jueves, 9 de diciembre de 2021

EL PROBLEMA DE LAS DROGAS Y DE LAS CÁRCELES

DESMONTANDO UNA MENTIRA MÁS

DESVELANDO HIPOCRESÍAS

 

 

Cuando yo era niño me gustaba mucho leer revistas de series cómicas o de aventuras, tales como Superman, Batman, Roy Rogers, El Llanero Solitario, Dick Tracy, el Pato Donald, El Ratón Mickey, etc. En las de aventuras, siempre los chinos eran representados por un anciano enclenque fumando opio o por un joven barrigón regentando una lavandería en Nueva York. De manera que las únicas imágenes mentales de los chinos, que se formaron y permanecieron, eran de viejos decrépitos fumando opio o jóvenes lavando ropa. Solamente eso -supuestamente- eran los chinos y no había motivaciones para cuestionar esas imágenes.

            Al pasar de los años, y no por incitación de profesores de la escuela, del colegio ni de la universidad (la cultura dominante era y sigue siendo la de EEUU), sino por mis lecturas, acabé descubriendo que había existido en China un ser humano excepcional, Confucio, y que los chinos sí habían producido pensamiento y obras de importancia para la especie humana. Aparte de la Gran Muralla que, a fin de cuentas, no pasa de ser una obra descomunal construida por esclavos para defender a un emperador de sus vecinos y que acabó siendo completamente inútil; y de la invención de la pólvora, pero que los chinos la utilizaban solamente para hacer fuegos artificiales y, de paso, asustar a los perros.

            Pero, al investigar el problema del opio, descubrí que los productores de la “cultura oficial” son unos embusteros de la peor especie.

            En efecto, descubrí que el opio era una planta que se cultivaba en la India, subcontinente del cual se apoderaron los británicos, lo explotaron y lo mantuvieron bajo su control durante 127 años. Los británicos compraban muchos bienes en la China pero los chinos no estaban interesados en nada de los europeos, por lo que la balanza comercial de estos últimos era deficitaria; así que introdujeron el opio en la China, al principio como planta medicinal pero rápidamente fue usada como alucinógeno, al punto que China comenzó a ver deteriorada su economía y la salud de su población. Mientras en Gran Bretaña estaba prohibida la venta y consumo de opio, este mismo país forzaba su venta en la China para equilibrar su balanza comercial. En 1839 el emperador chino prohibió la venta de opio, bloqueó los cargamentos e incendió los barcos, lo que desencadenó la Primera Guerra del opio, entre 1839 y 1842. Fruto de la derrota de la China en esta guerra, entre otras consecuencias, Hong Kong pasó a ser colonia británica hasta 1984, o sea, 155 años después.

            Pero en China la venta de opio seguía siendo ilegal, así que la balanza comercial británica siguió deficitaria, por lo que se formó una coalición de Gran Bretaña, con Francia, Rusia y los Estados Unidos y se produjo la Segunda Guerra del opio, de 1856 a 1860, ganada por esa coalición, con lo que forzaron a la China a legalizar la venta del opio. Cabe añadir que, además, los vencedores forzaron a los perdedores a dar una apertura religiosa a los “cristianos” y permitirles adquirir propiedades.

            En síntesis, el opio, una droga, fue introducida y obligado su consumo por Gran Bretaña, Francia, Rusia, los Estados Unidos y… los “cristianos”. Hasta la religión ganó con la venta y consumo de opio. ¿Qué les parece? Luego nos metieron la imagen de que los chinos eran unos degenerados consumidores de opio. Y nosotros, los muy bobos, les creímos.

 

            Ahora vamos con las drogas que causan tanto escándalo y -supuestamente- tanto daño en la actualidad.

 

EL CANNABIS, MARIHUANA O HACHÍS

El uso del cannabis data del tercer milenio antes de Cristo, fue introducido en América por los españoles en el siglo XVI. De acuerdo con la ONU se trata de la sustancia ilícita más utilizada en el mundo. Su consumo fue perseguido durante siglos, pero en los últimos años algunos países ya lo han legalizado, y las personas que padecen dolores articulares o por causa del cáncer, glaucoma, esclerosis múltiple, Alzheimer, esquizofrenia y ansiedad, consumen comprimidos, pero para conseguirlos tienen que pasar penalidades. Por supuesto que su consumo excesivo puede tener efectos adversos temporales o permanentes.

