jueves, 22 de febrero de 2024

MANIFIESTO PARA ELEVAR LA CALIDAD DE LA PROFESIÓN MÉDICA

MANIFIESTO PARA ELEVAR LA CALIDAD DE LA PROFESIÓN MÉDICA.

LA ATENCIÓN DE LA SALUD EN EL ECUADOR ES PRECARIA, REPUDIABLE Y, EN ALGUNOS CASOS, HASTA CRIMINAL

Leonardo Miño Garcés[1]

 

ADVERTENCIA PREVIA:

El presente artículo, si bien nació de experiencias personales, puesto que estas no interesan a nadie ni tienen trascendencia más que para la persona que las vive, obviamente no motivaron su escritura, sino la necesidad de investigar el contexto nacional e internacional para conocer si aquellas vivencias eran muy personales o formaban parte de una realidad trascendente.

            Infortunadamente verifiqué lo último, lo que me obligó a escribir el artículo.

            El objetivo de ninguna manera es destacar lo negativo sino llamar la atención de aquellos -actores y pacientes- que han alcanzado la suficiente madurez en su vida como para superar la actitud de simples seres vivientes y han asumido la responsabilidad de contribuir a mejorar la sociedad. Es un deber irrenunciable y de extrema responsabilidad conocer las deficiencias de la sociedad y de la naturaleza, verificarlas como reales y contribuir a superarlas; habida cuenta que hay mucho sufrimiento que se puede evitar. 

 

CONTENIDO:

Las dos primeras realidades enunciadas a continuación no son responsabilidad de los médicos sino de los gobiernos y de los administradores de los hospitales, pero los médicos deberían denunciarlas para no convertirse en cómplices.

  • El sistema de atención pública a la salud, tanto estatal como del IESS es altamente deficiente. Conseguir una cita, exámenes radiológicos y similares y una cama es un calvario terrorífico que toma meses. Acabo de enterarme que en México es igual: a un paciente diagnosticado con cáncer de esófago, ¡le prometen atenderlo dentro de seis meses! 
  • Una vez pasado el calvario de conseguir una cama, para ingresar al hospital hay que llevar las sábanas, cobijas y hasta el papel higiénico, incluso en los hospitales del IESS. Y hay que tener a un pariente o amigo durmiendo en la vereda del hospital, porque en cualquier momento le piden que corra a comprar las medicinas.
  • Los médicos leen en vertical los resultados de los exámenes de laboratorio, sin interrelacionarlos entre ellos. No estudian el PROCESO de evolución de la salud, sino solamente los datos del momento. No estudian una larga serie de datos en el tiempo ni hacen un estudio de tendencia con gráficos estadísticos (ni siquiera manejan el Excel) sino que “diagnostican” con un solo dato, sujeto a las circunstancias del momento en que fue obtenido. Por ejemplo, toman la presión arterial al momento de la consulta -que puede ser semestral- y, con ese dato, “diagnostican” hipertensión y obligan al paciente a engullir pastillas el resto de su vida, sin siquiera sospechar que aquel llegó al consultorio luego de una hora de viaje por las terroríficas calles y carreteras de Quito, presenció tres accidentes y casi tiene uno más, por lo cual su tensión está por hacer estallar el aparato.
  • No tienen la más mínima empatía con los pacientes ni, peor, SOLIDARIDAD. Los mecánicos automotrices tenían más empatía conmigo y con mi coche. Su interrogatorio, para elaborar la ficha médica, es peor que interrogatorio policial, preguntan sin ningún interés por las respuestas, anotan mecánicamente, no interrelacionan las respuestas y, finalmente, desconcertados y patidifusos ante el problema, envían al paciente a varios “especialistas” más (lo que demuestra que ignoran el enfoque Holístico: “el organismo constituye una totalidad organizada no equivalente a la suma de sus partes”), con sus correspondientes aparatos electrónicos y, así, le tienen al pobre paciente “de Herodes a Pilatos” en angustiosa peregrinación y soltando billetes como loco manirroto.

            Además de que están limitados a un muy precario y fragmentado conocimiento de su propia especialidad, tienen un bajísimo o nulo conocimiento del SISTEMA organismo humano, del cual la mayoría no conoce ni su existencia.

