente para satisfacer las necesidades objetivas de supervivencia, mantenimiento y mejoramiento fisico e intelectual de cada trabajador y su familia; de manera de liberar al ser humano de la esclavitud de dedicar su vida exclusivamente a trabajar para comer y a vivir en la incertidumbre permanente de si mañana tendrá trabajo. El monto del salario debe ser suficiente para garantizar al trabajador y a toda su familia -por lo menos- una alimentación y vestido adecuados, una vivienda mínima óptima, y un ambiente sano. Además, el monto del salario debe contener una fracción que se deposite en un fondo de pensiones, el cual invierta en el mercado financiero y productivo toda la masa monetaria recibida de los trabajadores, de los empleadores y del Estado y, con el rendimiento de dicha inversión pague una pensión decente a los jubilados hasta su muerte.

5.     La plena y libre educación, que libere al ser humano de la esclavitud de la ignorancia, del dogma de cualquier tipo, religioso, económico o político. Que se limite a proporcionarle oportunidades para recibir sensaciones, las cuales al convertirse en estímulos, le impulsen a obtener sus propios datos; a cuestionarse y preguntarse por todo; a buscar por sí mismo la explicación, las causas y consecuencias de todos los fenómenos, naturales y sociales. A comprender que todo tiene una causa, pero también una consecuencia, con lo que hará conciencia de la responsabilidad de sus actos. Que en todos los centros educativos se exhiba y practique la exhortación de la Universidad de Gotinga: “No están aquí para rendir culto al conocimiento, sino para ponerlo en tela de juicio”[4]

6. La plena salud, lo que implica que el Estado debe garantizar la atención universal, gratuita y del más alto nivel, de la salud de todos los habitantes, desde el mismo momento de la concepción hasta su funeral.

7. La libertad de los padres o de la madre de decidir si y cuándo traer hijos a este mundo. El mito de la sacralidad de la vida, basado en que “la vida es un don de Dios” ha producido miserias y sufrimientos sin cuento durante toda la historia humana.

Si aquel mito fuese cierto, significaría que existe un dios que, además de velar por lo que ocurra con todos y cada uno de los átomos del cosmos infinito, aún le queda tiempo para sentarse ante un súper ordenador y decidir a qué mujer otorgar un niño. Con lo cual uno de sus infinitamente innumerables dilemas sería el siguiente:

 

“A ver, aquí tengo a una señora con todas las virtudes posibles en el ser humano, ha formado una familia ejemplar y tiene los recursos suficientes para que su hijo tenga (dentro de lo humanamente posible) asegurada una vida próspera; y, en la misma ciudad tengo a una niña de 14 años violada por su padre, y que si tiene un niño fruto de esa violación, nacerá con deformaciones físicas y limitaciones mentales, su madre no tendrá capacidad mental ni emocional ni recursos económicos para alimentarle ni proteger su salud; pero yo, como soy omnipotente y omnisciente decido que la señora sea estéril y que nazca el hijo de la niña violada. Y si a alguien se le ocurre la peregrina idea de hacer abortar a la niña le tengo reservada una paila especial para castigarlo por su atrevimiento. O, si una muchacha bobalicona, con su voluntad disminuida por el alcohol o alguna droga, pasa los límites del manoseo y queda embarazada, pues, por bruta, le doy una vida humana a cuidar, aún a sabiendas de que esa criatura tendrá una existencia desgraciada, junto con su madre. ¡Yo mismo me sorprendo de lo sabio, justo y ecuánime que soy!”

 

El último ejemplo lo describe magistralmente Julia Navarro en su novela TÚ NO MATARÁS, en la que, para colmo, el franquismo castiga con crueldad el aborto; o sea que, ¡el carnicero Franco era un enviado de Dios!

¿Puede una persona en goce de sus facultades mentales aceptar que todo eso sea posible? La salida que se suele oponer es que “los designios de Dios son insondables y no somos capaces de entenderlos” o que “Dios escribe en renglones torcidos”. Y, listo, dejamos de pensar en el problema y, con esa salida fácil drogamos la conciencia para que no nos fastidie.

En estos días el jefe de los obispos españoles ha declarado, muy suelto de lengua, carente de neuronas y de moral, que la pederastia (“deporte” favorito de los curas, obispos y cardenales) no quita vidas pero que el aborto sí. Con lo cual establece como auto de fe y pecado mortal criticar siquiera la pederastia y practicar o someterse al aborto.