            Pero está claro también que las personas que padecen las enfermedades mencionadas deberían tener libre acceso a los comprimidos que necesitan para aliviar su mal.

 

LA COCAÍNA

En el altiplano boliviano, entre los tres y cuatro mil metros de altura, en su trabajo en el campo y en sus travesías por la meseta, los indígenas aymaras solían caminar masticando una bola compuesta de hoja de coca mezclada con ceniza o cal; no lo hacían por diversión, sino que a aquellas alturas con el aire menos denso, menor presión atmosférica y menor contenido de oxígeno, aquel compuesto era necesario tanto para poder respirar como para producir energía en el cuerpo, necesaria para las largas caminatas y el intenso trabajo.

            La planta de coca era cultivada en la zona subtropical de las Yungas del altiplano, entre 600 y 1000 metros de altura, con ese exclusivo fin.

Comprender lo que sigue es de suma importancia para la explicación posterior: la demanda de coca era producida por la necesidad de supervivencia, y la oferta estaba constituida por indígenas cuya especialidad era el sembrío, cuidado de las plantas y cultivo de la hoja de coca.

            Es importante comprender la estructura económica y social del Estado Inca: los Andes sudamericanos están compuestos por regiones poco productivas y aptas para pocos cultivos, de modo que el Estado Inca aplicó la estrategia de la Planificación Regional y el Ordenamiento del Territorio (algo de lo que se presume pero que sólo se conoce de nombre en el mundo actual) que consistía en “hermanar regiones”, de manera que para obtener una alimentación variada y rica, cada región se especializaba en el cultivo de uno o pocos productos, que se intercambiaban a lo ancho y largo del imperio para que, finalmente, todas las regiones estuviesen bien abastecidas. Así por ejemplo, una región producía maíz, otra papas, otra mellocos u ocas, o quinua, otra se especializaba en la ganadería de llamas, alpacas o guanacos, otra en la pesca, etc., etc. De manera que se complementaba la producción de todas las regiones. Así todo el imperio finalmente disponía de todo. Por supuesto que había varias regiones con las mismas características ecológicas pero ubicadas a gran distancia unas de otras que producían los mismos productos, lo cual era una ventaja cuando se producían tragedias naturales, tales como terremotos, inundaciones, heladas, sequías o el Fenómeno del Niño, que diezmaban la producción de una región; entonces acudían los productos de las otras regiones a abastecer a los damnificados y se solucionaban sus carencias y la devastación de sus tierras. Todo ese sistema se denominaba “hermanar regiones”. Los incas inventaron lo que un arqueólogo australiano denominó “La Computadora Agrícola Andina” en la que se experimentaba con distintos tipos de semillas para distintos pisos ecológicos; hasta hoy se puede ver estas ingeniosas construcciones, Los Muyus de Moray, cerca del Cusco. (En caso de desear ampliar el conocimiento de la Planificación Regional Inca, favor leer mi libro EL MANEJO DEL ESPACIO EN EL IMPERIO INCA, Ediciones FLACSO sede ECUADOR, 1994.)

            Bueno, queda claro el objetivo de la producción de la hoja de coca antes de la invasión española, su demanda y su oferta. Ahora bien, ya podemos analizar la situación actual.

            Los occidentales analizaron los beneficios de la hoja de coca y la prostituyeron convirtiéndola en un alcaloide, mezclándola con porquerías tales como el queroseno, gasolina, ácido sulfúrico, amoníaco, ácido clorhídrico, acetona y similares; tanta perversidad sólo es concebible que la practiquen humanoides. Así la transformaron en clorhidrato de cocaína, pasta básica de cocaína y crack. La transformaron en un polvo blanco fácil de transportar y muy útil para llenar los vacíos intelectuales y morales y los sentimientos de carencias materiales de abundantes estúpidos voluntarios o forzados por las circunstancias de la vida en esta espantosa sociedad.

            Ahora voy a analizar la oferta y demanda de la cocaína.