                  Un médico, luego de confesar que apenas sabe algo, remitió al paciente a otro especialista, pero advirtiendo que luego de consultar a decenas de especialistas hay que ir cargando las toneladas de informes, radiografías, ecosonografías, resonancias magnéticas, etc., a un “internista”, porque ese es el que debe unir todo. En la producción científica no se producen estos errores puesto que la especialización solamente es funcional y necesaria a la hora de la investigación, pero la práctica la ejerce el científico que conoce el sistema en su integralidad. Esto queda ratificado con la historia de Max Born, Premio Nobel de Física en 1954: “Born había seguido durante toda su vida un consejo que le dio su padre cuando joven: nunca te especialices.” El conocimiento fragmentario de la realidad es casi tan nocivo como su desconocimiento total.

  • Jamás averiguan información fundamental para la salud, tales como los hábitos de vida; la costumbre de alimentación del paciente: qué come, a qué hora, en qué cantidad, en qué orden: carbohidratos, fibra, proteínas, grasas, almidones, etc. ¿Cuántos minutos de sol recibe al día? ¿Cuántos minutos de ejercicio practica al día? ¿Permanece sentado más de una hora en sus actividades diarias? ¿En dónde vive? (no sólo para enviarle la factura, sino para saber si es un sector con características ambientales insalubres), etc. La mayoría de enfermedades se producen por defectos en esos aspectos esenciales para la vida, pero los médicos jamás se preocupan por ellos. Una de las consecuencias es que incluso los especialistas en Diabetes ignoran que la Diabetes Tipo 2 -cuando no es provocada por los hábitos de la madre durante el embarazo- lo es por hábitos de vida nocivos y, por lo tanto, es reversible[2]; y se limitan a recetar inyecciones de insulina o pastillas de por vida.

            ¿Será porque no les interesa o no han sido entrenados para llegar a la causa de las enfermedades y consideran que su responsabilidad se reduce a conocer únicamente las consecuencias, los síntomas, y buscar la correspondencia entre estos y los fármacos de moda? Yo, un simple albañil de Chimbacalle estoy suscrito a tres revistas de investigación científica biológica. Los médicos ¿se actualizan diaria, mensual u ocasionalmente? Dios averigüe y el diablo castigue.

  • Ignoran que los antecedentes familiares son susceptibilidades o predisposiciones y no DETERMINANTES de una enfermedad. Si un familiar tuvo una enfermedad no significa que uno esté condenado a tenerla. Ni siquiera saben diferenciar entre susceptibilidad, predisposición, condicionante y determinante.

 

“Todos los seres humanos nacemos con variaciones genéticas -polimorfismos- que nos predisponen a enfermar, pero no nos condenan. En este sentido, la única variable de la ecuación sobre la que se puede actuar son los hábitos de vida, que determinarán el microambiente celular y, por ende, la expresión o silenciamiento de esos genes dañados.”[3]

 

  • Cobran cantidades exageradas por consulta y, si el paciente desea pagar con tarjeta de crédito, le suben hasta 50 dólares el precio de la consulta, así que hay que andar como “el hombre del maletín” con una mochila repleta de billetes.
  • Tienen pánico de ejercer una de la primeras y principales cualidades que nos define como seres humanos: el lenguaje, la comunicación, el diálogo. Tienen miedo de que la gente les pregunte algo. Lean esta barbaridad confesada por un médico de fama mundial:

 

“Cuando uno estudia medicina, los demás presuponen, injustamente, que es un experto en cualquier achaque, alguien a quien consultar gratis...” [4]

 

            ¿Le molestan las preguntas o que no le paguen por las respuestas?

Se queja por una situación obvia y universal: al Filósofo se le pregunta por cosas trascendentes, al Mécánico por los problemas del auto, al Arquitecto por los de la vivienda o de la construcción o de la ciudad, al Cura por los pecados, etc.

 

“Un día estaba tan harto de las interminables quejas de una pariente... (que la agredí). Funcionó de maravilla: jamás volvió a molestarme. Las preguntas. Sin embargo, no cesaron” (IbÍdem).

 

Pero, más adelante, el enojado médico reconoce que las preguntas de la gente le impulsaron a estudiar y hacerse famoso:

 

“No he conseguido eludir las preguntas de la sociedad, y por eso mi cerebro se ha visto constantemente estimulado a reflexionar sobre aspectos siempre distintos de nuestra mente, aunque estuviesen al margen de mi línea de investigación, y sobre cómo explicar las respuestas en terminos que resultasen inteligibles al gran público...” OP.Cit. Pág. 35.

