sábado, 25 de septiembre de 2021

LA REALIDAD

¿Qué es la realidad?

Esta es una pregunta muy compleja.

Veo con demasiada frecuencia que dos coches se chocan en la esquina de mi casa. Ese accidente, ¿esa es una realidad? No! Es PARTE de la realidad, apenas un aspecto eventual y coyuntural de la misma. Puesto que la policía y los jueces CREEN que esa es la realidad, nunca resuelven el problema, y no pasan quince días antes de que otros dos coches se choquen.

Veo, siento y oigo que llueve a cántaros en pleno verano, que las temperaturas pasan de los cuarenta grados, que se incendia el Planeta . ¿Esas son realidades? No! Son eventos parciales, son PARTE de la realidad. Puesto que la mayor parte de la gente CREE que esas son realidades, pues se contenta con comprarse un paraguas, encender el aparato de aire acondicionado, irse de vacaciones en coche o en avión viajando miles de kilómetros a otra latitud, tomarse un baño, echar un poco de agua desde unos helicópteros, y olvidarse del asunto hasta el próximo año.

Veo, oigo y leo que unos guerrilleros desharrapados (originalmente entrenados, financiados y armados por las grandes potencias mundiales) se han tomado un país abandonado por esas mismas potencias luego de que lo invadieron y destruyeron por veinte años; y que esos harapientos fanatizados van a meter a todas las mujeres en la cocina y a toda la población en las mezquitas cinco veces al día. ¿Es esa una realidad? No! Es una parte muy pequeña de la realidad, aquello que percibimos con la extremadamente limitada capacidad de nuestros sentidos.

Conozco que más de cuatro millones de personas han muerto en los últimos veinte meses por tragarse una molécula compleja invisible de 50 a 140 nanómetros (0.00005 a 0.00014 milímetros). Como se CREE que esa es una realidad, se CREE que se va a solucionar con un par de dosis de vacuna. Y, una vez recibidas esas dosis la gente se olvida del asuntito que la preocupaba… hasta la próxima.

Todos aquellos son sólo fenómenos o eventos o manifestaciones externas de la realidad.

Entonces comienzo a entender. Puesto que no se conoce la realidad, los problemas que esta produce no se resuelven, sino que se esconden bajo una multa, bajo un paraguas, un chorro de agua, tirarse de los pelos o dejarse pinchar dos veces en el deltoides.

Entonces, ¿qué diablos es la realidad?

La historia del Universo, la de la Tierra y la de la humanidad nos enseña que todo, absolutamente todo, tiene una cantidad innumerable de causas y otra de consecuencias. El uso de la palabra “innumerable” se justifica únicamente por la limitación del cerebro humano, que -hasta ahora- no puede comprender la enorme complejidad del universo, pero en la realidad el número es finito.

Ese “todo” es el Cosmos, un solo Sistema compuesto de múltiples subsistemas de distintos tipos y una sola naturaleza u origen. Y en el que todos sus subsistemas y los componentes de los mismos están indisolublemente articulados y conectados.

 

Un SISTEMA es “un todo formado de fenómenos solidarios, tal que cada    uno depende de los otros y no puede ser aquello que es sino en función y por su relación con ellos… Cualquier modificcación de uno de los componentes implica la modificación de todos los demás” (Citado en MACROARQUITECTURA. Gustavo Munizaga Vigil. Pág. 30)

 

“Todo es causa de todo y provoca consecuencias que se vuelven causas de otras consecuencias, en un …efecto dominó, en que todo está determinado pero permanece (hasta ahora) indeterminable…” LA FÓRMULA DE DIOS. José Rodrigues Dos Santos, pág. 263.

 

    Aquí es pertinente hacer un paréntesis para enfatizar en que de lo enunciado se desprende una norma moral intemporal: la responsabilidad que debe asumir cada quien de cada uno de sus actos: cada uno de ellos tiene múltiples consecuencias, positivas y negativas para sí y para los demás, incluido el ambiente. Los científicos llaman a esto “El efecto mariposa”: si una mariposa agita sus alas en un lugar de la Tierra, se produce un huracán al otro lado.

Fin del paréntesis.

De lo anterior se puede desprender que la realidad es una sola, es todo el Universo o Cosmos. Entonces, ¿quiere eso decir que la realidad es inaprensible e inconprensible por el cerebro humano? No. Cada uno de los actos de una persona tiene un ámbito o escala en el interior del cual existen fragmentos de realidad de orden natural y de orden social. Es perfectamente posible identificar la existencia, en el interior de ese ámbito, de una red de causalidad en la cual todos los fenómenos (naturales y sociales) están inseparablemente interrelacionados. Entre los sociales están los fenómenos económicos, políticos (de organización social) e ideológicos (las creencias religiosas, las percepciones, los miedos, los deseos, las ambiciones, etc., en suma, las formas de pensamiento).

Todo ser humano tiene la capacidad biológica para identificar y representarse mentalmente toda esa compleja red de causalidad, si no lo hace es por atolondramiento, falta de instrucción y entrenamiento o abulia. Y, mientras menos identifica los fenómenos y su interrelación, es más vulnerable a sufrir los efectos de la casualidad y del azar; lo que luego atribuye a “la mala suerte”. Por supuesto que nadie está libre del azar ni de la casualidad, pero mientras más entrenado está para ver la complejidad de la realidad que le rodea, es menos vulnerable a la casualidad.