            Primero, para desvelar la hipocresía, es importante hacer alusión a una de las normas religiosas del capitalismo: la sacrosanta ley de la oferta y la demanda. Según esta ley, los precios de los bienes y servicios que se sacan al mercado se fijan ajustándose religiosamente a ella. Si hay poca demanda y mucha oferta, bajan los precios, si, en cambio hay mucha demanda y poca oferta, suben los precios. Claro que, y aquí comienza la hipocresía, los comerciantes e intermediarios pueden esconder o acaparar los productos para bajar la oferta y así forzar la subida de los precios; o una tragedia local o mundial puede provocar una escasez de productos y, como se mantiene la demanda, suben los precios. Estos mismos días la demanda de vacunas es de ocho mil millones de seres humanos y la oferta se mantiene restringida y las patentes protegidas, así que seguir viviendo cuesta carísimo.

            Obviamente, y no hace falta mucha filosofía para darse cuenta de que de esa ley sacrosanta del capitalismo se deriva que si se quiere restringir o impedir la producción o el consumo de un determinado producto, hay que reducir o eliminar su demanda. Por ejemplo, el gigantesco consumo de tabaco se redujo mediante la difusión del conocimiento de que su consumo conduce en poco tiempo al cementerio. Se redujo la demanda, con lo cual disminuyó la oferta.

            Cabe, entonces, la pregunta: si se quiere eliminar la producción de coca o de cocaína (la oferta), ¿por qué no se elimina su demanda? Si nadie quiere comprar un producto, pues al poco tiempo nadie querrá producirlo. ¿Por qué, en lugar de ello, se arma tremendo escándalo de tratar de eliminar la producción y la comercialización de ese producto, o sea la oferta, en lugar de eliminar la demanda? O sea que se viola un mandamiento religioso fundamental del capitalismo. Hipocresía pura… Y trágica.

            La religión mayoritaria y dominante del mundo es el capitalismo, es la única religión ecuménica, la practican por igual los judíos, los “cristianos”, los musulmanes, los hindúes, los “comunistas” chinos, los japoneses sintoístas, todos, todos. Pero, claro, este mandamiento de la oferta y la demanda la violan todos, a conveniencia y voluntad. Y ni siquiera se confiesan, sólo ocultan su incumpliendo, los muy hipócritas.

            Es un caso similar al de la prostitución: con gran hipocresía se apalea, chantajea y explota a las mujeres oferentes -que lo son porque la misma sociedad las arrojó a la miseria-, en lugar de cortar los … a los demandantes. Acabada la demanda, desaparece la oferta.

            Vamos a ver: ¿Cómo está compuesta la demanda de cocaína?¿Quiénes son los principales consumidores de cocaína?

            Son, básicamente, los miembros de estos grupos:

-       La gran burguesía de los países nórdicos,

-       Los empleados y asalariados de aquellos, o sea los gobernantes de esos países, junto con sus ministros y funcionarios, incluidos sus jueces y militares,

-       Los hijos de los anteriores, jovencitos que tienen su futuro y su vida resuelta, solucionadas todas sus necesidades materiales y hartos de tener más de lo que ambicionan, sin ningún incentivo en la vida, viven muertos (vale el oxímoron) del aburrimiento,

-       Los miembros de la pequeña burguesía de esos mismos países y de los países subordinados, que saben de sobra que por más que estudien y se esfuercen nunca tendrán trabajo,

-       Los gobernantes, ministros, funcionarios, jueces y militares de los países subordinados, sedientos de imitar a sus “pares” con los que se codean en inútiles “cumbres” y reuniones internacionales,

-       Los jovenzuelos bobalicones de la pequeña burguesía media (generalmente alumnos de colegios y universidades privadas, “hijitos de papá” o de hogares deshechos porque padre y madre son unos pizpiretos) que, hechos los “sabrosos” y los “tipazos”, para presumir ante sus amiguitas tan bobas como ellos, luego de unas copas de ron prueban un poco de cocaína y, los más brutos de entre ellos, le cogen adicción. A un grupo de estos les tomé una foto hace unas tres semanas y la publiqué por Facebook; y lo que vi que hacían a la vista de todos los marchantes supongo que habría valido para una de esas películas que antes exhibían en el cine Hollywood de Quito.

