miércoles, 16 de septiembre de 2020

VALORES Y PRIORIDADES, INSTINTOS Y VIRTUDES

VALORES Y PRIORIDADES

INSTINTOS O VIRTUDES


 

Manuel (no importa el nombre) entra en un restaurante con su familia o con un grupo de amigos (tampoco importa la categoría del establecimiento, puede ser en un hotel de cinco estrellas o en una fonda de barrio; ni el país, la raza o la etnia; el comportamiento es el mismo), el empleado del establecimiento les invita a ocupar una mesa en función del número de personas, ante lo cual Manuel dice “gracias”. Una vez acomodados ante la mesa, el empleado entrega a cada miembro del grupo un desplegable (“carta” o “menú”) con el listado de platos disponibles y sus precios, ante lo cual cada persona musita un “gracias”. Luego de un tiempo prudencial en el que el “mesero” puede suponer que han realizado sus elecciones, concurre ante el grupo, va anotando las preferencias de cada persona, y recibe un “gracias” de cada una. Una vez que los alimentos han sido preparados, el mesero procede a distribuirlos ante cada comensal, y escucha un “gracias” de cada uno.

            Durante el tiempo que dure el consumo de los alimentos, a alguno de los miembros del grupo puede apetecerle algo adicional, tal como una servilleta, un vaso, sal, pimienta, o cualquier otro condimento adicional a los que han sido colocados previamente en la mesa; recibe lo que solicita y musita un “gracias”.

            Una vez terminado el consumo de los alimentos, el que hace las funciones de jefe del grupo solicita la cuenta, con una frase previa: “por favor”. Al recibir la cuenta, pronuncia un “gracias”, al pagar la cuenta repite el “gracias” y al recibir el vuelto o cambio repite el “gracias”. Finalmente cada miembro del grupo se despide del mesero y del cajero con un “gracias” y “hasta luego”.

            En total, mínimo, se ha escuchado nueve veces la palabra “gracias”. Y ese comportamiento está muy bien, revela educación y cortesía.

            Días después, Manuel y cada uno de sus amigos recibe un libro de regalo por correo electrónico. Ninguno de los beneficiados ni siquiera acusa recibo, peor escribir la palabra “gracias”. ¿Cómo se explica esa diferencia radical de comportamiento? 

            Uno de ellos se encuentra casualmente con el autor del libro, que le pregunta si recibió el archivo. El interpelado responde que sí, pero que él suele responder una vez que lo ha leído: que el “feed back” lo hace al terminar; ante lo cual el escritor empieza preguntándose: “¿Será nuestro idioma tan pobre que la mayoría de las personas utiliza palabras en otra lengua de manera espantosamente corriente? Con exasperante frecuencia se escuchan palabras y frases como “feed back”, “fake news”, “coaching”, <la próxima semana se jugarán los “play offs” del campeonato ecuatoriano de fútbol”>; “benchmarking”, “for sale”; “feeling”; “look”, <estoy “full” emocionada>, etc., etc., en una lista insoportablemente larga y deplorable.

            Si existiese coherencia en las actitudes del “amigo” del “feed back” y fuesen correctas, entonces en el restaurante no pronunciaría ni una sola vez la palabra “gracias”, ni pagaría por el consumo, sino que regresaría al local un par de días después a pagar la cuenta y decir “gracias” o, “su comida me ha hecho daño, no le pago”; ese sería su “feed back”. Esa misma persona, en el caso muy poco probable que conociese alguna librería, entraría al local, cogería el libro que le parezca interesante y saldría sin pronunciar ni una sola palabra; solamente al cabo de unos meses, si el libro le ha resultado entretenido, volvería a la librería, daría las “gracias” y pagaría el precio correspondiente; o devolvería el ejemplar con gesto de disgusto y no pagaría un centavo; ese sería su “feed back”.

            ¿Qué explica esos comportamientos diferentes?

            Al fin y al cabo, en el mejor de los casos la comida al ser asimilada produce unas cuantas proteínas, vitaminas y minerales que permiten mantener la vida relativamente bien un día y, al cabo de 24 horas, los residuos (que, en volumen, son más que los beneficios) van a aumentar el caudal de la red de alcantarillado de la ciudad. Además, el placer del gusto por el sabor de cualquier comida o bebida no dura más que un medio segundo mientras el alimento circula por las papilas gustativas, y apenas llega al fondo de la garganta el sabor no se aprecia y termina el placer. Para colmo, un escritor opinó en uno de sus libros que una de las maneras de poner en riesgo la salud es ir a comer fuera de casa. 

            En cambio, el libro suele sugerir ideas, interpretaciones y conclusiones que pueden ser válidas para toda la vida; aclarar un panorama confuso coyuntural o permanente; estimular un escape de la abulia, la desesperación o la angustia; ayudar a resolver problemas de larga data, personales, familiares o comunitarios; a enfrentarse a la vida con conocimientos objetivos o, en fin, el libro proporciona calma y paz espiritual que dura más allá del tiempo de lectura e incluso puede influir toda la vida. Amén de que puede estimular a que la vida del lector sea más productiva y trascendente, para él y para los demás.

            La explicación, ¿no residirá en que los valores y prioridades de la mayoría de la población del planeta están en su estómago y que predominan los instintos sobre las virtudes?

Gracias por leer.

LMG. 2020-09-14