MORFOLOGÍA URBANA
(Segunda Parte)
Leonardo Miño Garcés
5. LA TRAMA VERDE: LÍNEAS Y
NODOS
En la imagen únicamente se han
graficado los espacios que pueden (y deben) ser verdes alrededor del ámbito
urbano ejemplificado, tales como parques de distinta jerarquía y ámbito de
cobertura, etc., a los cuales deberán añadirse los espacios libres de
edificaciones en el interior de cada lote o parcela y los árboles en calles y
avenidas.
Una
interesante relación entre área edificada y área verde en la Ciudad de La
Plata, en Argentina.
Pero, ¿cuánto o qué
cantidad de espacio verde es necesaria para lograr una ciudad saludable y sostenible?
Al respecto
hay, afortunadamente, varios estudios teóricos y de laboratorio que recomiendan
la relación o proporción que debe existir entre el área verde, el área
edificada y el número de habitantes.
A
continuación voy a citar los resultados de algunos de ellos.
Se requieren 22 árboles para
suplir la demanda de oxígeno de una persona al día.
Algo así como 0,41
hectáreas con árboles (1 hectárea equivale a 10.000 metros cuadrados, digamos
una manzana urbana), produce suficiente oxígeno al día para 18 personas.[1]
Ahí
está la respuesta cuantitativa. Veinte y dos (22) árboles por persona al día o
4.100 metros cuadrados para 18 personas, lo que equivale a 228 metros cuadrados
arborizados por persona. Claro que es una cifra promedio, que variará dependiendo
de la especie forestal, edad de los árboles, tamaño de los mismos, localización
geográfica, etc.
Esa cantidad
es mucho mayor que la que se suele publicitar, dictaminada por la Organización
Mundial de la Salud, de 9 m2 por persona (sin ningún estudio técnico conocido
que la respalde); o la que han dictaminado los municipios europeos, que varía
entre 12 y 15 m2 por persona. Incluso excede a la que precisa el científico
Arturo Eichler en su libro S.O.S. Planeta Tierra, que indica la necesidad de 40
metros cuadrados de espacio verde por persona.
La malla verde
urbana comprende desde los espacios privados, tales como las áreas internas de los lotes que quedan libres
de edificaciones (y que no son utilizadas para parqueos de vehículos o patios
con superficies duras), los retiros hacia la calle; y luego los espacios públicos,
desde las franjas verdes en las orillas de las aceras, los parterres centrales
de las avenidas, y todos los equipamientos urbanos para la recreación deportiva
activa, tales como los parques infantiles, escolares, zonales, distritales y
metropolitanos. De manera que la malla verde está conformada por líneas y
nodos, y estos últimos tienen distintas áreas.
Lo correcto es
que los nodos estén dimensionados proporcionalmente, en relación a la cantidad de
residentes a los que van a servir, cumpliendo las normas internacionales de
metros cuadrados por usuario; y deben ubicarse de manera que aquellos que son
utilizados con frecuencia diaria (tales como los parques infantiles y
escolares) estén a una distancia de recorrido peatonal de máximo 15 minutos
desde la última vivienda del ámbito urbano correspondiente (esto es lo que se
denomina el ámbito de cobertura del equipamiento correspondiente).
Quienes hemos
realizado prácticas de diseño urbano nos hemos encontrado con que la aplicación
estricta de las normativas internacionales respecto de metros cuadrados por
usuario arroja un resultado muy deficitario de metros cuadrados de área verde
por habitante en relación a las cantidades recomendadas citadas arriba. En el
mejor de los casos se obtienen alrededor de 28 metros cuadrados por habitante,
muy por debajo de los 228 calculados científicamente.
Estos resultados
se explican porque aquellas normativas solamente fueron calculadas para la
funcionalidad de los equipamientos recreativos, o sea solamente se dimensionó
la necesidad funcional, y se dejó de lado dos aspectos vitales para la vida de
las personas, la cantidad de oxígeno que se requiere para un ambiente sano y la
cantidad de área natural libre de edificaciones que se requiere para el
mantenimiento de la biodiversidad.