-       Los payasos de todos los anteriores: actores y actrices de cine y televisión, cantantes, histriónicos y similares. A los que los medios de estupidización de masas convierten en ídolos y modelos de jovenzuelos y mujercitas bobas, gracias a su única cualidad: hacer muecas y gestos. Y a los que luego conceden horas de televisión para que, exudando droga, ¡pontifiquen sobre la estructura atómica de los virus y de las vacunas! ¡A tanta estupidez asisten los que pierden su tiempo viendo televisión!

-       Los subproletarios y lumpen proletarios de los países subordinados, hartos de trabajar de sol a sol con un sueldo o jornal que no les alcanza ni para mal alimentar a la abundante prole que tuvieron la ligereza de procrear.

 

O sea que los demandantes son, básicamente, de dos tipos: los que todo tienen y todo les sobra y los que nada tienen. Y, como la desigual repartición de la riqueza se agudiza día a día, la demanda crecerá.

Las acciones que los mismos demandantes de cocaína han emprendido para hacernos creer que reprimen o combaten la venta de su producto de consumo preferido, con el eufemismo de “lucha contra el narcotráfico” son las siguientes:

-       Lanzar flotas de aviones de guerra para agostar las tierras de cultivo. Como en Colombia, donde la Fuerza Aérea de los EEUU bombardea las tierras de los campesinos con productos que esterilicen sus tierras. No me sorprendería que los generales y pilotos de la aviación norteamericana, terminadas sus razias, aspiren un poco de polvo de cocaína para combatir el estrés provocado por su ardua batalla contra las lombrices que con sus deyecciones enriquecen el suelo con nitrógeno.

-       Blindar los aeropuertos y fronteras con aparatos de detección y guardias entrenados para detener a los traficantes.

-       Perseguir, capturar, juzgar y encerrar a los jefes de los “cárteles” de la droga. Pero cuando al hijo de uno de ellos la policía capturó en México, el Presidente de dicho país ordenó que lo liberen de inmediato, “no vaya a ser que su papacito se enfade”.

Todas esas acciones lo único que han conseguido, aparte de los miles de muertos directos e indirectos (“daños colaterales” los llaman los gringos) es elevar el precio del producto dada la creciente dificultad para producirlo, transportarlo y comercializarlo. Al elevar el precio y dificultar su venta, los demandantes del último grupo indicado arriba deben comprar a precios altísimos basura más dañina que la original.

¿Por qué será que a pesar de disponer de todo el poder económico, militar, político y jurídico, los países lo único que han logrado a lo largo de décadas de hipocresía es elevar el precio del producto y asesinar un mundo de gente?

¡La respuesta es clarísima!

En serio, ¿quieren que les cuente? Seguro que ustedes ya lo sospechan.

Creo que fue Levi Strauss (si me equivoco no hace falta que me agradezca) el que lo dijo muy claro: “Los objetivos no son los que se enuncian o proclaman, sino los que se cumplen”. O sea que si lo único que cumplieron los gobiernos es elevar el precio de la cocaína hasta la estratosfera, la razón es que ese fue su objetivo. Ustedes me dirán: “Eso es imposible: si la gran burguesía y sus empleados, los gobernantes, son los principales consumidores, no les conviene que se eleve el precio de lo que consumen”. Les pongo un ejemplo: los accionistas de la fábrica Mercedes Benz compran autos Mercedes Benz y hacen lo imposible para que sus autos cada vez sean más caros. ¿O sea que….? ¿¡En serio!? Veamos:

Para el transporte, protección y defensa del pinol blanco -la cocaína- se emplean aviones, submarinos, helicópteros, lanchas artilladas, vehículos blindados todo terreno, pistas de aterrizaje, etc., etc. ¿Creen ustedes que esos ejércitos privados súper bien equipados y mejor armados y con empleo de mercenarios bien pagados son financiados solamente con la venta del polvo blanco? ¿No será que la gran burguesía nórdica retira unos pocos billetes de sus paraísos fiscales para financiar uno de sus negocios? ¿En dónde están depositados y ganando intereses los dineros obtenidos del narcotráfico? En los paraísos fiscales, en la financiación de las campañas electorales de los candidatos que luego mirarán para otro lado durante su mandato, en las grandes construcciones inmobiliarias de todos los países del mundo, e incluso en las empresas constructoras transnacionales que financian la construcción y luego operan las grandes obras de infraestructura que construyen los gobiernos, y en las gigantescas instalaciones de minería.

