sábado, 25 de septiembre de 2021

LA INTELIGENCIA

¿Qué es la inteligencia?

¿Responder preguntas en el menor tiempo posible? Y, ¿si las respuestas son equivocadas? Y, si las respuestas son aquellas aprendidas de memoria u oídas, provenientes de fuentes externas, ¿eso es muestra de inteligencia o de memoria o de ser una buena caja de resonancia? Creo que, en el mejor caso, es muestra de buena memoria; pero también de falta de razonamiento propio, aceptación pasiva de lo oído o leído y, por lo tanto, de falta de inteligencia.

      No recuerdo (ya no tengo buena memoria) quién escribió que no buscar por sí mismo las causas de los fenómenos es “aceptar ser miembro de un rebaño”. ¿Acepto yo ese criterio ajeno? Si lo hago luego de una reflexión propia y abundantes contrastaciones asimilo esa afirmación, es decir transformo la sustancia externa en propia y puedo afirmarla yo mismo. Si simplemente la acepto porque lo dijo una persona “célebre” soy parte de un rebaño.

      El aceptar y proclamar la opinión de una persona reputada como “autoridad”, con la frase: “puesto que lo ha dicho el Papa, o el Presidente de cualquier República, o, peor, el editorialista de moda o “lo leí en el diario de la tarde”, es lo que se llama escudarse en el “argumento de autoridad” y renunciar a pensar por uno mismo. Si “lo ha dicho Einstein”, pues lo ha dicho ese científico, no yo. A ver cómo lo digo yo, con mis propias palabras, argumentos y demostración. ¿Cómo explico que la energía se convierte en materia? Si no lo puedo hacer, tengo una tarea, y como el virus chino nos ha enseñado que no se debe procrastinar, pues manos a la obra.

      Pongo un ejemplo extremo: primero Eratóstenes, luego Copérnico y luego -poco a poco- todos los científicos del mundo afirman que la Tierra gira alrededor del Sol, que la Luna gira alrededor de la Tierra, y que el Sistema Solar gira alrededor del agujero negro que existe en el centro de la Galaxia Vía Láctea. Si yo sostengo esa afirmación y la proclamo, ¿soy parte de un rebaño? Habida cuenta que no poseo la formación ni los recursos para comprobar por mí mismo todas esas afirmaciones. Si simplemente lo acepto, entonces no interviene la razón sino la fe: CREO que todo ello es verdad y no me hago más problemas. Pero si estudio los argumentos teóricos, geométricos y matemáticos de Eratóstenes, Copérnico, Kepler, Galileo y los científicos que han DEMOSTRADO -no solamente afirmado- que múltiples fenómenos naturales solamente pueden producirse y explicarse porque aquellas afirmaciones son correctas, entonces ya puedo hacer mías las mismas y trascender de la Fe al conocimiento.

      Si me asomo a la ventana veo que la Tierra es plana, pero sé que todo lo que veo son meras percepciones sensoriales, producidas por la vista (que solamente puede ver menos del 1% del espectro electromagnético), el oído (que solamente puede captar menos del 1% del espectro acústico), el tacto, el gusto y el olfato, de manera que pongo en duda que la Tierra sea plana, pongo en duda lo que me transmiten mis ojos. Los sentidos únicamente me proporcionan sensaciones extremadamente limitadas de la realidad. Lo que veo no es la realidad, sino una mínima expresión externa de la misma, un mero fenómeno. En conocimiento de lo anterior, es mi obligación buscar la esencia de cada fenómeno, esto es, su origen o su causa, por lo menos la inmediata, aunque mi obligación es buscar la causa última de los fenómenos. Esto me obliga a tomar la sensación de Tierra plana y ponerla en cuestión, lo que implica no creer lo que estoy viendo y buscar su explicación. Si hace veinte siglos los curiosos e inquietos ya encontraron y demostraron que la vista les engañaba y que la tierra es una esfera (incluso achatada en los polos), ahora con todo el potencial de indagación e investigación al alcance de un simple pulsado de tecla, no puedo CREER que la Tierra sea plana.

      De manera que la inteligencia sería cuestionar las percepciones recibidas del exterior y, buscando sus causas, encontrar la esencia. Como consecuencia y virtud de su práctica constante, la persona inteligente dispone de innumerables herramientas mentales para enfrentarse a los azares y problemas de la vida de cada minuto, y resolverlas. Pero, OJO: esto no garantiza la felicidad, sino simplemente estar mejor entrenado para enfrentarse al azar de cada día. La inteligencia es similar o un sinónimo de la creatividad: disponer de un extenso repertorio de recursos y escoger el preciso en el momento preciso y para el desafío concreto, y resolverlo.

 

“…la inteligencia designa la capacidad que posee un ser (humano) para utilizar su cerebro para aportar la solución de un problema dado [o una respuesta objetiva a una pregunta formulada] (LOS DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS CONTEMPORÁNEOS, Michel Claessens, pág. 82)

 

Una buena fuente de contrastación es la historia, Mater et Magister, por aquello de que “por sus hechos los conoceréis”.

      Así que la inteligencia y la creatividad no se heredan almacenadas en los genes, sino que son el fruto de un muy largo, intenso, sacrificado, extenuante, divertido y gratificante trabajo. El cual se inicia motivado por el decepcionante hallazgo de que lo que se ve, se oye, se lee y le cuentan a uno, es eso, puro cuento.

      Incluso las afirmaciones de los filósofos son meras propuestas a ser consideradas y puestas en cuestión. La Filosofía no es una ciencia, puesto que no produce conocimientos. Los filósofos han sido o son personas que, justamente, pusieron en cuestión las percepciones y opiniones generalizadas de su tiempo y -ampliando y profundizando su ángulo de visión- elaboraron interpretaciones personales, su particular visión de la naturaleza, de la vida y de la sociedad, y las propusieron. Muchas afirmaciones de filósofos han sido ya demostradas como erróneas, muchas de Platón, bastantes de Aristóteles, casi todas las de Agustín de Hipona, incluso las fundamentales de Immanuel Kant, y de otros muchos.

       La lectura de los libros de los seres humanos reputados como los más sabios e inteligentes de la historia, o de los científicos más exitosos, debe iniciarse con la pregunta: ¿será?

“El resto es rebaño”.

Si esto es así, aquellos que se limitan a leer los periódicos, oír la radio o ver y oír la televisión -además de lo indicado arriba- habida cuenta que los medios de comunicación colectiva a lo largo de la historia siempre han sido mentideros profesionales; y luego se creen todo a pies juntillas y proclaman como conocimiento propio lo que han leído, no cumplen con los requisitos anteriores.

Para colmo, los que hacen lo anterior con las noticias que reciben por las redes sociales y las reproducen, renunciando a su deber de seres pensantes y asumiendo el lamentable papel de correas de transmisión de barbaridades…

Todos ellos, “son rebaño”.

Y, lo peor de lo peor, en los últimos veinte meses que nos está tocando padecer, esas barbaridades transmitidas han producido muertes, por los descerebrados anti-vacunas.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario