miércoles, 15 de julio de 2020

UN PAÍS MODELO, SIN ENFERMOS, SIN MUERTOS Y CON UNA ECONOMÍA PRÓSPERA

UN PAÍS MODELO: SIN ENFERMOS, SIN MUERTOS Y CON ECONOMÍA SOLVENTE

Leonardo Miño Garcés 



Este libro fue escrito en el año 1979 como resultado del trabajo de un grupo de arquitectos, ingenieros y biólogos que vieron “el potencial de integrar los principios de la Biología, producción de comida, generación de energía y el diseño del espacio de vida y comunidad para crear lugares donde uno pueda funcionar con total independencia de una tecnología “artificial” y centralizada; al mismo tiempo, vimos la necesidad de un centro en el cual la gente pueda combinar el aprendizaje teórico y filosófico con la experiencia práctica en nuestra áreas de trabajo: agricultura, arquitectura, construcción, ingeniería, biología y sistemas naturales. Nuestro objetivo inmediato se convirtió en la combinación de todas nuestras habilidades para el diseño y la construcción de un lugar que probaría sistemas de vida experimentales, ecológicamente estables y que conserven recursos… El reto es hacer a las ciudades ecológicamente estables y lugares saludables para vivir..”
     En pocas palabras, este grupo de brillantes profesionales logró el diseño y construcción de una residencia urbana sostenible, autosuficiente, autárquica, que -dado el caso- podía sostener la vida de sus ocupantes separados del mundo que les rodea.
    El proyecto y construcción fue realizado en el Farallones Institute y el libro publicado por Sierra Club Books. El libro es todo un tratado teórico y un muy detallado manual técnico de construcción, que incluye los detalles constructivos y de fabricación de cada uno de los elementos, tanto de la edificación como del equipamiento de ella y de su entorno para sostener la vida de sus ocupantes.
    Han pasado cuarenta y un años desde que esa vivienda se construyó y funcionó perfectamente (casi medio siglo), de manera que con los conocimientos científicos y la tecnología actuales, ya se puede diseñar y construir (o renovar y transformar) toda una ciudad, región o país de manera similar. Para no ir muy lejos, yo mismo he escrito dos libros, el uno contiene la Teoría de las Ciudades Sostenibles y el otro el proyecto detallado de una de ellas.
     Estas ciudades son totalmente peatonales, de manera que no consumen combustibles para la movilización de sus habitantes; producen sus propios alimentos, generan su propia energía; captan y purifican el agua que consumen y purifican y reciclan las aguas grises y negras; convierten sus residuos en recursos; y tienen al alcance de un recorrido peatonal todos los equipamientos necesarios para la vida: trabajo, educación, salud, recreación deportiva y socio cultural, comercio, atención a los grupos vulnerables, gestión pública y comunitaria, y servicios de emergencia. Tienen el índice de área verde por habitante más alto que la “ciudad más verde el planeta: Singapur”. Es decir, y nuevamente: son ciudades sostenibles, autosuficientes, y autárquicas.
     Con todo lo expuesto queda demostrado que el conocimiento y la técnica para lograr que una ciudad, región o país sea autosuficiente, ya existe. Pero la oportunidad de aprovechar ese bagaje de conocimientos fue criminalmente desperdiciado en estos primeros meses del año 2020.
      En efecto, las siguientes cuatro realidades son por demás conocidas por todos los habitantes medianamente informados del mundo:
     Primero: la República China en los últimos cuarenta y dos años ha acumulado una fortuna impresionante nada más que inundando de males a todo el Planeta, desde productos de paupérrima calidad hasta préstamos leoninos tramposos.
     Segundo, toda la fortuna se ha acumulado en manos de los jerarcas del Partido (mal llamado) Comunista, sumiendo en la más espantosa miseria a la mayoría de su población, obligándola a consumir cualquier objeto o desperdicio animal, vegetal o mineral que puedan obtener con su magros ingresos o escuálidas fuerzas para alcanzar cada día a sobrevivir en la precariedad. Unas pocas pero decisivas cifras demostrarán estas afirmaciones:
  • La población de China es de 1.395.380.000 habitantes.
  • La Población Económicamente Activa (PEA) es el 57,7% de la total, lo que equivale a 805.134.260 trabajadores potenciales.
  • El gobierno chino se ha planteado como objetivo que el desempleo no pase del 4,5% de la PEA, lo que implica que, en el mejor de los casos, o sea si se cumple el objetivo (que no se lo ha cumplido, porque el desempleo ha llegado hasta el 5,2% de la PEA), el número de desempleados será de 36.231.042.
  • Si el promedio de composición familiar en la China es de 3 personas por familia, entonces 108.693.126 personas no tienen ingresos para sobrevivir. ¡MÁS DE CIENTO OCHO MILLONES DE PERSONAS TIENEN QUE BUSCAR COMIDA ENTRE LA BASURA! Por supuesto que, en esas condiciones, cualquier murciélago muerto vale. Y, del murciélago sale el coronavirus, muta para afectar al desempleado, este contagia a la primera persona con la que se topa en la calle, esta a toda su familia, amigos y compañeros, estos se riegan por el mundo y, listo: PANDEMIA.
     Tercero: El 1% de la población China posee un tercio de la riqueza del país. China tiene ya más multimillonarios que los EEUU. El 25% de la población con menores recursos sólo detenta el 1% de la riqueza del país.
      Cuarto: la China tiene un régimen autocrático que para mantenerse en el poder necesita ocultar las realidades a su propio pueblo y al mundo. Tan es así que apenas un odontólogo anunció el contagio por coronavirus en la ciudad de Wuhan, y un periodista lo publicó, fueron encarcelados y ahora están muertos; y cuando el Gobierno Chino informó al mundo de la epidemia y bloqueó la ciudad, ya se habían repartido por el mundo millones de chinos portando el virus en sus narices.
     A la vista de esas realidades, era por demás evidente y no requería mucha inteligencia saber que apenas perforó la bruma de desinformación el conocimiento de que existía una epidemia en aquella desventurada nación, había que cerrar apresuradamente las fronteras de cada país por tierra, mar y aire.
     El país que lo hubiese hecho, no habría sufrido un solo enfermo por el virus chino, no habría lamentado un solo fallecimiento y, por añadidura, su economía no se habría detenido, sino fortalecido. De manera que el mundo no habría tenido 4.798.957 contagiados, 316.514 muertos (hasta este día: 2020-05-18), y su economía habría seguido boyante, incluso fortalecida. Pero no, para no detener la economía se prefirió la enfermedad y la muerte de los seres humanos, y al final se tuvo enfermedad, muerte y economía paralizada.
     Como ha quedado demostrado en la primera parte de este artículo, el aislamiento total y absoluto de un país es perfectamente posible. De manera que su economía puede seguir funcionando. Y, como si eso fuese poco, el aislamiento habría dinamizado la economía ya que se hubiese visto obligada a sustituir las importaciones por producción propia. Por supuesto que esa nueva producción no rendiría sus frutos al siguiente día, pero mientras tanto habría habido que vivir y funcionar con lo que se tenía al momento del aislamiento, que es muchísimo más de lo que se tiene ahora, con dos meses de paralización, y los gastos que implica atender a los enfermos y a los muertos. O sea que se habrían multiplicado los renglones productivos y de servicios para reemplazar los que se importan con desangre del escaso capital existente generado por el ahorro interno.
      Cabe la pregunta obvia: ¿Por qué no se lo hizo? La historia del comportamiento del mal llamado homo sapiens está presta a responder:     