Solamente las cabezas visibles de los “cárteles” son longos feos de nuestros países tropicales. Los campesinos productores de la planta y los que manejan los laboratorios para mezclar porquerías con la coca y refinarla, también son longos como los anteriores, longos “pata al suelo” famélicos y muertos de hambre, que enferman por el ambiente malsano en el que trabajan y mueren jóvenes. Son las cabezas visibles que ponen la carne de cañón y dan la cara. A los verdaderos dueños hay que buscarlos en otra parte.

Además, si se cumpliese la ley religiosa del capitalismo mencionada antes, la de la oferta y la demanda ¿Por qué la batalla se da solamente contra la oferta y nada se hace para eliminar la demanda? O sea que ¡se quiere eliminar el efecto dejando intocada la causa! Causa: demanda, efecto: oferta. Causa: hambre, efecto: producción de pan. Si nadie tuviese hambre nadie produciría pan.

Ahora vamos analizar la vida de la mano de obra productora, transportadora y vendedora de la cocaína. Unos enferman, otros viven muertos del hambre y del miedo, otros ponen el pecho a las balas y otros dan con su huesos en la cárcel; o sea que todos viven fatal. Se sacan la madre trabajando y generando trillones de dólares para vivir fatal. ¿Será? Veamos a estos últimos.

Desde que en mi lejana niñez oí la palabra “cárcel” ya supe que son antros asquerosos e inhumanos y que los que van a parar allí lo pasan peor que si hubiesen muerto, en realidad son muertos en vida. Solamente supe de un ser humano excepcional, el Dr. Jorge Crespo Toral, que creó una organización llamada Confraternidad Carcelaria, que luchaba por mejorar la vida de los presos. También supe de una comunidad de monjitas de “Santo” Domingo de Guzmán que cuidaban de las mujeres presas. Pero las condiciones de insalubridad, de corrupción, hacinamiento -con doce personas en una celda de siete metros cuadrados- y más barbaridades imaginables e inimaginables tienen lugar en las cárceles de todo el mundo.

Sólo la cárcel en que está guardado un ex Vicepresidente debe ser de cincuenta estrellas, no creo que esté compartiendo celda con cuatro roba-gallinas.

Si yo lo supe hace casi setenta años, no puedo aceptar que un candidato a la Presidencia de la República de un país tropical no lo haya sabido luego de perder cuatro campañas electorales. Y que en su programa de gobierno no haya contemplado acciones para mejorar la vida de los presos. Resulta que cinco meses después de su posesión como Presidente, como consecuencia de varias masacres de cientos de presos en guerra dentro de las cárceles, él y todos recién nos enteramos que en las cárceles del Ecuador se “refugian” bandas de supuestos narcotraficantes, todos agrupados según el “cártel” al que pertenecen y armados hasta con ametralladoras y granadas de mano. ¡Una lindura de país y de gobernantes!

Y lo único que se le ocurre al gobernante mencionado es “responsabilizar de las masacres a los órganos judiciales del Ecuador” que no permiten entrar en las cárceles con el ejército a sangre y fuego a masacrar más y mejor a los presos. Esos “órganos” son solamente uno de los actores, uno de los fenómenos, hay que buscar la esencia de ese fenómeno porque, a fin de cuentas, esos órganos judiciales, con sus abogados, jueces y legisladores que promulgan las leyes son una de las lacras de la sociedad. No son la causa de tanto desbarajuste, son una mancha más del tigre. Si en un consulado o en el aeropuerto paso con un cortauñas en el bolsillo suenan las alarmas y me caen dos guardias mal encarados con ametralladora, ¿cómo es que en la cárcel se puede entrar con una ametralladora en el sobaco? ¡Una lindura de gobernante!

 

¿Cuál es la droga más destructiva, devastadora y perjudicial de los seres humanos?

¿La ignorancia o la mentira?

El ignorante vive de manera primitiva, como un animalito inconsciente o como una plantita; se hace daño y lo hace a los demás por su abulia, a veces sin darse cuenta. En cambio el que aprendió a leer pero solamente lee y se llena de información equivocada o falsa, deforma y anquilosa su mente, envenena su consciencia, con lo que, además de ignorante termina estúpido.