 

Es preocupante y repudiable verificar que este es un problema mundial. En efecto, en otro contexto cultural, social e ideológico, encontramos la misma actitud de los médicos:

 

“Eran aproximadamente las cinco y media de la mañana cuando salieron los cirujanos. Entre otras cosas, le dijeron a mi padre que habían seccionado un trozo del cráneo y me lo habían puesto en el abdomen. En nuestra cultura los médicos no explican las cosas a los pacientes ni a los familiares, pero mi padre les dijo humildemente: Si no les importa, tengo una pregunta estúpida: ¿creen que vivirá?” [5](subrayado mío)

 

¡O sea que el pobre padre de la niña, muerto del miedo, apenas pudo reunir fuerzas para preguntar a los médicos si su hija viviría!

 

Menos mal que un médico advierte a sus colegas la importanca del diálogo:

 

“Tener información certera te hace estimar el riesgo de manera correcta... es por esto que un profesional de la salud debe invertir tiempo en explicar a los pacientes todos los mecanismos de acción posibles para evitar los malos hábitos. De este modo se facilita que puedan tomar la decisión adecuada sobre el manejo de su salud.” (Guzmán García. Op.Cit. Pág 74)

 

                 Es tan grave el pánico que tienen los médicos a las preguntas y a la conversación que, incluso, cuando escuchan algún problema de salud tratan de pasar desapercibidos. En una ocasión una señora de 75 años relataba que había tenido un fuerte dolor en el pecho, como un ataque cardíaco, y su hija contó que le había urgido que tosa, que tosa con fuerza, lo que obviamente implicaba reclamar a los pulmones y al corazón que hagan mayor esfuerzo del que, obviamente, estaban ya incapacitados de realizar. Pues dos médicos presentes en la conversación, directores de una unidad de emergencia -los dos- en un hospital español, permanecieron en silencio ante el relato de una emergencia médica con riesgo de muerte, ¡no recomendaron lo que se debía hacer! ¡prefirieron mantenerse en el anonimato! ¿Será que si llegan a toparse con una persona que se desploma en la calle víctima de un ataque cardíaco, los médicos optan por escurrir el bulto y correr a esconderse tras un poste, mientras los transeúntes se desesperan tratando de ayudar?

                 Los médicos debería hacer conciencia en que una de la principales necesidades del paciente es ser escuchado, comprendido, animado y tranquilizado, no solamente recibir una receta del fármaco de mayor uso y la factura a pagar.

                 Esa actitud espantosa de tener pánico a la conversación con el paciente contrasta con aquella compartida sincera y honestamente por el Químico y Médico, Director del Proyecto Genoma Humano, Francis S. Collins, que confiesa que fue ateo o escéptico durante toda su vida previa a sus prácticas como estudiante de medicina, en las cuales la conversación con sus pacientes le hizo dudar de su ateísmo o escepticismo, al punto que tuvo la valentía de poner en cuestión sus convicciones, investigó profundamente científica y filosóficamente y se convirtió en cristiano.[6]

  • Están acostumbrados a que el paciente se limite humildemente -obviamente luego de pagar la factura- a decirles “Dios le pague doctorcito”, y no opine nada. Por ello, cuando se les coge en falta, sea en sus opiniones, diagnósticos o tratamientos, muy cómodamente, tratan de justificarse diciendo: “la Medicina no es una ciencia exacta”. Ante lo cual me he visto obligado a darles una lección: vea doctor, la Medicina no es ninguna ciencia, las únicas ciencias que -hasta el momento- ha construido el ser humano son la Física, la Química y la Biología. La Medicina no pasa de ser una técnica que -en el mejor de los casos- lo único que hace es utilizar los conocimientos producidos por esas ciencias o, generalmente, relacionar los síntomas con los fármacos que acaba de sugerirle el visitador a médicos (y que le proporciona ganancias adicionales mientras más los recete).
  • Con respecto a la última frase, desde hace años he leído demasiadas noticias y he escuchado denuncias concretas de médicos que han sido “premiados” con viajes alrededor del mundo, a congresos “científicos” o han recibido de regalo coches de gran marca por ser los que más recetan determinado producto farmacéutico. La industria farmacéutica soborna a estos fulanos para que atiborren a los pacientes con sus basuras. Incluso un “médico pediatra” ha presumido ante sus colegas que no hay nadie en el mundo que recete más que él, y que “se conoce todo el mundo con gastos pagados (y, como cantaba Piero: “con romance incluido”). ¡O sea que este canalla hizo fortuna usando a los niños como recipientes de basura!
  • Cuando se les pregunta la causa de una enfermedad, para eliminarla y curarse, dicen que “no hay una causa específica” y que “tome no más la medicina” para combatir los síntomas. No saben que ningún fenómeno, ni natural ni social tiene “una causa específica”, todos tienen una RED DE CAUSALIDAD muy compleja y cuyos componentes son muy diversos. De manera que solamente atacando y eliminando las causas se curan las enfermedades. Como no conocen las causas están limitados a atenuar o mitigar los síntomas, para lo que hay que esclavizarse de por vida a engullir pastillas, lo que es una causa de otras enfermedades.
  • Cuando un médico se equivoca y, en lugar de aliviar o curar, PROVOCA enfermedad y sufrimiento, los otros médicos, tanto los que participaron en el procedimiento como los que lo conocen, guardan silencio, se muerden la lengua, tal vez pensando “hoy por ti mañana por mí”, convirtiéndose en cómplices del hecho. Lo correcto, ético y decente es no defender al médico sino a la Profesión Médica, contribuir a corregir y paliar el sufrimiento PROVOCADO y evitar que vuelva a ocurrir castigando al médico ineficiente. El que no reconoce y hasta presume de sus errores los convierte en costumbre.