      Porque la lógica, la racionalidad, la decencia y el bienestar común jamás han gobernado el mundo. Siempre lo ha hecho el ansia de lucro y la codicia. En una ciudad como la proyectada, desaparece la posibilidad de la especulación del suelo, de  la necesidad de los autos, del consumo de combustible, etc., de manera que grandes empresas nacionales y mundiales se verán afectadas en sus ingresos. La lógica y la racionalidad no gobiernan el mundo, es el reino de la estupidez. Por eso desde hace siglos rezamos a Dios: "venga a nosotros TU REINO", y "líbranos del reino de los canallas, de los idiotas, de los estúpidos y de los perversos". Pero, claro, solamente rezando no se logra nada.
    El conocimiento y la tecnología existen, pero la codicia y la estupidez predominan. El resultado: 4.798.957 contagiados, 316.514 muertos (hasta este día: 2020-05-18), decenas de millones de honestos y eficientes empleados echados a la calle, al hambre y a la miseria; y la economía del mundo colapsada.
      Ahora bien, la tragedia ya está presente. En el caso del Ecuador y de los países endeudados del tercer mundo, ¿cuál puede ser un enfrentamiento de la situación actual? Propongo el siguiente:
     El Gobierno del Ecuador y la Asamblea están buscando la manera de sacar dinero de los bolsillos de los ciudadanos, mediante "contribuciones", impuestos o baja de salarios. El problema real es que si se saca dinero del bolsillo de los ciudadanos se reduce su nivel de gasto, es decir, de compra. Eso deprime a todo el sector productivo porque la gente compra menos o nada, lo que hace que aquel tenga que despedir trabajadores o reducir salarios, con lo que se constituye un círculo vicioso: menos compra-menos venta-más desempleo-menos compra-menos venta, etc. También hay gritos reclamando que se cierren instituciones públicas supuestamente inservibles, con lo cual ocurriría lo mismo: más desempleo-menos compra-menos venta, etc. El dinero no hay que obtenerlo del bolsillo de los ciudadanos ni despidiendo gente, sino del NO PAGO DE LA DEUDA EXTERNA. En estos meses el único que paga deuda externa en el mundo es el Ministro de Finanzas del Ecuador (y paga el 100% del valor de los bonos de deuda, cuando esos bonos de una economía en quiebra y paralizada deben estar a menos del 30% en el mercado de valores internacional), con lo que siembra la duda de si los tenedores de bonos no le estarán pagando una comisión por hacerlo. Con ese dinero se debe formar un fondo para rescatar a la pequeñísima, pequeña y mediana empresa. Hay que notar que no incluyo a la gran empresa, debido a que la historia de las recesiones económicas en el mundo demuestra que las grandes empresas y los bancos guardan el dinero que reciben de los rescates, no lo invierten, mientras que las pequeñas invierten en su recuperación, lo que crea empleo; y se trata de -al menos- recuperar  el nivel de empleo de diciembre del 2019. Así como Hurtado y Febres Cordero rescataron a los bancos con nuestro dinero, ahora hay que rescatar a los pequeños y medianos empresarios PARA MANTENER O AUMENTAR EL EMPLEO. Eso reactivará toda la economía. También hay que poner en marcha un programa técnico y jurídico de recuperación de lo que se robó Correa; y aunque el éxito de ese objetivo tomaría años, hay que empezarlo ya.
    Está demostrado que la inversión en empleo tiene un efecto multiplicador de 1,5 o más. O sea que si se invierten mil millones de dólares en empleo, al cabo de un año ese dinero ha producido mil quinientos millones. Esto se llama RE-ACTIVACIÓN, lo otro se llama RECESIÓN.
    No se trata simplonamente de proclamar ante el mundo la negativa a pagar la deuda externa, sino de presentar un programa de recuperación económica que asegure que producirá réditos para pagar el próximo año.
      Y, por último, si los países afectados por la pandemia tienen dignidad, deberán demandar de la China el pago de todos los costos, perjuicios y pérdidas por la paralización de su economía y, si la China tiene dignidad, deberá apresurarse en pagar; aunque nada borrará de su historia la vergüenza por la pandemia provocada; nada pagará por nuestros muertos. 

LMG. 2020-05-18

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