Esa multimillonaria población conforma la demanda de información falsa, de entretenimientos inútiles y perjudiciales, de bienes y servicios de mala calidad. Esos son los seres que terminan perdiendo sus genes altruistas y multiplicando los egoístas. Esos son los seres que viven en la banalidad, que únicamente persiguen la acumulación de riquezas; que son ambiciosos y codiciosos de comodidades. Los que viven de la trampa, del engaño, de la coima, del chantaje, del robo, que buscan eludir el pago de los impuestos, cobrar mucho y pagar poco, etc. Esos son los que eligen gobernantes mentirosos, perversos y canallas, tales como Hitler, Busch, Blair, Aznar, Berlusconi, Trump, Putin, Erdogan, Chávez, Maduro, Correa, Johnson, Bolsonaro, Ortega, y similares. Esos son los que se lanzan a las calles en multitudinarias manifestaciones para oponerse a las vacunas contra el virus chino.

¿Cómo se forma esa demanda?

Mediante los establecimientos de “educación” (escuelas, colegios y universidades) en los que se difunde información falsa, se pudre la inteligencia con supersticiones, miedos, amenazas, mentiras y rutinas extenuantes e inútiles, que terminan fosilizando el cerebro de los niños y jóvenes. Mediante la inoculación mental de la religión del lucro, de enriquecerse pasando por encima de los demás, robando a los demás y sumiéndolos en la miseria.

¿Qué aparatos conforman la oferta?

Los establecimientos “educativos” ya mencionados, los medios de comunicación colectiva, los centros de filmación, edición y producción de cine, radio y televisión; la literatura basura, y similares.

Pero a los reales educadores de seres humanos nunca se les ha ocurrido formar bandas armadas para incendiar centros “educativos”, para bombardear editoriales de periódicos y de literatura basura, ni centros de filmación de películas; nunca se les ha ocurrido apalear a los operarios de la maldad: dueños, gerentes y rectores de esos antros, guionistas de películas, escritores de basura.

Es decir, nunca se les ha ocurrido eliminar la oferta. No. A lo que han dedicado su vida es a eliminar la demanda, formando cerebros inquietos, traviesos, curiosos, preguntones, escépticos, fastidiosos; formando a los nuevos Arquímedes, Pitágoras, Avicenas, Paracelsos, Copérnicos, Galileos, Képlers, Newtons, Einsteins, Hawkings, Sagans, Ecos, Cervantes, Rodrigues Dos Santos, Lapierres, Thoreaus, Mafaldas y similares. Han luchado para eliminar la demanda estúpida y reemplazarla con demanda de calidad, y dejar que la oferta perversa se mate a sí misma.

Así que el “problema de la droga” se resuelve eliminando la demanda. Habida cuenta quiénes son los demandantes, el futuro es trágico, porque son los dirigentes de esta sociedad y, como escribió Isaac Asimov:

El consumo de drogas “no es sólo una extravagancia, sino una fuente de perjuicios para personas distintas del usuario. Muy aparte de los ataques de psicosis que produce (hasta con asesinatos y suicidios) y del riesgo de que ocasione psicosis crónica, puede aumentar los nacimientos de deficientes, multiplicando la carga de tragedia humana en nuestro planeta… Si es así, podrán pasarlo bien, pero puede salirles caro a ellos, y más todavía a sus futuros hijos”. (ISAAC ASIMOV. Contando Cromosomas. En: Los lagartos terribles y otros ensayos científicos. Historia de la Ciencia. 1978. Pág. 105).

O sea que las clases que dirigen, explotan y destruyen este planeta tendrán hijos deficientes que seguirán dirigiendo, explotando y destruyendo el planeta. Y, cuando hayan acabado con él, serán los únicos que tengan dinero para ir a destruir otro planeta en los cohetes que ya está construyendo uno de ellos. ¡Una lindura de burguesía!

 

¡HAY QUE ACABAR CON LA DEMANDA; Y LA OFERTA DESAPARECERÁ POR SÍ SOLA!

¡CUMPLAN CON UNA DE LAS LEYES DE SU RELIGIÓN, NO SEAN GAZMOÑOS!

¡BASTA DE MENTIRAS!

¡BASTA DE HIPOCRESÍAS!

 

LMG. 2021-12-02