El obispo mencionado usa una frase de uso común y vulgar en oposición al aborto sosteniendo que con este se comete el asesinato de un ser humano. Veamos si es verdad. La Biología define a un ser humano como aquel organismo que tiene corteza cerebral, y esta comienza a formarse en el feto al inicio del segundo trimestre del embarazo. También se dice que el feto tiene el potencial de convertirse en un ser humano; pero también el óvulo, el espermatozoide e, incluso la ciencia no tardará en generar un ser humano a partir de las células madre, de manera que una gota de sangre derramada como consecuencia de un lastimado, las expulsiones de espermatozoides y las pérdidas de óvulos serían asesinatos masivos; todo lo cual es insostenible. Y quienes sostienen este absurdo y se oponen al aborto  son las iglesias y religiones que han superado en asesinatos a los dictadores más sanguinarios.

De manera que con la libertad de decidir, que se propone en este ensayo, se eliminaría el azar del nacimiento, el cual comenzaría a ser un acto plenamente consciente; al menos para los padres, porque a los pobres fetos no hay manera de preguntarles si quieren venir (la mayoría respondería que no). Amén de que se atenuaría el problema del crecimiento exponencialde la población, que no acabará provocando un asesinato, sino un genocidio.

Y, esto último, obligadamente implica un siguiente principio:

8. La gestación del ser humano como un acto consciente y no dominado por el deseo ni el placer.

Hay dos realidades que obligan a practicar este principio. Primero, el azar en el empleo -o el trabajo en general- y en el salario. El uno se puede perder de la noche a la mañana y el otro tiende a disminuir o siempre va a la zaga de la inflación. Por lo tanto nadie puede estar seguro que el hijo que va a engendrar tendrá garantizada su salud, alimentación, vivienda, vestido, educación, ni un mínimo bienestar. Segundo, las condiciones de vida en la Tierra, tanto ambientales como sociales y políticas cada día se deterioran, tanto que está matemática y ecológicamente demostrado que para mediados de siglo ya no garantizarán la subsistencia de la vida orgánica. En efecto, hace rato la atmósfera pasó del umbral de no retorno con más de 500 ppm (partículas por milllón en volumen) de CO2, lo que determina un círculo positivo de retroalimentación de fenómenos meteorológicos que desencadenarán tragedias ambientales, las cuales provocarán otras sociales y políticas. El planeta que dejamos a nuestros hijos será inhóspito o incluso invivible. En esas condiciones, está claro que traer hijos a este mundo es una de las actitudes más irresponsables que se puede cometer.

Ante esa realidad, y puesto que en el ser humano dominan los instintos sobre las virtudes, pues no queda otra que difundir la planificación familiar en toda la población, la educación sexual desde las escuelas y poner a disposición de la población los insumos y métodos de contracepción.

9. La libertad plena de cada indivduo de marcharse del mundo cuando así lo desee, especialmente si padece una enfermedad que le imposibilite valerse por sí mismo y le somete a ser una carga emocional, física y económica para sus familiares y la sociedad; o si aquella es de un dolor insoportable.

“Debido a una creencia humanista intransigente en la sacralidad de la vida humana, mantenemos a personas con vida hasta que llegan a un estado tan lamentable que nos vemos obligados a preguntar ¿Qué es exactamente tan sagrado aquí?” (Harari, 2015:80).

Todo individuo debe gozar de aquella libertad incluso si es que considera que está harto de la vida. El argumento en contra que oponen todos los países y lo tienen rigurosamente legislado es, nuevamente, que “la vida es sagrada”; y que Dios sabrá hasta cuándo el pobre enfermo estará torturado de dolor, humillado en su dignidad, y su familia esclavizada. 

O sea que la vida sería un castigo en un presidio: nos introducen en ella tirándonos de las orejas y luego no nos dejan abandonarla cuando a bien tengamos.  Y, a renglón seguido nos dicen que el ser humano es inteligente pero no puede comprender los designios de Dios. Lo peor es que en este caso, quienes nos vigilan y nos castigarán están entre los menos autorizados para hacerlo: los legisladores, abogados, jueces y gobernantes, que en la historia han demostrado ser -en su mayoría absoluta- unos canallas químicamente puros; ellos son los “abanderados y custodios de la moral”. ¡Es el colmo de la estupidez! 

El Estado debe poner a libre disposición el producto químico que posibilite cumplir aquel deseo y marcharse en paz, de inmediato y sin dolor. Morir con decencia. Claro que deberán arbitrarse las medidas necesarias para que dicha sustancia química no pueda ser utilizada para cometer asesinatos.

Así eliminamos el azar de la muerte y tomamos control de ella.