El
cumplimiento de esa recomendación implica, además, que la ciudad no puede
crecer de manera indiscriminada, sino armónicamente como un sistema en el que
todos sus componentes se relacionan de manera armónica y equilibrada tanto
cuantitativa como cualitativamente.
Ejemplo
del uso de los retiros frontales de las viviendas como espacios verdes.
Bremen-Alemania, 2016-11-25.
6. EL EQUILIBRIO ENTRE ESPACIOS
VACÍOS Y EDIFICACIONES, Y EL USO DE LOS ESPACIOS VACÍOS
En el punto 4 se hizo referencia
a los retiros entre las edificaciones y los 4 (o más) límites de los lotes o
parcelas, es decir, el espacio privado. Y se mencionó que además de ser parte de
la imagen urbana, esos retiros tenían importancia ambiental, sanitaria y de
relación social. Ahora voy a profundizar un poco más en este aspecto de la
morfología urbana, lo que se denomina la relación entre llenos y vacíos.
Denominando “llenos” a las edificaciones y “vacíos” a los espacios libres de
ellas.
Entonces,
además de los retiros antes mencionados, debemos analizar el “espacio calle”,
es decir el vacío existente entre las fachadas exteriores de las edificaciones,
y que suele estar conformado por tres franjas, dos laterales ligeramente
elevadas respecto de la central, y esta última.
Ese vacío generalmente
está destinado a los siguientes usos, con distintas configuraciones según la
ciudad o el sector de la misma:
1.
Espacio privado de separación de la edificación
respecto del espacio público (o retiro frontal);
2.
Uso peatonal,
3.
Ciclo-vía (de manera importante a partir del segundo decenio del
presente siglo),
4.
Franja verde arborizada o solamente con césped;
5.
Calzada, con una o dos franjas para el parqueo
de los vehículos a motor, y uno o más carriles para la circulación de aquellos.
Los usos 2, 3
y 4 se repiten en dos franjas laterales, que solían estar ligeramente elevadas
respecto de la franja central vehicular, unos 18 centímetros más altas, pero
poco a poco se las va dejando al mismo nivel (por razones que no es oportuno
analizar ahora).
Como quedó
indicado, la configuración varía según la ciudad, por ejemplo, a los dos
costados del “espacio calle”, aledaños a las edificaciones, se suelen ubicar
los tres usos que se desea incentivar más: peatonal, ciclo-vía y espacio verde
arborizado.
En el espacio
privado indicado como primer uso, que existe cuando las edificaciones mantienen
un retiro respecto de la línea del espacio público, se incentiva su uso verde
(como se puede ver en a fotografía anterior).
El quinto uso,
la franja central poco a poco se va estrechando para que solamente tenga una
cinta de parqueo y un carril de circulación, y el espacio que se gana se lo
destina a ampliar las franjas laterales.
Un ejemplo
interesante de diseño de este espacio calle lo encontramos en la ciudad de
Bremen, en Alemania, en donde cada uso tiene un tratamiento de piso diferente,
lo que además de dejarlo claramente indicado y delimitado, eleva la calidad de
la imagen urbana, como puede verse en las siguientes fotografías.
La importancia de la arborización de los
espacios públicos.
La luminosidad y el colorido de los árboles en
el espacio público.
Aquí pueden verse distintos tratamientos del
piso: La calzada de asfalto, una franja de cambio de rugosidad con adoquines de
piedra, el espacio de parqueo con una “oreja” de protección en la esquina, y la
vereda revestida con baldosas antideslizantes.