Además, es de extremada importancia ser consciente de que, incluso si se representa aquella red de causalidad, como se ha indicado, solamente contiene los fenómenos (lo que se capta con los sentidos) o sea las percepciones. Es obligación desentrañar la esencia de cada uno de aquellos fenómenos.

Así que, de manera todavía esquemática, esa es la realidad.

A la luz de esas afirmaciones, voy a realizar un análisis de una afirmación con la que me topé hace unos días, la encontré proclamada como “una idea luminosa” expresada por alguna escritora:

 

            “La PERCEPCIÓN del cliente es tu REALIDAD” Kate Zabriskie

 

Como se ha explicado, la percepción es un producto de los sentidos, es un acto más bien reflejo -o sea no voluntario-. En una explicación sencilla, las células de los ojos, nariz, oídos, lengua y piel envían señales al cerebro, el cual las interpreta y fija en él las percepciones. Para dar un ejemplo concreto, ni los colores, los olores ni los sabores ni la música existen en la naturaleza, todos son producidos en el cerebro. En el caso de los colores, la luz del sol, al incidir sobre determinada superficie, refleja una longitud de onda, la cual es recogida por las células fotorreceptoras de los ojos (los conos) y transmitida el cerebro, el cual la asimila a un color singular.

                  

“…el cerebro <fabrica> todos los componentes que conforman nuestros sentidos…los fotones lumínicos no tienen color, ni las ondas sonoras sonido, ni las moléculas odorantes olor… las partículas de luz que impactan en la retina son incoloras, del mismo modo que las ondas de sonido que impactan en el tímpano son silenciosas y las moléculas odorantes no obtienen olor alguno… Toda la exuberante riqueza de la vida se crea en nuestro cerebro. Lo que vemos no es lo que es, sino lo que nuestro cerebro nos dice que es, y ambas cosas no son lo mismo en absoluto… el color no es una realidad fija sino una percepción…” (EL CUERPO HUMANO, Guía para ocupantes. Bill Bryson. Págs. 77 y 78)

 

“Esto es lo que la ciencia nos está demostrando: no ves nada, no oyes nada, no tocas nada, no hueles nada, no sabes nada, a menos que todo lo que entra en tu cerebro, después de oír, oler, tocar… pase por un filtro que llamamos cerebro límbico o cerebro emocional, donde se le estampa a lo que ves o lo que tocas un significado emocional, un colorido. Y es la información con ese colorido la pasa a la corteza cerebral para elaborar el pensamiento.” (A VIVIR LA CIENCIA. Pere Estupinyà. Pos. 2623)

 

    De manera que las percepciones son los primeros contactos que tenemos con la realidad, aquellos producidos por los sentidos, son sensoriales, simples reflejos, que también son aquellos con los que los animales se relacionan con el ambiente que les rodea; no son una construcción intelectual y, por lo tanto, son apenas los primeros insumos para re-construir la compleja realidad en el cerebro.

    En consecuencia, hacer sinónimo la percepción de una persona con la realidad de otra es -en crudo- aconsejar a la segunda a que limite su cerebro a la simple aceptación de las sensaciones de la primera persona. Similar a lo que hacen los científicos con los ratones o los monos: les obligan durante un tiempo a que vean movimientos repetitivos para que, al acabo de un tiempo, los repitan o imiten.

    Al respecto es ilustrativo leer el papel que desempeñan las percepciones en el proceso de resolución de problemas:

 

“…la resolución de un problema dado se puede descomponer en tres etapas sucesivas. En una primera etapa, las células nerviosas de los cinco órganos de los sentidos, excitadas por los signos producidos por el medio envían una serie de impulsos nerviosos hacia el cerebro. Allí se analizan las diversas señales, se las compara entre sí y también con datos e imágenes ya registradas [por lo tanto, a más cultura más datos a comparar]. De esta comparación resultará, en definitiva, una acción, es decir una nueva serie de impulsos nerviosos, dirigidos esta vez desde el cerebro hacia diversos músculos, órganos y glándulas… “ (LOS DESCUBRIMIENTOS CIENTÍFICOS CONTEMPORÁNEOS, Michel Claesssens, págs. 82-83)

 

O sea que la percepción es apenas la puesta en marcha del cerebro, mientras que la representación de la realidad en aquel es fruto de una construcción muy compleja que pasa por la elaboración de ideas abstractas y su síntesis en una imagen de la realidad concreta que el individuo está en capacidad de elaborar -a más entrenado, más completa-. 

En resumen, la realidad es una sola, y el cerebro más entrenado apenas puede proyectar en su interior una parte de ella. Pero mientras más completa sea esa representación, más posibilidades tiene de conocerla, de transformarla y de ser menos vulnerable al azar, la casualidad y la incertidumbre.

Por lo cual, produce tremenda pena que algunos seres humanos se contenten con las percepciones sensoriales y renuncien a utilizar el enorme potencial de su cerebro, que bastante le ha costado producir a la naturaleza (las hormigas, las termitas y las abejas lo hacen mejor).-

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