10. La eliminación de los límites físicos, legales, ideológicos, políticos, religiosos, etc., entre países y nacionalidades. Todas esas restricciones son excluyentes, el mundo y el progreso de la sociedad necesita eliminarlas.


[1]LA FÓRMULA DE DIOS. José Rodrigues Dos Santos. Rocaeditorial de libros, S.L., Argentina, 2008. Página 263.

11. La plena, total y absoluta igualdad entre el hombre y la mujer. Creo que no hace falta mucha argumentación en apoyo de este principio, ya que nadie puede pretender ignorar las tremendas crueldades e injusticias que se han cometido a lo largo de los siglos y se cometen diariamente contra las mujeres; además de ocultar sus éxitos científicos, artísticos, e intelectuales en general; todo lo que tal vez demuestra la inferioridad de los hombres.

12. La desaparición de las fuerzas represivas físicas (fuerzas armadas, policía, milicias mercenarias, etc.), legales, políticas, ideológicas, religiosas, de todo tipo; las que impiden la expresión y el ejercicio de los derechos de las mayorías y están a las órdenes de las minorías a pesar de ser pagadas por las primeras.

13. La libre práctica de la sexualidad de acuerdo a las características genéticas heredadas. La Biología, la Química, la Microbiología y la Genética han demostrado que las preferencias sexuales minoritarias no se deben a desviaciones, maldades o perversiones, sino a variaciones en la estructura genética de los individuos. Si un hombre siente atracción por los hombres o una mujer por las mujeres, no es porque son corrompidos o hijos del diablo, sino porque su estructura genética -de la cual no son responsables- es diferente. Si ellos merecen el infierno, la cárcel y el repudio social por ello, yo también porque me repugnan los canallas; no me gustan y me hacen daño las bebidas alcohólicas; todavía mantengo mis genes de cazador-recolector y he perdido los de pastor, por lo que tengo intolerancia a la lactosa; y siento frío cuando los otros están sudando.

14. El libre pensamiento y la libre difusión de las ideas. O sea la desaparición de las fuerzas represivas mentales, incluidas la represión paternal (el que discute al padre recibe una tanda de nalgadas, insultos y se va a la cama sin cenar); la escolar (el que discute al profesor es represaliado); la de los gobiernos (el que discute al gobernante es enjuiciado); las aplicaciones que presumen de sociales, como Facebook, Twitter, WeChat, Weibo y similares (al que se sale de los algoritmos programados por los dueños se le cancela la cuenta, se le impide pronunciarse o se le envía una pandilla de matones, como en la China), etc., etc.

“Por ideas se muere, no se mata”: Melchor Rodríguez. Inspector de cárceles que se opuso al asesinato de reclusos franquistas por los republicanos y comunistas entre 1936-39.[1]

15. La democracia real, que impida la elección de corruptos, embaucadores y canallas que se aprovechan de un defectuoso sistema mal denominado democrático para formar fortuna personal con la riqueza producida por toda la población. No son los políticos los que deben proponer “programas de gobierno”, sino la población la que debe estructurar políticas, planes, programas y proyectos, y desafiar y examinar a los políticos a ver si demuestran que saben, pueden y tienen las libertades ideológica, económica y social para cumplirlos. Es la población la que debe estar en las tarimas y los políticos, calladitos y tomado nota, en la platea.

16. El “otro” es más importante que “yo”. Todo ser humano deberá hacer conciencia y vivir de acuerdo con este principio. Sólo de esta manera todo ser orgánico será importante, lo que traerá como consecuencia que todos seamos importantes, y que el bienestar de todos sea responsabilidad de todos. Los países no medirán su riqueza ni su prestigio por el Producto Interno Bruto, sino porque todos sus habitantes tienen un nivel de vida digno, ninguna especie está en peligro de extinción y su ambiente es sostenible.

 

Si se me olvida otro principio universal y que trasciende el tiempo, las sugerencias son bienvenidas y esperadas. Gracias.



[1]Citado en “Una historia ejemplar”, Rosa Montero. El País Semanal. 30 dic. 2018.

 [2]Este libro contiene muchísima información muy importante, abundantes referencias bibliográficas útiles, pero lamentablemente el autor saca de todo ello conclusiones equivocadas, pueriles e incluso histórica y conceptualmente falsas.

[3]DISPARA, YO YA ESTOY MUERTO, Julia Navarro. Pág. 558 iPad. Plaza Janés.

[4]EL ASCENSO DEL HOMBRE. J. Bronowski. Fondo Educativo Interamericano, S.A., 1979. Pág. 362.