·      Y ahora es mi deber y responsabilidad denunciar una práctica perversa y criminal: las investigaciones biológicas han demostrado científicamente que los tratamientos hormonales pueden provocar cáncer; específicamente los tratamientos para combatir la infertilidad en las mujeres pueden producirles cáncer de mama. Basta que exista una mínima posibilidad de uno en mil millones de casos para que el tratamiento no deba realizarse. Pero la posibilidad es muchísimo más alta, así que las legislaciones de los países, los códigos médicos de conducta y la responsabilidad y moralidad mínima de los médicos individualmente deberían PROHIBIR DE MANERA TERMINANTE esos tratamientos.

                  La práctica de estos tratamientos viola el Juramento Hipocrático en los puntos en que proclama:

“No realizaré experimentos que entrañen sufrimiento, riesgo,o que sean innecesarios o atenten contra la dignidad humana”

“No daré a nadie, aunque me lo pida, ningún fármaco letal, ni haré semejante sugerencia...”

 

                  ¿Cuál es el argumento para practicar esos tratamientos? Que la paciente “desea fervientemente tener hijos”. Pero existe la posibilidad de que los tenga y los abandone en la orfandad si contrae cáncer de mama y muere por el. Basta esta posibilidad para disuadir y negar el tratamiento. Y, ¿cuáles son los argumentos en contra? Primero, existen millones de niños huérfanos tirados por el mundo, uno de ellos puede ser adoptado por la madre en cuestión; segundo, la población mundial ya excede las posibilidades del planeta para sustentar su vida. Así que el único argumento a favor del procedimiento, ¿sería que los médicos encargados o especializados en este tipo de tratamientos obtienen pingües ganancias por ellos?

 

·    Cuando ocurre una enfermedad terminal, los buenos médicos ya saben cuándo todo tratamiento o intervención no solamente es inútil sino que, peor, contribuye a agudizar los sufrimientos del paciente[7], en algunos casos por años, lo cual es una perversidad. Pero lo que ocurre siempre es que los médicos, creyendo que disminuyen el sufrimiento, ofrecen esperanzas falsas, como la frase “todos los días se están descubriendo nuevos fármacos y tratamientos, hay que tener esperanza”, etc. Y, de esta manera, tienen al paciente y a toda su familia en un sufrimiento espantoso, además de obligarlos a buscar dinero endeudándose o suplicando caridad para comprar las medicinas y pagar por los tratamientos inútiles. O sea que, a sabiendas y con plena conciencia, los médicos están engañando a los pacientes y prolongando su calvario, lo cual es una de las peores maldades y perversidades que pueden cometerse.

            Lo correcto -e incluso misericordioso- es decir la pura verdad descarnada y ofrecer una pastilla o cápsula que termine el sufrimiento en pocos minutos y sin que el paciente sienta nada. Ya existen estas pastillas, si quieren les puedo dar algunos nombres. Y la sociedad debería poner esas pastillas al alcance de los pacientes que se encuentran en esta situación. Pero sociedad, Estado, iglesias y médicos adolecen de un terrible defecto: son gazmoños.

            En estos días, en el Ecuador, una señora de edad que padece la terrible enfermedad ELA, en estado terminal, ha “elevado” una petición a la Corte Constitucional para que le “den permiso” de someterse a la eutanasia y acabar con su sufrimiento. Ya lleva esperando meses y los jueces tienen a la pobre señora sufriendo lo indecible porque “están pensando qué será de hacer”. ¡Pura perversidad provocada por la gazmoñería!