Los ocho tratamientos de piso de izquierda a derecha: 1. El retiro
frontal de las edificaciones con adoquines de piedra. 2. La franja peatonal con
baldosas antideslizantes. 3. La pequeña franja de cambio de textura que separa
la franja peatonal de la ciclo-vía, con adoquines pequeños de piedra. 4. La
ciclo-vía con adoquín rojo. 5. Los adoquines de piedra similares a los del
retiro frontal, para el parqueo de los vehículos. 6. La franja de adoquines
rojos que limitan la calzada respecto de la vereda y que, además de tener una
forma de canal, contiene los sumideros de aguas lluvias. 7. La franja rugosa de
asfalto para reducción de velocidad y, 8. Finalmente, la calzada de asfalto
menos rugoso para la circulación de los vehículos.
Los distintos tratamientos de las superficies
según el uso de los espacios.
Finalmente, respecto de
los materiales de revestimiento de los pisos duros cabe mencionar que estos no
deben conformar finalmente una superficie impermeable, sino que deben permitir
que el agua de lluvia se filtre al subsuelo, disminuyendo así el volumen de
escorrentía que debe ser conducida por el alcantarillado y alimentando las
fuentes subterráneas de agua.
El espacio verde y arborizado coexiste con el
espacio duro y con las edificaciones.
ALGUNAS VENTAJAS DEL
EQUILIBRIO ENTRE EDIFICACIONES Y ESPACIO ABIERTO, Y DEL USO VERDE DE LOS
ESPACIOS ABIERTOS[1]
- Las
áreas abiertas son útiles para la vida silvestre, la recreación, la mitigación
de los riesgos de inundación, el almacenamiento de carbón y la producción de
alimentos.
- Hay
que aprovechar las áreas vacantes o subutilizadas para producir aire y agua
puras, buenos microclimas y comida saludable.
- La
Infraestructura Verde (IV) es “una de las más efectivas herramientas
disponibles para manejar los riesgos del medioambiente, tales como las
inundaciones y las olas de calor.
-
Un diseño orientado hacia la infraestructura verde busca crear
ambientes urbanos más saludables, biodiversos y cohesivos socialmente, y un
ecosistema articulado hacia la gente y la vida silvestre, que además genera
medidas de resiliencia contra el cambio climático en la forma de tormentas,
inundaciones, calor, sequía y protección contra la polución.
-
El uso de la naturaleza como una herramienta para el diseño del
ambiente urbano puede reportar beneficios de amplio alcance incluyendo una más
grande cohesión social, una mejor salud mental y física, (lo que resulta en
ahorros económicos), una disminución del crimen, vitalidad económica, inversión
interna e incremento en la renta del suelo; mejores microclimas urbanos, menor
contaminación, resistencia a las inundaciones, incremento de la biodiversidad y
disminución de la huella urbana de carbón.
-
Las terrazas, paredes y fachadas verdes están haciéndose cada vez
más comunes, así como el diseño sensible en el uso del agua, el movimiento
agrícola urbano y el desarrollo con bajas emisiones de carbón. Estas
intervenciones en pequeña escala son vitales y usan positivamente el espacio urbano congestionado.
-
En nuestros días, la mayoría de ciudades
lamentablemente están fracasando en lograr un balance entre las áreas
edificadas y la naturaleza. Conforme aumenta la presión por el crecimiento de
las áreas urbanas, el espacio verde urbano tiene que competir contra el alza de
los precios de la tierra, las crecientes densidades de población a las que no
alcanza a servir y a las áreas ocupadas por la infraestructura, con lo cual se
constriñe la naturaleza de nuestras ciudades. Esto produce
el detrimento de los ambientes urbanos con impactos sociales y en la salud de
los habitantes.
A las ventajas anotadas arriba
hay que añadir el efecto que ejercen los árboles sobre la temperatura ambiente
así, en las ciudades en que la temperatura sube en algunas horas del día o en
toda la estación del verano, los árboles ejercen un efecto refrigerante,
atenuando la temperatura, produciendo sombra, aumentando la humedad y
transmitiendo una sensación de frescura.
No permitamos que se acabe el verde.
(Fin de la Segunda Parte)
[1] Las siguientes recomendaciones han sido tomadas de
CITIES ALIVE, Rethinking Green infrastructure. ARUP, April 2014..
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