            Los seres humanos no estamos capacitados para dar o negar el permiso para venir a este espantoso mundo, pero sí lo estamos para no necesitar la venia de nadie para marcharnos de él, en el momento en que nos hartemos y se nos acabe la paciencia podemos irnos, con enfermedad o sin ella. No necesitamos permiso de nadie, y peor del Estado o de las iglesias. “Vida: no te debo nada; Estado y humanos en general: no les debo nada; Adiós”. Y ni siquiera necesito pedir -como los jóvenes franceses de mayo de 1968: “paren el mundo que me quiero bajar”, no, yo me tiro al vuelo.

 

·    En las facultades de Medicina hay una cátedra de Bioética, lo que aquí relato demuestra que no sirve para nada, y confirma que la Ética se va constituyendo en parte de la esencia del ser humano en el vientre materno y durante los dos primeros años de vida, la “teoría de los mil días”. Después de ese período ni asistiendo a clases ni con receta de médico puede adquirirse. 

            

·    No faltará un Perogrullo que al leer esta nota diga, escandalizado: “¡pero no todos son así”! Por supuesto que no, pues, yo mismo he tenido la enorme suerte de conocer algunos MÉDICOS EXCELENTES, RESPONSABLES, DIGNOS Y DECENTES. Pero son la excepción. La mayoría son “curas de cuerpo” con sotana blanca, ahora que ya no hay los “curas de almas” con sotana negra.

            Varias veces ponderé, elogié y puse de ejemplo de dignidad humana a los médicos que se comportaron como héroes en el año 2020 durante la pandemia provocada por el virus chino (COVID-19), pero también lamenté y critiqué que se impidiera la entrada a los hospitales a los pacientes de la tercera edad, y se los dejara morir en la calle.[8]

  • Las empresas de seguros médicos fijan arbitrariamente los valores de los pagos mensuales. A una persona de 75 años le ofrecen asegurarle en caso de embarazo, sala de partos, pañales para el bebé, etc., y cuando el pobre anciano les afirma y jura sobre 25 biblias que no planea embarazarse, le dicen que son “cuadros elaborados por la Matriz del exterior y que no pueden ser alterados”. Me ha ocurrido eso con TRES empresas de seguros médicos.
  • “¿Mal de muchos, consuelo de pendejos”? Me he topado con “médicos” en Alemania y en España y son igualitos o peores que los criollos, pero a mí eso no me consuela.

 

            Sigue siendo válido el consejo emitido por Leonardo da Vinci en el siglo XVI: “Come bien, duerme bien y mantente alejado de los médicos”; al que yo añado: “haz ejercicio religiosamente cada día y no comas fuera de casa”.

 

HAY QUE SUPERAR ESTOS PROBLEMAS ESTRUCTURALES EN LA FORMACIÓN DE LOS MÉDICOS, ¡HAY MILES DE VIDAS EN RIESGO Y MUCHO SUFRIMIENTO NO ALIVIADO O PROVOCADO!

 

LMG. 2024-01-14



[1]Arquitecto, Magíster en Historia, PhD en Urbanismo Sostenible. http://leonardominogarces.blogspot.com

 

[2]LA REVOLUCIÓN DE LA GLUCOSA. Jessie Inchauspé. Bioquímica francesa. Un libro impresionante, en el que el contenido de cada párrafo está respaldado por notas de pie de página que remiten y permiten acceder a los informes científicos de laboratorios de varios países del mundo de los que la autora ha obtenido la información, además de sus propias investigaciones científicas. 

[3]TU CUERPO, TU HOGAR. La longevidad depende de ti. Rafael Guzmán García. PlanetadeLibros. Pág.65. Subrayado mío.

[4]SOMOS NUESTRO CEREBRO. Cómo pensamos, sufrimos y amamos.Dick Swaab. Pág. 24.

[5]YO SOY MALALA. La joven que defendió el derecho a la educación y que fue tiroteada por los talibanes. Pág. 193. Esto ocurrió en Pakistán el 9 de octubre del 2012.

[6]¿CÓMO HABLA DIOS?LA EVIDENCIA CIENTÍFICA DE LA FE. Francis S. Collins. Ariel. Páginas 66-72.

[7]Al respecto deben leerse los libros CÓMO MORIMOS: reflexiones sobre el último capítulo de la vida y, EL ARTE DE ENVEJECER: recomendaciones de un médico, de Sherwin B. Nuland.

[8]Al respecto se puede leer mi libro CRÓNICA DE UN GENOCIDIO. 2020-09-05, en la página Web: https://www.academia.edu